Enormes naves extraterrestres aparecen de día sobre todas las grandes ciudades de la Tierra. Los alienígenas, que eventualmente se les llama superseñores, hacen contacto para anunciar sus intenciones benignas y su deseo de ayudar a la humanidad. Organizan sesiones de persona a persona (sin ser cara a cara) entre el Secretario General de las Naciones Unidas, Rikki Stormgren, y el líder de los superseñores, Karellen, a través de un cristal unidireccional para que Stormgren no pueda ver a Karellen, quien promete a los humanos revelar la apariencia de su especie en cincuenta años.
Cincuenta años después de su llegada, Karellen y sus tripulantes superseñores se revelan físicamente a la humanidad. Su aspecto es el de la tradicional imagen de los diablos con alas, cuernos y colas. Eran más altos que los seres humanos, y proporcionalmente más corpulentos. Muy sensibles a la luz del día, eran capaces de respirar el aire terrestre por breves periodos de tiempo.
La actitud de Karellen hacia la humanidad estaba dividida entre piedad por su falta de moral y celos benignos por su habilidad potencial de trascender el universo físico. La tarea de Karellen como supervisor de la Tierra es la de una suerte de partera para que la humanidad pueda dar el salto a su siguiente nivel evolutivo: un apocalipsis en que los niños se transfigurarán a través de un tremendo desarrollo de las facultades psi.