A mi lo de Oscar Muñiz se me hace como lejano. Para mi siempre fue y será Oscar Nexus. No se si habéis reparado en ello, pero más allá de la referencia a Blade Runner, Nexus significa conexión o enlace. Mucho se habló ayer de la red de contactos de Oscar, de que siempre te pasabar el teléfono de alguien que conocía y era de confianza y te lo podía arreglar en un momento. Mi último whatsapp con él fue para pedirle consejo sobre contratar una carpa en la feria del libro de Miengo. En la misma feria en la que le rendimos homenaje con el mural de Inma Bragax un mes después de perderle. Nexo o unión: El enlace se ha demostrado tan potente que incluso desaparecido oscar se mantiene intacto, como una tela de araña que sobrevive a la muerte de su tejedora.
Hace un par de años o cuatro conocí a la gente de Numanguerrix. Me pareció tan potente e interesante su trabajo que me les traje a presentar Aius: el Destino de Numancia. Hicimos una entrevista en la radio, toda la promo posible en redes, se dio la matraca desde la tienda. Los sorianos trajeron láminas firmadas y un maniquí vestido de romano para explicar el asedio. El día de la presentación allí estábamos Yexus, Oscar, mi amigo Alberto, su hijo y yo. A veces pasa. Me disculpé con ellos por el fracaso y me respondieron que el viaje no había sido en balde, porque habían conocido Nexus y a su librero y sólo por eso merecían la pena los kilómetros. Así era Oscar.
El acto de ayer en Tabacalera fue lo más parecido a un funeral que yo quisiera para cualquiera de mis amigos. Lagrimas y risas, el recuerdo y la celebración de la vida, del legado, de lo que vivimos juntos y lo que nos quedó por vivir. El cristal de los dibujos que coleccionaba nos devuelve el reflejo; algo nos da de vuelta, algo de nosotros se quedó ahí dentro.