Tras el debut con su disco homónimo y despues de obsequiarnos con la curiosa versión del “Set The Controls for the Heart of The Sun” de Pink Floyd, los cántabros Wet Cactus se enfrentan a la siempre trascendental experiencia de publicar un segundo trabajo de estudio.
Nuevamente vuelven a presentar cinco temas, más extensos que los de su predecesor y que supone una pequeña pista, solo viendo el minutaje, de que la banda se ha tomado más tiempo para desarrollar con calma los dinámicos ambientes que los caracterizan. La sensación a primera escucha es precisamente de consolidación de sonido, de pequeñas señas de identidad que han forjado una personalidad muy reconocible dentro de los entornos del Stoner y la Psicodelia.
Una de estas señas de identidad son las estructuras de canción de dinámica ascendente que, como me consta, tan buenos resultados les está dando en sus directos. El tema que abre el álbum, “So Long”, es buena muestra de ello, empezando con un ritmo hipnótico y tranquilo con aroma a desierto sobre el que salen agónicas melodías vocales para romper en uno de los riffs más vertiginosos de todo el trabajo. “Full Moon Over My Head” ofrece una versión más directa y rabiosa del grupo, condensado en el tema más corto del disco. Ya para el ecuador de la escucha han dejado “Aquelarre”, pieza totalmente instrumental que hace honor a su título, casi a ritmo de danza tribal y que da paso al que da nombre al disco, “Dust, Hunger & Gloom”. Este contiene la línea de voz más oscura de la grabación, sobre un pesado muro de instrumentación en una experiencia casi funeraria. Para cerrar el disco, “Sleepy Trip” supone el viaje más largo del trabajo, y una buena muestra de como desarrollar la música jugando con las intensidades con calma, dejando que la voz entre sin prisas, solo cuando musicalmente ya se haya contado lo que se haya venido a contar y que termina dejando morir los instrumentos entre sus propios efectos envolventes.
Un trabajo solido y muy coherente, desde la acertada portada de Doctor Octane, hasta el sonido con el que les ha dotado las sesiones en los Estudios Drive Division, un toque crudo que te hace casi verlos tocando sobre las tablas y que les viene como anillo al dedo.
Comentario por Juanma Pinto
Fotografía por WET CACTUS