Otras músicas potencialmente menos conflictivas
Dejando un poco de lado todo el asunto turbio de los 6.000 para el mejor y la vil treta para desviar la atención y terminar con la champanada, nos centraremos en los conciertos que es lo que si nos interesaba de todo este asunto.
El día 21 se proyectaba por parte del Ayuntamiento de Santander, un evento dirigido a dar la alternativa a la tradicional champanada. Evento basado en una especie de Ginkana por equipos, entre universitarios, bastante a la americana. Pero eso, a mi, que no soy universitaria, me importa bastante poco. Lo que en realidad me interesaba era el concierto de por la noche. Iván Ferreiro, acompañado por La Sonrisa de Julia. Recordemos que Piratas nunca pasaron por Cantabria, y quer Iván ya estuvo, con su banda, ofreciéndonos un íntimo concierto en el BNS, en Junio de este mismo año.
En principio, las condiciones eran radicalmente diferentes. Un gran escenario, situado en el Palacio de los Deportes de Santander, un gran equipo de luces y sonido, mucho borrachazo por ahí. No andaba yo muy segura de si me iba agustar lo que iba a ver, porque salí tan contenta del BNS, que creí que algo tan grande no iba a poder equipararlo. Y fue un si y no. La sonrisa de Julia empezaron potentes, como siempre ( debe de ser la tercera vez que los veo), y su cantante, Marcos, estaba eufórico, por acabar la gira en su Cantabria natal. Repasaron su primer disco, “Caminos diferentes”, y nos presentaron algún tema de lo que será su siguiente Cd. También dio tiempo a hacer una maravillosa versión de “With or without you” de U2, y la ya habitual Roxanne, de Police. Un buen final, para un grupo a que deseo lo mejor.
Ahora llegaba el momento cumbre de la noche. Con algo de nervios ya ( el concierto no empezaba, eran casi las 12 de la noche, jueves, trabajar al día siguiente), esperábamos ansiosos el comienzo del concierto. Que se produjo de manera paulatina, mediante una intro pregrabada, -que no me aventuro a nombrar, pues no estoy del todo segura- que dio lugar a la hipnótica Estrella de la muerte. Y ahí empezó el momento cojonudo de la noche, que para mi se prolongó durante hora y mucho. Exceptuando las hormonas desaforadas de mis compañeras de primera fila, perfecta carne de los 40 principales, quienes iban a un concierto reclamando una púa, como quien reclama un trozo de carne al carnicero. En fin. Pagar una entrada, ir de modernilla de la muerte, para tirarte una hora y pico, dándote igual que estén tocando, que no, para pedir una púa…. En fin. Eso, por obviar el comentario inteligentísimo de una de ellas cuando me oyó pedir “Mi Coco” -¡uy! Si la piden tanto, es que será chula, me la voy a bajar- Mi mirada asesina calmó un poco las lenguas viperinas de estas aspirantes a presidentas de escalera. Pero puedo decir que amargaron el concierto a muchos de nosotros. Sobre todo, porque el concierto se basó en temas de los Piratas, nunca los más conocidos ( lo que agradezco, soy una fan de los conciertos de caras b, esos temas que nunca te dan la oportunidad de escuchar). Por ahí había gente hablando, gente cotorreando, gente descontenta, porque habían venido a ver al músico ese que sale en los 40. No se puede ir a un concierto de esa manera. Hay que estar abierto a escuchar la música, a cerrar los ojos, a disfrutar, a conectar con lo que te trasmiten mediante impulsos de energía las personas que están ahí arriba. Si no eres capaz de hacer eso, apártate, o vete, pero por dios, no vayas a primera fila a eso.
El concierto prosiguió con temas como SPBN, Turnedo, Canciones para el tiempo y la distancia, M, Inerte, Jugar con los coches, Paloma de Calamaro, El equilibrio es imposible, Filofobia, Tan fácil. Y muchas más, la mayor parte mediante versiones acortadas, prescindiendo de un estribillo, quizá con la idea de hacer más ameno el concierto, y tocar más palos. Para mi, lo consiguieron, Agradezco el hecho de haber podido disfrutar de muchos temas que me hubiera llevado años poder ver en directo. Fue todo un regalo para los que no pudimos ver a loa Piratas. Decir, muy importante que Karlos cada vez es más máquina tocando la batería. Amaro ya está mucho más seguro en el escenario (y sonriente, y canta cada vez mejor), y que se ha incorporado un nuevo miembro al directo, Jacob, al bajo, que, a pesar de estar casi en la sombra, da mucho más cuerpo a las composiciones. Esperamos verle dando más caña en breve. Y ahí nos queda Iván, dedicado en exclusiva a cantar, lo cual me congratula, ya que soy una de las fans de sus extraños movimientos, y la manera de cantar, loso ojos cerrados… el sentimiento. Y de los samplers, y ruiditos, que tan bien sabe encajar. Es algo que me encantaba de la última etapa de Piratas, toda esa parafernalia post rock.
En definitiva, si algo hay que echar en cara, es que el escenario está muy alto, y enfría el sentimiento, e Iván estaba más distante. Y que para otra, prefiero un sitio más chiquito, con más bromas, con más conexión. Por lo demás, no lo podrían haber hecho mejor. El show eléctrico que les faltaba a muchos, tras el directo más tranquilito de Junio. Yo espero que hayan quedado contentos. Para mi, exceptuando unas cuantas cabezas que hubiera cortado, fue magnífico.
Crónica por Arantxa Cobo, fotos por Arantxa Cobo.