Empecé a escuchar Alcest en 2012 con el disco Les Voyages de L’ame. No era black metal, pero tampoco encajaba en el post-metal típico, era una mezcla entre black y shoegaze que se pusieron de acuerdo en llamar blackgaze. Alcest empezó siendo un proyecto personal de Stéphane Paut (o Neige), quien grabó por su cuenta el primer álbum y al que se le unió a partir del segundo el batería Winterhalter. El tono y el concepto en general es bastante estable a lo largo de la discografía de la banda y ya quedaba establecido en ese primer disco Souvenirs d’un autre monde (2007). Paut cuenta que su inspiración viene a menudo de la infancia, y que trata de expresar lo que “vivió” o lo que recuerda de un mundo imaginario y cargado de belleza inspirado en la naturaleza que le rodeó durante el periodo en que vivió en el sur de Francia. Hay una atmósfera envolvente que puede transmitir melancolía, o más bien nostalgia, y momentos de auténtica angustia protagonizados por voces rasgadas que justifican el uso de la etiqueta black metal, pero en el fondo una música agradable que probablemente no espante a nadie no acostumbrado a ningún género de metal.
En un momento de su andadura decidieron pasarse por completo al lado luminoso de la vida con Shelter (2014). Esto no se entendió demasiado bien por parte del público y, aunque avisan de que no descartan hacer algo parecido de nuevo, tras ello volvieron a las raíces del blackgaze en Kodama (2016). El disco del que toca hablar hoy es heredero directo de éste último y en ambos se ve una derivación hacia la parte más oscura de Alcest. Kodama volvía a mostrar esa visión de música entre mundos, la lucha entre lo físico y lo espiritual, lo humano y lo natural con claras alusiones a La Princesa Mononoke. Ahora, en Spiritual Instinct esa lucha se lleva hacia el interior en un disco que suena más directo, con ritmos más afilados y progresivos pero siempre sonando a Alcest.
Les jardins de minuit inicia el álbum con un ritmo tribal acompañado rápidamente por la atmósfera etérea característica. Pronto batería y guitarra suenan más contundentes en comparación a trabajos previos y llegan al primer single, Protection, una canción construida sobre un ritmo de batería aséptico roto por interludios frenéticos donde se muestra el mejor contraste entre las voces de Neige. A mi parecer los mejores momentos del disco vienen hacia la mitad, primero en Sapphire, dedicando mayor tiempo a la creación de la atmósfera y desembocando solo al final y de forma breve en momentos de mayor angustia. Y después en L’île de morts, tema de 9 minutos que por sí solo sería la mejor representación del estado actual de Alcest. En los dos últimos temas encontramos Le miroir, con el carácter más distintivo e intrigante de toda la obra, y terminamos con el tema que da nombre al disco y que más recuerda a esa visión de los inicios de la banda de “música de otro lugar”.
Alcest es una banda conceptual que ha explorado una misma visión artística desde sus inicios. Aunque aferrarse a una idea durante tanto tiempo pueda llevar al estancamiento, creo que la discografía ha seguido una evolución natural y dinámica en su búsqueda de un sonido concreto. Spiritual Instinct puede ser hasta el momento el trabajo en el que más se ha destilado el lado blackgaze de la banda, pero probablemente queden elementos que añadir a la mezcla. Viendo el experimento que hicieron en Shelter, y el volantazo que dieron a continuación sin explorar esa vía pero mostrando en diversas entrevistas su inquietud sobre el tema y su defensa de que ese trabajo también forma parte de Alcest, podría ser muy interesante ver si en un futuro aparece una integración que resulte natural entre ese lado luminoso y lo que han obtenido hasta ahora tras Kodama y Spiritual Instinct.
Antonio Yeste