Sábado 17 de Noviembre. A las 20:30 horas se abrían las puertas de la sala Mon (antigua Penélope) para recibir por segundo día consecutivo a KOMA después de tanto tiempo de inactividad como banda, que no como músicos, con su gira “La Fiera nunca duerme”.
Llegaban colgando de nuevo el cartel de sold out semanas antes del concierto, y yo tuve la gran suerte de poder asistir gracias a dos locos asturianos que me invitaron (gracias Gabri y Víctor). Después de los minutos de espera, los navarros abrieron la noche con “Los niños de lapos guerra” y los asistentes empezaron a corear: “Trágalo, Trágalo, aunque sea veneno, si es por necesidad se te quita el miedo”; para después vibrar y saltar con uno de sus temas más conocidos. ¿Quién no conoce al Tío Sam?. Brigi, Nacho, Rafa y Juan Carlos fueron calentando motores de a poco para ir cogiendo fuerza y ritmo a medida que avanzaba la actuación. Se notaba en el ambiente que todos los allí congregados tenían muchas ganas de volver a disfrutar de todas las canciones que los han hecho tan conocidos a nivel nacional. Y la banda no defraudó. Temazo tras temazo, la adrenalina fue en aumento. “Jack Queen Jack”, “La Revolución” y “La chulería” del Rock and Roll, hicieron que poco a poco nos fuésemos volviendo más locos contentos por el regreso enérgico que demostraba que habían vuelto pisando fuerte y con mucho que decir. Comenzamos a disparar: “Deformación. Paramilitar. Provocación”. “Vaya carrera que llevas chaval”, para después brindar entre sonrisas por la salud con “El muro de Merlín”. “Tengo en la nariz el muro de Berlín, vive en mi garganta una flema que nunca quiso salir, y si le doy la vuelta a los pulmones escupo corazones con el humo del hachís”. Los cuatro titanes continuaron con “El Catador de Vinagre” y “Menos mal” para recordar que para todos los que estábamos allí reunidos lo nuestro era el heavy metal: “La almohada cervical”. Hicieron una parada para deleitarnos con una parte acústica, que fue una de las dos sorpresas de la noche, con Brigi y Nacho sentados en taburetes dando un poco de tregua para coger aire. “Jugar aguantando la respiración, buscando el aire con las manos…”.
Después del breve bajón de intensidad, volvieron a la parte más eléctrica con “Por los siglos de los siglos”, para permitir que nos perdiéramos y que no nos cogiese el frío con “Me vacío” antes de gritar en contra de la clase política y religiosa entre saltos con “Imagínatelos cagando”. Seguimos aullando como locos a las lunas con “Sakeo” y bailamos rotos por dentro entre los acordes del “Sonajero”. Aquí contaron con cuatro fenómenos de los instrumentos de viento, que le dieron a la canción ese toque ska de orquesta que la hace especial. Se marcharon unos instantes para después volver con los bises y así seguir repartiendo fiereza y calidad con los temas míticos por los que muchos estábamos allí y que siempre serán la banda sonora de nuestra adolescencia. Nos volvieron a sorprender por segunda vez con “Sé dónde vives”, para la que también contaron con un dúo tocando un instrumento de percusión tradicional en el folcklore vasco, cuya asombrosa ejecución a mí personalmente me encantó. Todos los reunidos en la sala cantamos a una misma voz. “El marqués de Txorrapelada”, “Aquí huele como que han fumado”. “Mi jefe” y “El Infarto” que fueron los temas elegidos para despedirse de la capital antes de cerrar la noche con “Bienvenidos a Degüelto” que puso el broche a una gran velada. Personalmente llevaba muchísimos años sin ver a KOMA en directo, desde mi adolescencia para ser más exactos, y me sorprendieron tan gratamente como lo hicieron entonces. Durante dos horas saltamos, gritamos y bailamos desconectando de todo.
KOMA siguen desprendiendo esa garra en directo que siempre les ha caracterizado, esa raza navarra de mala hostia, siendo críticos con la sociedad que nos rodea pero siempre con una sonrisa en el rostro regalando cachondeo y rock and roll del bueno.
Fue un placer este reencuentro. ¡No os los podéis perder!.
Crónica y fotos de Rebeca Bañuelos.