Le tengo muchísima manía al algoritmo de recomendaciones de Spotify. Tengo un amigo que lo usa. Le gusta el Numetal rollo años 2000 y un poco de Metalcore, algo más moderno. Cada semana Spoty le nutre de diez bandas que suenan igual que las otras que le gustan y jamás acaba de morderse su propia cola.
Sin embargo a veces lo uso. A veces quiero escuchar música parecida a la que me gusta, pero que no conozca, para estar a gusto pero no saberme las canciones, para descubrir alguna joya que me entre a la primera, probablemente porque se parece a otra canción que ya me gustaba, aunque no recuerde cual.
Ahí aparecen Tribulation, en mitad de mi confinamiento, friendo unos huevos con patatas que casi se me queman porque me quedé patidifuso con la espátula en la mano mientras sonaba The Lament. Salí corriendo espátula en mano hacia la habitación del ordenador a ponerle el corazón, y a abrir LAST FM porque el nombre me sonaba y no sabía de qué. Resulta que ya les había escuchado hacía años y me había olvidado de ellos.
Ah joder. De estos me había hablado Gabo (Granada Goblin) una vez, mientras tomábamos unos chupitos de Don Julio en el cumpleaños de su hija. Efectivamente entonces ya me gustaron, pero ahora suenan muy distintos.
No es la primera vez que me pasa, como cuando me reencontré con The Gathering en los noventa y me quedé tan sorprendido de que ya no usasen guturales que durante un tiempo estuve convencido de que eran una banda distinta con el mismo nombre. Los grupos que me gustan más tienden a evolucionar y cambiar su sonido con el paso de los años.
Unos meses después me escribe Víctor, (Deidre, Bifrost, Mordor). Me etiqueta en Facebook de vez en cuando cuando encuentra una canción que piensa que me puede gustar y creo que siempre acierta. El disco que me pasa sale con Kscope, y tiene una preciosa portada modernista, a lo Mucha. La canción, y luego el disco se convierten en una de esas bandas sonoras tranquilas de tardes de invierno, en un año en el que salimos poco de casa y nos apetecen cosas relajadas, Wardruna, Trobar de Morte y este, vuelta y vuelta, una y otra vez.
No es hasta que cae en mis manos el “Alive & Dead at Södra Teatern” que uno cabos y me llevo a la vez una tremenda alegría y una gran desilusión. Uno; Jonathan Hultén es el guitarrista y principal compositor de Tribulation. A lo mejor ya lo sabíais desde siempre, yo no. Dos, el siguiente disco, el primero de ellos que voy a esperar con la boca haciéndoseme agua va a ser el último con él en la banda. Jarro de agua fría en pleno calentón.
Tribulation tienen algo que me atrapa y que he ido comprendiendo en todo este viaje por su discografía en retrospectiva. Empezaron haciendo Death Metal, tienen una clara influencia Black Metalera, tienen unas buenas raíces de Heavy Metal Clásico, su guitarrista es capaz de plasmar un proyecto intimista, casi folk, con una producción brillante que hace que la habitación se llene de sonido sin fisuras utilizando poco más que una guitarra y voz. Y todo eso está ahí. Tribulation se sientan en el local y deciden que van a ir al grano, que van a dedicarse a hacer temazos en los que no sobre nada, que van a podar sus composiciones, como quién busca acercarse al Haiku viniendo del Soneto. Pero todo lo aprendido sigue ahí.
¿Entiendes por donde voy? Tienen todas las cartas, pero sólo juegan las que necesitan. Sus últimos discos son redondos y maduros, y éste sin ser el que contiene las mejores canciones juega en esa liga. Además su lírica, su temática, su imagen, es oscura y misteriosa y con eso siempre me van a tener medio ganado.
Es una pena que este ciclo se rompa justo ahora. La salida de Hulten presenta un futuro incierto; éste es también uno de esos álbumes que han nacido un poco muertos, y tendremos que ver si Joseph Tholl es capaz de conseguir que no notemos su ausencia, no sólo en directo, ahí es fácil, si no en las futuras composiciones de la banda.