SÍ QUE SE PUEDE
El título de esta crónica es muy significativa, pero hasta última ahora dude en titularla “el metal le da una paliza al Covid”.
Aunque la actuación de los grupos es lo más importante y es a lo que nos desplazamos a Zamora, creo que en esta edición es mucho más importante resaltar las condiciones generadas por el Z! para hacer posible que los melómanos rockeros volviéramos a disfrutar de la música en vivo.
El lugar destinado para el público en el otrora escenario principal del festival fue llenado de conjuntos de dos sillas con una mesa o un taburete en su lateral, para señalizar cada subzona y además apoyar la cerveza o el bocadillo de turno. Cada grupo de 2 personas estaba debidamente separada de los grupos cercanos. Si querías beber o comer algo, solo tenías que decírselo a uno de los muchos miembros de el personal del festival que estaban para atender al público, los cuales tomaban nota de tu orden, te cobraban y a los pocos que está antes te traían la comanda. No se podía abandonar el asiento durante la actuación de un grupo salvo para ir al baño, pero entre grupo y grupo se podía salir fuera del recinto festivalero, para estirar las piernas o para fumar, ya que no se podía fumar en las instalaciones del festi. La mascarilla era obligatoria en todo momento salvo para comer o beber. La entrada y salida del recinto, bien gestionada para evitar aglomeraciones. Con el mismo fin, se eliminó la zona de merchadising y tampoco había pulseras para pagar, con lo que se evitaron los puntos de recarga.
El Z! puso las condiciones que necesitábamos, pero el público cumplió rigurosa y escrupulosamente toda la normativa, demostrando que haciendo bien las cosas se puede disfrutar de la música en vivo. Los vigilantes de una empresa de seguridad que custodiaban las instalaciones se sorprendían de la puntualidad, respeto y formalidad de un público que rayó a un nivel tan alto como el propio festival.
El festival lo abrió The Electric Alley, que con su compacto hard rock, hicieron las delicias del público. Buen sonido y feeling de banda grande.
En segundo lugar actuaron Opera Magna, que contaban con gran cantidad de seguidores. Un sonido muy compacto y una gran calidad instrumental, nos hizo disfrutar de una buena dosis de power. Mención especial para el guitarrista, Javier Nula, que nos dejó la boca abierta.
Los siguientes fueron unos Dark Moor a los que les tocó bailar con la más fea, ya que sufrieron problemas de sonido y tuvieron que recortar un cuarto de hora su actuación para compensar el retraso acumulado. Nos quedamos con el buen sabor de boca que nos dejaron cerrando con “la canción del pirata”.
Como cabeza de cartel se presentaron unos Saurom que sustituyeron a Mago de Oz dos semanas antes del festival. A pesar de no ser muy fan del folk metal tengo que reconocer que fueron los dueños de la noche. Un Migue pletórico y emocionado se metió al público en el bolsillo desde el principio. Narci llevó el peso musical gracias a su virtuosismo multiinstrumental. Ellos dos, junto al resto de la banda, generaron un sonido mucho más heavy del que pensaba que me iba a encontrar. Tremendo. El show más largo se me pasó en un abrir y cerrar de ojos. Triunfadores con todo merecimiento.
Para cerrar, los catalanes Crisix, que nos deleitaron con el set list de su reciente Underground Tour. Energía en puro estado, grandes temas y entrega total. ¿Quién da más? Eso sí, si ya se hacía raro ver al resto de los grupos estando sentado, os podéis imaginar lo que fue teniendo en frente a una banda de thrash metal…
Increíble lo de el Z!. Mientras el resto de festivales tuvo que posponer para el año que viene, ellos han luchado para conseguir realizar el suyo, aunque fuera en un formato diferente y luchando contra viento y marea.
Gracias Z!. Gracias Zamora.
TEXTO: Miguel Alonso.