Terminamos el último tramo del año pasado con la miel en los labios, con una aparente luz al final del túnel, aunque la inseparable mascarilla nunca se marchó del todo, volvías a disfrutar de conciertos de pié, sin sillas, incluso vimos pasar algún pogo muy cerca, algo que nos parecía ya lejano en la memoria, con los bolazos de Voltaje Cadáver y Zaborra en la AC Los Bancos de Atrás. Pero por desgracia, la alegría nos duró muy poco, la palabra “omicron” tomó protagonismo, quién nos iba a decir que íbamos a aprender el alfabeto griego con tanta facilidad, aunque al final parece que es la vida al que nos está haciendo el griego a traición y si vaselina. De nuevo las cancelaciones y las restricciones volverían a la palestra. Como un círculo vicioso que nunca termina. Cambiamos de año y todo se parece demasiado a los dos anteriores.
Dejando atrás los excesos navideños de turrón y demás, pasando la mitad de Enero, de nuevo parece que poco a poco va reduciéndose la tensión, lo que favorece que aunque sea con sillas, podamos disfrutar de algún concierto, como así sería el caso de la noche del pasado sábado 22, en el Escenario Sdr, donde nos tenían reservada una velada espectacular, de esas que se te quedan grabadas durante mucho tiempo, gracias a la gran fiesta que organizaron Menos Lobos, para presentar su nuevo disco «Hasta que el rock nos separe». Un título, más que oportuno, con un trasfondo transversal a todos los que nos gustan los conciertos y todo este mundillo, siendo en momentos como estos, en los que la música acude para salvarnos, para hacernos seguir adelante y que todo esto sea más llevaderos, donde adquiere todo su significado. Llegaría a los aledaños del Escenario Sdr poco después de las 20:30h, cuando tenían estimada la apertura de puertas. La primera apreciación sería la disposición de las sillas, que ocupaban toda la superficie sin mesas, una grata sorpresa para los antisociales como yo, que evita que tengas que comprometer a nadie y puedas ir por tu cuenta, sin que te envíen al palomar. Aunque en este caso sería previsor, por si acaso y coincidiría, después del parón navideño, con el incombustible Txuxty Cano, al que parece que las navidades le han sentado muy bien, cada vez más joven, todo un chaval, está claro su secreto de eterna juventud, los conciertos y nuestra música. Por otro lado tampoco se perderían la fiesta, grandes del objetivo como Paloma Pamacor o Chema Pacheco, lo que nos traía a las claras, que no estábamos ante un evento menor, ni mucho menos.
El cuarteto de Astillero, hace tiempo que han dejado de ser aquellos niñucos de instituto que saltaron a la palestra en 2007. Se han forjado a base de conciertos y calidad, una gran reputación en la escena de Cantabria, con su especial receta de rock urbano, que gracias a las diferentes inquietudes de sus integrantes, combina varias sensibilidades musicales, punk, blues, hard… que luego plasman a la perfección en sus discos y en el escenario, llegando a ganar el 1er premio del Pop-rock Villa de Laredo de 2014 como mejor banda de Cantabria y el Santander Joven de ese mismo año. En la actualidad la banda la componen: Pablo Gómez (voz y guitarra); Pablo Rioz “Damper” (guitarra); Nacho Giner (bajo) y Eloy Campillo (batería). Contando el disco que nos presentaban esa noche «Hasta que el rock nos separe» publicado en 2021, serían 5 trabajos los que tienen en su haber: «Sin Rumbo» (2008); «La Suerte está echada» (2012); «Salvaje» EP (2015); «De Cero A 100» (2017). Más el single «No Fraking» (2013), que fue todo un fenómeno, incluso al otro lado del charco.
Muy puntuales, sobre las 21h comenzarían su actuación, tras una intro de piano, nos darían la mano, sonando el temazo que abre su último larga duración “Te Guiaré”, que transmite mucha emoción, destilando una especial madurez en la voz de Pablo, con un punto de rabia contenida, que me traen a la cabeza a los más recientes Mala Reputación. Rápidamente nos dimos cuenta que esa noche, sobre el escenario iban a ser cinco integrantes, al acompañarles a los teclados David Costas. Enlazarían con el tema “Llanero Solitario” de la referencia anterior «De cero A 100», subiéndonos a la moto, nos muestra una vena más hard, con el rock a cuestas, con los primeros toques de calidad de las guitarras, destacando los buenos desarrollos del bueno de Pablo “Dumper”, conocido en la escena cántabra desde su época en Faltos de Riego, La Jaula de Atenea y ahora también con Martes Martes.
