No hay mejor manera de empezar el año que con buena música, y si es el concierto de estas dos prometedoras bandas de Cantabria mucho mejor.
Aunque la noche del jueves 3 de enero invitaba a quedarse en casa debajo de la mantita quizás ultimando la carta a los Reyes Magos, fuimos unos cuantos los que nos dimos cita en el conocido New de Santander. Tras un rato conversando con los miembros de las bandas en el exterior, algunos de ellos visiblemente nerviosos ante la actuación, decidimos que era el momento de cambiar el frío de la calle por el calor del interior. Y no tardó en empezar a sonar el hard rock desde lo alto del escenario de mano de los Cantaebria. No sin antes autopresentarse con una cinta pregrabada un tanto peculiar. Y es que, para los que no conozcáis a esta banda del medio Besaya, uno de sus signos de identidad es ese gusto por lo raro o incluso bizarro, que tan bien personifica su cantante Víctor. A esta joven perla del cante le acompañan otras reconocidas figuras de la región como Pablo (exmiembro de Secuaces) a la guitarra, Sete (batería de Sinbat) también a la guitarra y otros músicos quizás con menos bagaje como Edgar al bajo y Mario a las baquetas. Volviendo al meollo, comenzaron el repertorio con una cover de los viejos maestros de esto, el “Whole Lotta Rosie” de los AC/DC.
Aquí ya nos dejó Victor rastro de su carácter como showman al incitarnos a que coreáramos su nombre artístico de Bardal…pese a las reticencias, él no se vino abajo y dio una buena interpretación en inglés (el resto serían en castellano). Llegando incluso con sus agudos a inutilizar el micrófono momentáneamente (aunque ambos conciertos pasarían por no tener apenas fallos técnicos). La siguiente canción fue una compuesta por ellos, “Más chulo que un ocho”, en la que vemos el arte de rimar del cantautor Bardal y cómo éste condiciona el estilo musical del grupo. Y es que le meten un lavado de cara dándole su propio toque. Aquí llega un momento más del estudiado espectáculo por parte del batería de la única manera que tiene para hacerse notar, dejando de tocar. Pero tras unos momentos de desconcierto retoman de improvisto la canción. Pasamos ahora al único tema que se puede encontrar grabado en las redes, “Acero y plata”, aunque la interpretación en directo desmerece a la grabación, ya que esta es de hace casi un año. Entramos ahora en un intervalo del concierto más sosegado con el denominado “Blusete”, en el que curiosamemte el protagonismo lo tenía Pablo con su solo de guitarra, y una poderosa balada (o “Bardalada”) en la que Victor nos demostró también sus cualidades a la guitarra acústica. Para equilibrar el set la siguiente canción es la homónima “Cantaebria”, que combina su rock and roll con algunos toques del folk autóctono.
Además la última estrofa siempre es una improvisación con lo que cada concierto tendrá su versión particular. Cerramos el ciclo sensiblero con otra canción de tempo lento, “Volverás a ver el mar”, en cuya introducción aprovecharon para dedicar unas palabras a la lacra de la violencia de género, que nos toca un año más. Porque no son hevys satánicos las 24 horas del día. Llegando ya al final de la actuación tenemos ahora un mini medley de canciones de Mägo de Oz, con letras enrevesadas como solo ellos sabían hacer, así que ¿qué mejor momento para bajarse al público a ponerles el micro? La última canción original sigue la estela de grandes músicos como Ian Anderson, Arthur Honegger o Rosendo Mercado al emular el sonido de un tren. No es otra que la “Locomotora del amor”, en la que con un interesante efecto de flanger consiguen trasladarnos al medio ferroviario y al amoroso ya de paso. Para cerrar tocaron una versión de Obús, “Vamos muy bien” con el homenaje ideal a su cantante por parte de Sete al saltar acrobáticamente sobre Víctor, postrado en el suelo.
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Tras la protocolaria foto de grupo, el cambio entre bandas fue ágil y sin contratiempos. Les tocaba el turno a los más veteranos (dentro de lo que cabe) Street Vipers. Con un sonido más definido dentro del glam es un grupo con mucho material como demostrarían más adelante. Por lo pronto ya tienen editadas dos maquetas que atestiguan su gusto por el rock angelino, y ciertamente hay que verlos también en directo porque le imprimen a los temas la energía necesaria. Con Brendo a la voz, Sophie (también en Mindblast) al bajo, Germán a la guitarra y los del look renovado Isma (exmiembro de The sixth day) a la batería y Ernesto a la guitarra. Dieron inicio al concierto con uno de sus clásicos, “Tapping Hard”, que ya aparecía en su primera maqueta. Y se nota que la llevan tocando años ya, con lo que es el tema ideal para abrir el set. Continuaron con “Desert Walker”, en la que se percibió la soltura también a los coros de Sophie y Germán.
Mención aparte merece el desparpajo de Brendo a la voz principal, que se maneja tanto micro en mano como con la extensión al estilo de grandes como Belladonna o el mismísimo Mercury. Seguimos abruptamente con “I wanna keep it smoke” siendo la efusividad de Isma con su particular estilo el perfecto metrónomo para el resto del grupo. Y llega ahora el momento emotivo de la noche al invitar por sorpresa a Edu, su anterior cantante a acompañarles en el escenario para interpretar “Tearing my body apart”, otro de sus clásicos. Tras las muestras de cariño mutuas (pues como decía más arriba, no se puede ser hevy sacrifica gatitos todo el rato) pasaron a tocar su polémico tema “Bad bitches never die”. Aquí cabría mencionar a Ernesto, que todavía no había aparecido en la crónica, pero es que su seriedad sobre el escenario le lleva a no cometer fallos que le hagan destacar negativamente. La siguiente fue una cover de los Guns ‘n’ Roses, “It’s so easy”, del mítico Apettite for Destruction. En ella ya vimos aparecer el casi genuino sonido del cowbell que será protagonista de la próxima canción propia, “Love Junkie”. Aunque como siempre ocurre con este instrumento, acabas pidiendo que suene más. Esta y la siguiente, “Let me die in peace” fueron los nuevos aportes al repertorio de la banda, que presentaron ese día.
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La segunda es de tipo balada, en la que cobra gran importancia el bajo. Será interesante cuando la graben en estudio porque es una canción con mucho potencial. Encarando ya la recta final del concierto llega la canción que daba nombre a su maqueta, “Devil’s Doorbell”. En el puente de esta canción lograron alcanzar el éxtasis con el efecto estereo de las dos guitarras gimiendo a voluntad de Brendo. La siguió otro de sus clásicos, “Wild Ride” en la que aprovecharon para volver a invitar a Edu al escenario. Finalmente ante la insistencia del público a que tocasen una más, se animaron con una potente versión del “Sweet Dreams” en la que les acompañó Bardal en un cierre ideal para la velada.
Crónica y fotos: Mateo Domingo.