9 de julio, 21:00h, Sala Rock – Beer The New
A lo largo de los últimos siete años, he tenido la oportunidad de disfrutar del talento de Matt Horan en todas sus entregas discográficas y en varios de sus conciertos. Reconozco que llegué un poco tarde a su universo, pero, aún así, he tenido la suerte de presenciar sus conciertos en solitario y con Dead Bronco en lugares como la Sala Los Picos de Liérganes, la Sala Black Bird de Santander, la Sala Rock – Beer The New de Santander, en el Kafe Antzokia de Bilbao e incluso en los estudios de Radio Costa Esmeralda. En todos y cada uno de estos lugares, he podido apreciar la genialidad de Matt a la hora de mutar con sus proyectos y sus bandas. Le considero un actor, un actor con una capacidad musical enorme que es capaz de cambiar de un estilo a otro casi sin inmutarse. Country, americana, folk, hardcore punk, metal, doom metal… Todo tiene cabida en su universo musical y en su particular forma de entender el arte. Se trata de un auténtico camaleón capaz de mutar como nadie en una simple fotografía, un artista con la capacidad de mutación de Scott Weiland y David Bowie al que todavía le queda mucho por ofrecer, no le pierdan de vista.
El pasado nueve de julio, en la Sala Rock – Beer The New de Santander, tuvo lugar la culminación de su capacidad como interprete, el salto mortal definitivo, la guinda del pastel. Matt presentaba su proyecto “American Folk Singer” y, aunque me moría de curiosidad por ver que tenía preparado, estaba completamente tranquilo. Sabía que no me defraudaría. Al igual que intérpretes como Marcos Bárcena, tiene la innata capacidad para dar un gran concierto siempre.
Matt comenzó su concierto con una estremecedora versión del tema “Old Cold Mountain” y, acto seguido, se colgó su banjo y nos regaló dos emotivas e intensas interpretaciones de los temas “High on the Mountain” y “Led Me to the Wrong”, ambas pertenecientes al álbum “Tears From The Mountain”. En este último tema, pudimos apreciar la impresionante capacidad vocal de Matt. No se trata de un tema fácil de interpretar, requiere una entonación especial. En canciones de esta talla es donde residen las sutilezas de este álbum y de este proyecto.
Después de una increíble interpretación del “Love Sick Blues” de Hank Williams, Matt volvió a armarse con el banjo y nos voló la azotea con “Hills of Mexico” y “Sorry Pretty Shiori”. Esta última canción sonó especialmente dramática, Matt demostró de nuevo a todos los presentes que se puede llegar al corazón del público con una canción sencilla y desnuda, tan solo hace falta enfocarla de la manera adecuada.
Antes de que pudiésemos acabar de asimilar la capacidad emotiva del último tema, nuestro hombre volvió a la carga con su acústica y nos sacó de nuestro estupor con una enérgica versión del “Freight Train Blues” de Hank Williams.
Un poco después de regalarnos su “Cuckoo Bird”, Matt invitó al escenario a su compañero Alex Atienza y comenzó la segunda parte del concierto. El dúo arrancó con una impresionante versión a cuatro manos del tema “False Hearted Lover’s Blues” que hizo que se me pusiesen los pelos de punta y me levantase de mi asiento para grabar el momento desde muy cerca. Matt y Alex continuaron con “Appalachia”, “Hard Liquor Goes Down Quicker”, “Drinking Alone”, “Take Me Home” y “Big City Mama”, demostrando que esa noche no necesitaban ningún tipo de apoyo sobre el escenario de la New, tan solo su impresionante química.
Nuestros artistas se retiraron durante unos minutos y, cuando volvieron, nos regalaron un bis glorioso. El dúo se descolgó con una increíble y conmovedora versión del “You Never Even Called Me By My Name” de David Allen Coe que terminó por dejarnos patidifusos, impresionados y profundamente encantados. Simplemente increíble.
El concierto fue tan agradable que un ciudadano escocés se deshizo en halagos hacia el bueno de Matt. Le faltó besarle y llevárselo a su casa.
La euforia era tal que, después del concierto, todavía tuve tiempo para tomar unas cuantas cervezas más y compartir un trago de ron con Juan, dueño del New. El alcohol hizo que la conversación se desviase y al final abandoné el local con cierta neblina, pero la sensación de haber presenciado algo grande me acompañó en mi vuelta de camino a casa. “Take my home mama, take my home…”.