Tras una gran ovación, nos saludarían y agradecerían la asistencia, para que pudiéramos disfrutar, por fin, de la puesta en escena de su último disco. Una presentación, que como le ha ocurrido a numerosas bandas por culpa de la maldita pandemia, llevaban casi 2 años con el trabajo terminado, a la espera de poder ser presentado. Una noche de frío “Invierno”, sería la mejor manera de reencontrarse con el público, para ponerles frente a “El Espejo”, al calor de las guitarras, con la añoranza de los tiempos jóvenes, cuando no teníamos preocupaciones. Con una pegadiza melodía, que te incitaba a mover los pies, aunque fuera sentado. Buenos desarrollos que te elevan por un tema redondo. Su alma blusera también haría aparición en temas como “Como si nada”, muy coreado por los asistentes. Por otro lado, nos invitarían a sumergirnos en las letras de sus canciones y a buscar nuestro propios significados, a ponernos de “Cero A 100” en nuestro paso por la vida, mientras ardía el escenario, guiñándole un ojo a la chica de la curva, porque quién dijo miedo, la vida son dos días y hay que aprovechar cada instante, hasta que venga el señor de la guadaña.
La temperatura no bajaría, todo lo contrario, gritarían “Muérdeme”, mientras el desbocado público lanzaba sujetadores sobre el escenario, muy activo durante toda la noche, como auténticas groupies. Llegaría el momento del temazo que da nombre al último disco «Hasta que el rock nos separe» , gran energía, melodía pegadiza, y gran mensaje, que todos los que vivimos la música como algo más, nos vemos totalmente representados. Sin duda se convertirá en todo un himno clásico de la banda. Continuarían así con amplio repertorio de unas 18 canciones, recorriendo su último disco, junto a otros temas de sus discos anteriores, con varios momentos destacados, como la interpretación del tema “Nada de Nada”, que contaría con la participación como guitarra adicional de Nado (de La Fuga), productor del último disco de la banda, grabado en su estudio Clip, revolucionando el escenario.
Todos estábamos con ganas de fiesta, aunque no podíamos desplegarla como antaño, nos invitarían a ir “Sin Frenos”, que no amanezca pronto, y que continuáramos la fiesta en el “Mala Vida” de Río de La Pila. Otro momento especial sería la interpretación del tema “Nunca Haber sido”, como así hace en el disco, por el bajista Nacho Giner, una grata sorpresa, que me trajo a la cabeza a Santi Balmes de Love of Lesbian, por esa especial marcada personalidad en la voz, que merece que se use en más temas en el futuro, sin duda uno de mis tema preferidos del último disco, tema dedicado a los que buscan significado a la vida. En la recta final destacaría “2020” , otro gran himno, que cierra su última referencia, que sería coreado por todo el público. Tema inspirado durante el confinamiento de la pandemia, que trasmite mucha emoción, con el trasfondo de la incertidumbre que nos asoló durante esos días, que no nos acabamos de quitar de encima.
Posteriormente, abandonarían el escenario, con la típica de me voy, pero no me voy del todo, en esta ocasión, se quedaría el teclista invitado de esa noche David Costas, creando un momento íntimo, de música ambiental muy bueno, para luego ir entrando el batería y el resto de la banda, para enlazar con el tema “El Mañana (a mí me gusta)” de su álbum anterior «De Cero a 100». Tras, ello con el público muy arriba, cuando parecía que la actuación llegaba a su fin, nos sorprenderían, una vez más, volviendo al escenario, para interpretar el tema más reclamado de la noche por sus incondicionales “Caperucita”, de su primer disco «Sin Rumbo», todo un clásico, que no podía faltar en una noche tan especial como aquella, que terminaría de poner patas arriba y reventar el Escenario Sdr. Llegaría ahora si, a su fin el tremendo bolazo que Menos Lobos descargó sobre el Escenario Sdr esa noche. Creo que fue en 2018, la última vez que le vi en la Sala Cantabria junto Silenciados y en el San Antonio rock de Muriedas, de ese mismo año. Un año completito, en el que también grabarían su DVD en directo del «De Cero a 100» en las fiestas de San José de su pueblo, El Astillero. Desde entonces, la progresión de la banda ha sido espectacular, y es que esos más de 10 años de andadura, se notan un montón.
A parte de la calidad como músicos, les gusta lo que hacen y eso se nota, lo transmiten sobre el escenario. Tuvieron los arrestos de plantarse en solitario en el Escenario Sdr, sin ninguna banda más en el cartel, y estoy seguro, de que nadie la echó en falta, ellos solitos, llenaron el escenario como si de un festival se tratara, congregando gran cantidad de incondicionales, creando una noche única e irrepetible con una gran puesta en escena, incluyendo recurrentes e impactantes chorros de fuego.
Crónica y fotos: John Man.