Me ha cogido el amic Oskar y me ha hecho una habilidosa llave de judo para que comente aquí mis conocimientos sobre un disco de Propangandhi “Potemkin City limits” que bueno, los podría escribir el reverso de un billete de bus, seamos sinceros. Para que voy a refreir datos e información que gente seguro que mucho más competente que yo para lo digital puede localizar rápidamente en Discogs o en infinidad de fuentes de internet. No seáis vagos y no me hagáis trabajar a mi para que suelte aquí un rollo pretenciosamente “informado”.
Solo aprovecho para dar una opinión irrelevante sobre la banda. Si conocéis un poco la trayectoria de la banda, muchos seguro que la conocéis, poca cosa voy a contar nueva. Si no la conocéis y os interesa, tienen así a brocha gorda dos épocas: una primera hasta “Today’s Empires, Tomorrow’s Ashes” el tercer disco que parece el disco de transición, en la que hacían aquello que en terminología de andar por casa se llamaba “HC melódico”. Este disco si me gusta teniendo en comparación a los dos primeros no me hacen mucho chiste. Después de este disco llega para mi la parte más interesante en la que el grupo muta musicalmente en una banda que mantiene el enfoque melódico de las voces pero que en lo instrumental se convierte en una exhibición de lo, seguro, seguro, escuchaban de chavales y no tan chavales aparte de cosas del punk y tal: metal. Y metal del bueno en mi opinión. Si observáis con un poco de atención las camisetas, parches y pegatinas que gasta os daréis cuenta de que tienen el pico fino para la metalidad.
¿Motivos del cambio? Ni idea. Hubo por esa época algún cambio de formación que igual modificó la relación de influencias o más sencillamente que la cabra tira al monte y se liberaron para hacer discos complejos, técnicos con cosas casi progresivas. Los canadienses tienen el gen canadiense y me da igual que sea Sacrilege B.C. Rush, Triumph, Slaughter (no esos, los otros), Razor o Voivod, SNFU o Joni Mitchel. Propagandhi no son la excepción y me imagino que mucha gente odiará esta segunda etapa por la herejía de ser sólidos defensores de la fe. Como debe ser, si algún/a pegamoide se ríe del metal sin el derecho de autocrítica que asiste a lXs creyentes, recuérdale que el heavy no es violencia hasta que se acaba la paciencia. Perdóname Bruque.
Volviendo al tema, hay fans del metal y el progresivo que disfrutan bastante estos últimos discos, aunque el último vuelve a las raíces digamos más punk o igual me salto la mención y utilizo “minimalistas”. A mi gustan por esa complejidad, pero también porque tienen la virtud de mantener la inmediatez y la pegada, no estamos hablando de la autoindulgencia y barroquismo innecesario. Pues nada, para lo demás lo dicho, internet y sacad vuestras conclusiones.
La otra faceta de importancia es su activismo político. Ahora mismo son el de grupo políticamente correcto en terminología guiri. Otra cosa que espanta y aliena a mucha gente como la lejía. Alabada sea la lejía. Esto quiere decir que tienen una filosofía particular como grupo para sus cosas y que apoyan diversas causas sociales entre las que yo destacaría, porque me da la gana básicamente, el veganismo y los derechos animales. Otro chupito de lejía. Este compromiso, si traducís los textos, lo vais a encontrar en sus letras que contra lo que dictan los tópicos son obra de gente con habilidad para manejar la pluma además de las espadas, nada panfletarias y sí bastante personales e inteligentes además de sensibles (sí, sensibles).
Si sumamos los mencionados factores: true metal más activismo político, de izquierdas, aunque es un genérico un poco pobre el que uso, más el recoger la filosofía de algunas de las subcorrientes de eso que se llama, también genéricamente, punk o HC, tenemos la tormenta perfecta para hacer a John Lydon mirar recto. Amén.
Alimaña sediciosa.