Organizar un concierto para un domingo siempre es arriesgado, por la cosa esa, de que al día siguiente hay que currar.
Pero el tema no estaba del todo mal, ya que al día siguiente era Nochebuena y algunos privilegiados no curramos, y además la hora de inicio estaba planificada para las 8 de la tarde, que por muy mal que fuese el asunto y teniendo en cuenta que eran dos grupos, te garantizabas estar en el catre antes de la 12 de la noche (si no te liabas…………..). En cartel, los cántabros Ojo Pipa, grupo de reciente creación (2017), formato dúo con guitarra y batería, y después, el cuarteto madrileño de scream-rock, Altair. El objeto de esta crónica es poner en el mapa local a Ojo Pipa, que con apenas unos bolos a sus espaldas ya están dando que hablar. A la guitarra y la voz, Daniel García, y a la batería y coros, Víctor Oliveira. Dos críos, y es que lo son, de 19 y 23 años respectivamente.
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A Daniel no le tenía muy controlado (tocó en Madre Cuervo que le recuerde), pero a Víctor ya le pude ver en la primera edición del Torrelavega Soundcity, allá por el 2016, en la despedida del grupo de Hard Rock Semper Fi, cuando ya habían ganado el Concurso de Maquetas. Si les preguntas, te dirán que hacen Pop-Rock, pero yo el Pop no acabo de vérselo XD. Empiezan sus canciones con medios tiempos, pero en seguida les entra la marcha y acaban con un rock cañero y efectivo, sin muchas florituras y mucha velocidad y con letras, algunas vacilonas que hacen que te descojones cuando los escuchas. Sin ir más lejos, el nombre del grupo, viene de una foto que se hizo Víctor, en la que sale en condiciones lamentables (o eso dice Dany xd). Su música está influenciada por la década de los 90 y cómo referentes citan a Perl Jam, Nirvana, Red Hot Chillie Peppers o ACDC, entre otros. Al lío; la movida era en el Rock Beer the New en Santander, y cómo todo concierto que se precie, empezó una hora tarde, así que íbamos bien XD. En la sala, una entrada de 5 pavos, y no más de 50 personas anduvimos por allí. Cuando vas a ver a un grupo de reciente creación, pueden pasarte dos cosas, que te entren ganas de irte para casa, o bien que digas, joder, que corto se ha hecho y quieras más. Ojopipa telonearon recientemente a los argentinos The Abstinence (rock garaje surf) en la Lambiona, y me paso eso, se me hizo muy corto, así que apunté la víspera de Nochebuena para hacerme un hueco y pasar a verlos por el New. Ojopipa llevan en su setlist 8 canciones, que descargan en aproximadamente 45 minutos, con garbo y valor, como dijo Gabinete Caligari. Abrieron con “Carne Picá”, cañón de 3 minutos de duración que en algunos pasajes me recordó a Pearl Jam. Después, Burbuja, Tate al Solete, Pifostio, Tarta de galletas, Jari de la Yaya con un ritmo reggae para un final cañerísimo. Después, tocaron “Tortilla de Patata”, una especie de himno que cantaron a coro los allegados del grupo, y es que el estribillo, se pega como una sartén barata jjjjjjjjj. Y para terminar, el single homónimo, “Ojo pipa” que les sirvió para dejar el pabellón alto, con acordes distorsionados, batería ecléctica en su versión más hardcore. Lo dicho, se me hacen cortos los directos de estos tipos, tienen actitud y deben adquirir un poco más de rodaje en su proyecto, pero el grupo, promete; así que habrá que estar pendientes a su agenda. Cómo apunte, tienen previsto entrar a grabar en verano del 2019. Seguro que habrá oportunidad de verlos antes.
“La herida renace y se fragua en mis manos, quemando las costras que nunca curaron… Clavo por clavo, tus brazos me aprietan. Tu cuerpo es de tierra y mi alma de piedra”
Estos versos tan desgarradores los podría haber escrito Bécquer pero no, pertenecen al tema “Péndulo” de Altair, banda madrileña de scremo/post-rock que fueron los siguientes en tomar el escenario tras Ojo Pipa. Sonó “Rosas” de su primer trabajo “I”. “Granate”, “Bosques”, “Péndulo” y “Águila” del EP “La herida renace en tus manos” y tres temas inéditos que formarán parte de su próximo disco.
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Sus miembros coinciden en que este estilo les permite relatar sus sentimientos de forma muy intensa, muy emotiva. Y no les falta razón. Si una poesía en vez de ser susurrada al oído es lanzada al aire en un grito que pareciera un último aliento, no por ello deja de ser poesía. Por eso Altair me han impactado tanto. Por mostrar esa otra belleza, la que desgarra, la que grita, la que duele. Si Bécquer hoy viviera, cantaría scremo.
Chicos, prometo seguir vuestros pasos.
Crónica y fotos: Chema Martín y Nuria de la vega.