Mis amigos nunca entendieron mi querencia hacia la música triste. Supongo que en parte mucha gente relaciona la música con los momentos de ocio y los bares, con pasarlo bien y divertirse. Pero la música ante todo es comunicación, y debería servir para llegar más allá de donde pueden llegar las palabras. Por eso puede además expresar sentimientos negativos, de humano a humano, como la ira, la frustración, el odio o la desolación.
Si se trata de purgar el sufrimiento, de sentir algo de compañía ante el abismo de la terrible fugacidad de la existencia y de todas las miserias que la acompañan, nunca hubo nadie como My Dying Bride.
Con el preorder hecho desde principios de año, el sobre marrón me llegó ya durante el confinamiento y The Ghost of Orion se convirtió así en parte de la banda sonora de este año raro. Los discos publicados durante 2020 se han cargado para mal o bien de una energía extraña y los recordaremos para siempre de una forma especial.
Sin duda para My Dying Bride también se trata de un disco atípico. Viene marcado por la época turbulenta vivida a nivel familiar por Aaron Stainthorpe, ya que su hija pequeña fue diagnosticada de cancer y tuvo que cancelar todos sus compromisos de gira, incluida su visita al Madrid is the Dark como cabezas de cartel en 2017. Durante estos años su banda de toda la vida pasó a un segundo plano y ni siquiera él tenía claro que iba a suceder en el futuro. Aunque el disco no está dedicado a esta temática, si que podemos ver algunos reflejos, principalmente en el tema Tired of Tears.
I passed right through her fingers
Her mortal despair, it's me
I read between the gemstones
That dripped from her lips for me
I am so tired of tears
So tired of tears
Lay not thy hand upon
Lay no hand on my daughter
My child sings soft and sweet to herself
I know no life can live forever
Sailing away I go from myself
Shadows wicked, finger is pointing
Wrapped in a sorry shroud of my sickness
Without you I have become a mortal
With this child in my, in my bleeding arms
I am so tired of tears So tired of tears Lay not thy hand upon Lay no hand on my daughter
Durante este hiato Calvin Robertshaw ha vuelto a abandonar la banda, para comenzar un nuevo proyecto bajo el nombre de Many Suffer y editar un primer disco que se llama The Strangest Of Beasts y se publica en estos mismos días. Este dato es importante ya que Calvin formó parte esencial en la primera etapa, participando en álbumes como “As the Flower Withers”, “Turn Loose the Swans” y “The Angel and the Dark River” y fue recibido por los fans como una señal de una presunta vuelta a las raíces cuando regresó para Feel the Misery. Sin embargo, tal y como nos recordó Aaron en la entrevista que le hicimos en 2015, Calvin estuvo en la banda hasta 1998 y su etapa más experimental con el álbum “34.788%… Complete” también es fruto en gran parte de las composiciones de Calvin.
Además MDB han sufrido un nuevo cambio en las baterías, incorporando a Jeff Singer recién llegado de Paradise Lost, con quienes ha roto relaciones debido a la alta exigencia de fechas en directo. En My Dying Bride se encontrará más a gusto a ese respecto, ya que la banda rara vez pasa de las dos decenas de fechas al año.
Por si fuera poco el nuevo disco deja de lado a su sello de toda la vida, el referente (gracias a ellos) Peaceville y se edita a través del gigante Nuclear Blast, quienes han asegurado no tener intención de interferir en la dirección artística de la banda, aunque probablemente les ayudarán a tener más exposición mediática a nivel mundial.
¿Qué nos encontramos en The Ghost of Orion a nivel musical? Pues mientras Aaron continúe a las voces y Andrew en las guitarras el legado estará a salvo. Todos los elementos identitarios de MDB están aquí presentes, incluso el sonido orgánico de las cuerdas clásicas. Sin embargo también nos encontramos algunas novedades, un trabajo de producción más evidente en el tratamiento de las voces, incluyendo melodías dobladas no habituales en el grupo, y una dirección marcadamente Gothic Doom, aunque con algunos momentos en los que el Death Doom se asoma de manera tímida. En general es un disco preciosista y sorprendentemente variado, a la par que muy atado a su estilo.
Las mejores noticias son que tras la experiencia cercana a la muerte como banda My Dying Bride parecen haber recuperado el pulso y mientras escribo estas líneas la mensajera de DHL viaja hasta mi casa con un precioso vinilo salpicado, su siguiente EP – Macabre Cabaret, en el que Aaron se ha atrevido a dejar participar a su pequeña. Es lo que tiene la tristeza, que te hace verdaderamente consciente de la alegría que puedes encontrar en cada una de las cosas pequeñas.