

Por desgracia, llevamos un tiempo abriendo crónicas de conciertos y reseñas de discos hablando de las penurias que han pasado las bandas para volver a tocar o grabar, de discos que han quedado enterrados, de la pasta que han palmado y demás desgracias. Siempre solidario un servidor.
Inicios y finales, tropiezos, estafas y esfuerzos sobrehumanos sobre los que giraba la conversación con los pocos, poquísimos, que en la puerta de la madrileña sala Nazca andábamos sobre las 20hrs del pasado 3 de Junio. Es más, por primera vez en mi vida entré tarde a un concierto debido al escaso movimiento, y que mi reloj biológico debió interpretar que era más temprano. Resultado, entrada temerosa a la sala y confirmación de la poca afluencia a primera hora, 50 siendo generoso…
Abrió el evento REEPER, la banda gerundense liderada por el guitarrista argentino Elías Andrada, que se ha sabido rodear maravillosamente de Alberto Martín al bajo (DCD, Mónica Naranjo, ex-Hamlet, ex-Skunk DF), Matt del Vallejo a la batería (Ankhara, Mónica Naranjo) y el gran Erik Cruz a la voz, nunca mejor dicho.

Dentro de los temas que pude disfrutar, “Rebound” y “Dissapear”, buques insignia de la formación, sonaron gigantes y no sufrieron ni una pizca del mal del telonero, tristemente vigente en muchos eventos todavía. La verdad es que la Nazca siempre cumple en ese sentido cuando no hay boikots de por medio. REEPER hizo todo lo que debía y todo bien, demostrando que son musicazos y tienen bien trabajados los temas. Erik y Alberto hicieron lo posible por mover a la sala, pero tristemente había poco que mover. Buena apertura en definitiva, a pesar de lo sorprendente de encontrar una banda de hard rock abriendo un evento de Bloodhunter y Killus, pero que a su vez siempre es de alabar al ideólogo de carteles de menú variado, con sus pros y sus contras.


Y bien hablo de un evento de Bloodhunter y Killus o Killus y Bloodhunter, porque dentro del centenar que allí estábamos cuando saltó Killus a escena, muchos habían venido a ver a Killus. Bandaza con solera, envueltos en mil “fregaos” y con muchos tiros ya “pegaos”. Te puede gustar más o menos su propuesta musical fuertemente encasillada, pero animales en el escenario como demostraron una vez más en esta noche.
En formato cuarteto y liderados por el bajo del gran personaje que es Permutoxx, reventaron la sala con un sonidazo espectacular, defendiendo maravillosamente su último trabajo “Devilish Deeds”. Primer trabajo con nueva formación y publicado en el fatídico inicio de 2020, otro de esos posibles discos enterrados… Presentaban en la capital a un mastodóntico Javi Ssagittar con una presencia vocal digna del sargento Hartman. Que bestialidad! Solo faltaba sentir sus babas en la cara.


Mucho movimiento sobre el escenario, que intentaron contagiar al centenar con relativo éxito inicial pero cuajado en la parte final a base de encadenar clásicos y temazos como “Fuck N’ Roll”, “Welcome to my Madness”, “Feel the Monster”, “El Péndulo” y el emblemático “Ultrazombies”. Derroche de entrega y profesionalidad en un estupendo regreso al sonido industrial noventero y de disfrute irremediable si tienes sangre en las venas.
Listón muy alto para los “cabezas” de cartel, BLOODHUNTER, quienes presentaban su tercer trabajo “Knowledge Was the Price” iniciando una corta gira concentrada en 7 fechas para este verano. La agenda de esta banda ha cambiado mucho, en comparación a la anterior vez que pude verlos teloneando a Nervosa, donde probablemente se fraguó algo más que una bonita amistad. Aquel día, los gallegos afincados en Madrid, sonaron fatal, todo lo contrario a lo que nos esperaba en la Nazca.
Clásica apertura con “La semilla del diablo” y descarga tremenda de “A Twist of Fate to Come”, una de las joyas de su nuevo álbum y tema ideal para presentar a Adrián Perales a la batería. Descarga tupatupesca en clave Gotheborg, con la que asombrosamente nadie se movió. Serán imaginaciones mias, pero allí había menos gente, o al menos más dispersa que con KILLUS. Siguieron con las infalibles “Let the Storm to Come”, con la que es difícil no convertirse en orco si aprecias el death metal, “Still Standing Still” o la sincrónica y grooveta “Spreading Your Disease”, con las que te vuelves presa de los hipnóticos duelos entre Arcos y Starless. Magistrales ambos todo el concierto para la complejidad que se traen entre manos.
Tras una micropausa en la que se resolvieron los problemas de RF del micro de Diva Satánica, era el turno de “Knowledge Was the Price” y “Nothing Beyond the Realms of Death”, piedra angular del nuevo disco y posible faro del camino de BLOODHUNTER, con la que han añadido ese prog que tanto les gusta y les eleva a otra esfera. Deleite puro. Desde ese momento sonidazo, vozarrón y golpeo ante una sala que permanecía estática a pesar del buen hacer de la gran Rocío.

Punto álgido con la aparición de Rubén Kelsen (DEBLER) quién emuló a Ripper Owens en la heavy “Never Let It Rest”, para continuar termorregulado con la potente “Possesed by Myself” y rematando el bloque con el precioso homenaje a Alexi Lahio dándolo todo en “Bodom After Midnight”.
El cierre se iniciaba presentando a Clau Violette (ASTRAY VALLEY), haciendo de Rosalía Sairem junto a Diva en “The Forsaken Idol”, para rematar con el himno “Embrace the Dark Light”, momento en el que la falta de sangre en la sala me hizo guardar el móvil y buscar aliados para organizar un circle pit de emergencia y asi honrar, con “Bring me Horror”, lo que BLOODHUNTER merecia esta noche por nuestra parte. GRANDES!

Recomiendo enormemente a la peña de las próximas ciudades por las que pasarán con su propuesta estos formidables músicos, especialmente la fecha de Vigo, junto a DIOIVO, eso puede ser antológico.
Enlazando con el inicio, toca ejercicio de autocrítica y dejarse de lloros. ¿Cómo es posible un evento de estas características, a ese precio, en esta sala y sin apenas competencia de agenda en la ciudad, tenga semejante respuesta?
Siempre queda el consuelo de haber disfrutado de un gran evento, que además se hace exclusivo por estas circunstancias, pero que deja una nube negra con olor a peligro de insostenibilidad…
César Ruiz Banegas