La audiencia de Noche de Rock que es muy sabia para estas cosas ha decidido esperar unos cuantos meses para que Metallica sean nuestro disco de la semana. Supongo que han tenido la intención de fustigar con el látigo de la indiferencia a la “banda de metal más grande de todos los tiempos”, precisamente por eso, por ser una empresa gigantesca que necesita bien poco de nuestra promoción.
En este mundo de usar y tirar cualquier disco de más de dos meses es viejo, pero nosotros seguimos pensando que la buena música debe durar para siempre. Estos once meses de ventaja nos han servido para hacer una escucha más reposada y menos visceral y poder juzgar de manera más serena en lugar de tener que utilizar palabras mayores y poner el pulgar arriba o abajo a las pocas horas de la primera filtración. Hace demasiado tiempo que estamos todos de uñas con Metallica, así que vamos a intentar bajar un poco los humos y pagar a la burra por lo que vale.
No me parece justo comparar Hardwired… To Self Destruct con cualquiera de los cuatro (cinco), primeros discos de Metallica, al igual que no me parece justo comparar The Book of Souls de Iron Maiden con Seventh Son of a Seventh Son, por ejemplo. Las obras maestras son obras maestras porque son irrepetibles. No me parece justo tampoco comparar a los Metallica de 2017 con cualquier banda actual en auge. Todos sabemos que los músicos suelen tener un pico de creatividad y que pasados unos años suelen entregar material un poco más ramplón. Sin embargo sí me parece justo poner en paralelo este álbum con los últimos trabajos entregados por Testament, Kreator o incluso Megadeth y tengo la sensación de que Metallica pierden la partida ante cualquiera de ellos. Lo hacen en sonido y lo hacen en composición. Me da la impresión de que Metallica ® ha estado demasiado ocupada en asuntos no musicales; en ser la primera banda en publicar una película en 3D, en ser la primera banda en sacar doce videoclips de manera simultanea, en ser la primera banda en tocarse la espalda con el codo, en ser la primera banda en tocar en la Antártida o en una puta estación espacial… en lugar de preocuparse por ser la primera banda en volver a sacar un disco cojonudo.
Sin embargo, y aunque ya he dicho que me parece que ahora mismo no ocupan un lugar de privilegio entre las bandas de su generación también tengo que decir que la distancia es considerablemente menor a la que podríamos haber presagiado hace unos años al ver la caída en picado de unos y la impresionante remontada de otros. Hardwired… es de largo el disco más inspirado que han entregado desde Load / Reload, y es desde mi punto de vista un paso adelante con respecto a Death Magnetic, como si en aquel hubiesen intentado demostrar que podían volver a ser ellos mismos y en este volviesen a sentirse más a gusto pudiendo dedicarse a hacer canciones sin tener que estar tan pendientes de que suenen a lo que los fans esperan. Así bien, si los discos dobles deberían estar reservados a momentos en los que todas las musas te acompañan (y este no es el caso), también es cierto que la gran cantidad de temas nos da la oportunidad de ver a Metallica en una horquilla que va desde el sonido más rockero de su final de los noventa hasta un Thrash Metal que no recuerda a sus primeros tiempos, pero si a sus últimos intentos de rememorarlo.
Es un disco largo, pero nadie va a venir a ponerte una pistola en la cabeza para que lo escuches entero. Si consigues darle unas cuantas vueltas es probable que encuentres unas cuantas canciones buenas (no memorables), pero claro, volviendo al principio, las cosas van tan deprisa y hay tantos discos para escuchar que hay que tener mucho amor a Metallica para dedicarle mucho tiempo a un disco de Bien alto, teniendo tantos en la cola de Matrícula de Honor.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por METALLICA