Atrás quedan discos como el Mælstrøm, giras por salas pequeñas, como la que les vio pasar por el gaztetxe de Deusto. Rheia representa el tercer trabajo discográfico de los belgas Oathbreaker. En él podemos encontrar lo que ya avisaba su anterior plástico Eros/Anteros. Un hardcore pasado por el tamiz del black de nuevo cuño, o Blackgaze que dicen los amantes de las etiquetas. En definitiva, alternar briza con pasajes más ambientales y una mayor presencia de voces limpias.
Si os gusta la banda, os recomiendo el documental sobre la grabación. En él, la enigmática Caro Tanghe menciona que este trabajo le ha servido para sacar todos los malos rollos que tenía dentro y, aunque suene a tópico manido, partes en “Being able to feel nothing” o el final de “Second son of R” no dejan lugar a duda del poder catártico de su música. “Stay here/Accroche-moi” explora la vertiente más acústica la formación, que ha sufrido cambios después de que este trabajo viera la luz: su batería, Ivo Debrandere, ha tomado distancia con la banda siendo reemplazado por Wim Coppers de Rise and Fall.
“Needles in my skin” muestra esa montaña rusa, alternando la tormenta con partes más melódicas, y la vez oscuras, donde las voces suenan con reminiscencias a Julie Christmas o Emma Ruth Rundle, las féminas fatales del género. Incluso se atreven a coquetear con el noise en “I’m sorry, this is” donde los susurros y el ruido ambiente toman las riendas del tema.
En resumen: menos Converge y más Defheaven, para lo bueno y para lo malo, si es que hubiese de alguno o de ambos.
Comentario por Flynn
Fotografía por OATHBREAKER