Juan Salvador lo único que hace es practicar su vuelo y no se dedica a hacer lo que hacen las demás gaviotas.E intenta hacerlo cambiar, puesto que no ven normal que una gaviota intente hacer piruetas en el aire, en vez de buscar su alimento. Él sigue practicando y persigue su libertad, aprender nuevas maneras de acrobacias. Su bandada no lo entendía, ni siquiera sus padres, a quienes en vez de darles gusto, les avergonzaban los logros de Juan; él era la primera gaviota en hacer acrobacias aéreas. Un día se elevó tan alto que al caer en picada perdió el control y se estrelló contra el agua; cuando recobró el sentido se prometió ser como las demás gaviotas, pero en ese mismo instante rompió su promesa, ya que voló a setecientos metros de altura en la noche, cosa que ninguna gaviota había hecho, pues las gaviotas no vuelan de noche. Al llegar a la bandada había una sesión de Consejo, a la cual lo llamaron para que se pusiera en el centro, lo que solo podía significar dos cosas: gran honor o gran vergüenza. En ese momento, el Consejo exilió a Juan.
Un día mientras volaba, dos radiantes gaviotas se acercaron volando bajando del kilómetro 18 hacía él, una de ellas le dijo que volara alto, más de lo que deseara, porque tenía que pasar a una nueva etapa, y las tres gaviotas volaron hasta desaparecer en el cielo y luego se desplomaron y todas sus plumas se regaron por todo el pasar. La mayor idea de Juan era poder ser libre, su libertad era volar y aprender a hacer acrobacias. Morir en el acto era un riesgo que valía la pena tomar. La libertad era sin duda la recompensa más grande a la que una gaviota podría aspirar