El príncipe Albert Victor, duque de Clarence, nieto de la reina Victoria, tiene una hija fruto de su matrimonio secreto con la dependienta Annie Crook, del East End de Londres. La reina encomienda al médico real, el masón Sir William Withey Gull, la misión de acabar con todos aquellos que sepan de la existencia de la niña. Las víctimas son un grupo de prostitutas amigas de Annie Crook, que habían intentado chantajear al amigo del príncipe, el pintor Walter Sickert, para conseguir dinero con el que hacer frente a la extorsión de unos matones.
Gull da una interpretación mágica a la macabra misión que le ha sido encomendada. Para él, los asesinatos son un acto de magia simbólica que contribuye a reforzar el poder del hombre sobre la mujer. Su peculiar punto de vista es expuesto por Gull en un alucinante recorrido, junto al cochero John Netley, por la ciudad de Londres, cuya arquitectura es interpretada en clave simbólica (especialmente las siniestras iglesias del arquitecto Nicholas Hawksmoor).
Netley y Gull inician sus expediciones nocturnas, y, sucesivamente, acaban con las vidas de Polly Nicholls, Annie Chapman, Elizabeth Stride y Catherine Eddowes. La investigación de los asesinatos es llevada a cabo por Frederick Abberline, ayudado por el vidente Albert Lees.