Torrelavega no parece dispuesta a quedarse congelada esperando a que las cosas mejoren, porque (spoiler alert) siempre es posible que las cosas no mejoren. En lugar de quedrse al asubio a esperar a que amaine el chaparrón los músicos se han puesto las katiuskas y manos a la obra, por si acaso no hay mañana. El teatro reune, sin duda, todas las medidas necesarias para que un evento se desarrolle en la mayor seguridad posible, y pareció por tanto la mejor de las opciones para desarrollar el Escenario 39300. Es verdad que no es lo mismo, pero también es verdad que es distinto, y distinto no tiene porqué ser peor, a lo mejor, si resulta que después de todo, en algún momento volvemos a la situación de 2019 por el camino podemos haber ganado un espacio y haber aprendido alguna cosa nueva. #Queserepita
El ciclo Escenario 39300 está siendo extremadamente variado, demostrando la salud de la música en el entorno cercano. Ha habido metal extremo, manouche, rock, country… y aun queda. Esta situación tan rara está frenando muchas de las giras grandes, así que a lo mejor es momento de que el gran público conozca las virtudes de consumir local.
JPEGr es el proyecto en solitario de Jaime Peña García (J.Pe.G. por si no lo habías pillado), al que ya conocíamos como batería del duo de post / math / rock / instrumental The Room. Ya entonces nos llamó la atención la músicalidad con la que se acerca a su instrumento, llevándo sus posibilidades mucho más allá del mero acompañamiento rítmico. En este nuevo proyecto ese enfoque viaja aun más lejos, al ser el único instrumento acústico en escena. Jaime combina lo que sería una sesión de música electrónica con partes en las que, sentado en la batería, refuerza el ritmo, o juguetea sobre él aportando matices muy interesantes a la base. Resultando una música ambiental que uno no sabría si etiquetar de trip hop, jazz, o post-math-electro-whatever.
Sólo en el escenario, y a pesar de lo estático de la propuesta supo defender con soltura la música de su primer álbum Hyle. Eso sí, al parecer, en otras ocasiones se hace acompañar de proyecciones creadas por Ángela Sáez, y creemos que en el teatro le hubiesen dado un punto extra.
Sin duda una noche interesante, en la que salimos con la impresión de haber visto algo nuevo, excitante y arriesgado. En estos tiempos tan raros, en los que parecemos estar todos al borde de la depresión colectiva, contar con gente que enciende la chispa y te emociona durante un rato es impagable, y por eso ciclos como estos que apuestan por el movimiento ante la catástrofe, son tan importantes.