A estas alturas, es posible que te suene el nombre de Drunken Buddha a poco que sigas la escena de rock nacional actual. La explosión de esta banda asturiana en este año ha sido francamente impresionante, logrando títulos tan nobles como ser ganadores en W.O.A. Metal Battle Spain 2019, lograr el tercer puesto en la final internacional de la Metal Battle en el Wacken Open Air o ser ganadores del Festiamas de su tierra, además de muy buenas críticas sobre su directo.
Toda esta información nos ha llegado de una forma u otra antes si quiera de escucharlos, y como nos tomamos nuestro tiempo para hacer las cosas, es un buen momento para dar buena cuenta del disco que abrió todo este periodo y que estrenaron a finales del 2018, toda una eternidad en tiempos de información digital.
Drunken Buddha se estrenan discográficamente con este disco homónimo que, desde el primer acorde, evocan a los mismísimos Deep Purple, en gran medida por la presencia en toda la grabación del hammond de Mario Herrero. No en vano, la banda tiene sus raíces como versionadores de temas de Deep Purple y Whitesnake que a segunda escucha, y ya condicionado, también se dejan entrever.
Afortunadamente, siendo fieles a las exigencias del estilo, van más allá de ser meros fusiladores de estas bandas y presentan un muy interesante trabajo con claras influencias en el hard rock y el heavy más primigenio.
Si bien éste es su primer larga duración, no son precisamente unos principiantes, lo cual queda patente con la solidez que demuestra el álbum, en la que los solos de guitarra y hammond se alternan y extienden en los momentos precisos, dando respiro a la voz cuando así lo pide la canción, mientras que la base rítmica mantiene una constante que incita al taconeo de las botas de cuero.
Son un grupo de género a gala, y está dinámica se mantiene durante gran parte del proyecto de una manera muy fluida, con momentos realmente notables en “Can’t Hold Your Gaze”, “Medicine Man” y “Coming Home”, y dando la nota de color hacia la oscuridad en “Monster”, de ritmo muy pesado, más cercano al entorno de Black Sabbath y con la voz de Michael Arthur Long bajando a sus registros más graves, donde se desenvuelve como pez en el agua. “Lady Stardust” por el contra, nos lleva a la parte más melosa de la grabación, donde la referencia se mueve a la zona Whitesnake.
Todo esto hace que ‘Drunken Buddha’ sea un disco muy coherente en su propuesta, pero con los detalles justos para que la escucha sea amena en sus ocho cortes. Harán las delicias para los amantes del estilo afín a la banda, entrando con gran facilidad en los de círculos más alejados, gracias a pasajes clásicos muy bien ejecutados que todos, directa o indirectamente, tenemos interiorizados.
El debate sobre las influencias y la creatividad es largo y farragoso. A priori te puedes poner mil reglas, normas y demás para filtrar a una banda con raíces, de las que se limitan a ser vulgares clichés de recursos fáciles. Es imposible escuchar este primer disco de Drunken Buddha sin que te vengan a la cabeza grupos míticos y etiquetas clásicas, ya que dejan muy claras sus intenciones y no esconden de dónde sacan su música, pero han conseguido sacar un gran disco en el que puedes dar una buena patada a todos estos prejuicios y disfrutar de buen rock en estado puro.
Juanma Pinto