El pasado viernes 26, peregrinábamos hacia la sala Silikona, contentitos, con la golosina de disfrutar un concierto que prometía. No sólo era ver a Vanagloria, veterana banda de hardcore madrileña que sabemos que no defrauda en sus actuaciones, Unnamed una joven y a la vez veterana banda toledana que se está abriendo paso con su primer disco. Representaba ver por primera vez, en el terruño a Lutharo, en su gira To Kill Or To Grave Tour Spain. Tras subir como la espuma en Canadá y lanzar su primer “full-length”, nos obsequian con su visita a España, en forma de 6 citas por distintas ciudades peninsulares.
Pues bien, el periplo del viernes comienza con un retraso en la hora de apertura. Podíamos hablar con Cory Hofing y Victor Bucur en la previa y nos contaban que habían estado trabajando duro con el sonido porque era complicadillo el tema. Así las cosas, estábamos esperanzados en un cambio respecto a las experiencias recientes en esta sala. Se iba acercando la gente a la puerta, los “sospechosos habituales”, que siempre coincidimos, y algunos menos habituales o menos conocidos, aunque no en gran número. Entradas había de sobra y vimos algunos rezagados comprando de última hora. El momento de entrar llegaba y nos frotábamos las manos. La noche la abrían Unnamed.
Lo primero que nos sorprendió, era la poca luz en el escenario. Primero pensamos que era cosa de la propia banda. En su espectáculo usan unas caretas muy pintonas que resaltan muchísimo en la oscuridad y le dan a la performance, un aire original, y un poco industrial. La verdad que bastante vistoso, pero… ¡Fuera máscaras y fuera falda de Vero Díaz! Genial, ahora encenderán las luces y el espectáculo será de luz y color. No pasó nada. Vale, “el show debe continuar”. Será que no le ponen luces a este grupo, elucubrábamos, pero por poco tiempo. Finalmente nos chivaron que no había técnico de luces y no era una excentricidad de los Unnamed, sino un problema de la sala, que no iba a subsanarse esta noche.
A pesar de las contrariedades, Vero Díaz, ya vestida para matar, no paró de interactuar con el público, cantando entre todos nosotros. Moviendo a la sala, en definitiva. Arrancaron el setlist con su single Oscuridad, de su homónimo LP y desarrollaron, como era de esperar básicamente Oscuridad con un par de añadiduras entre las que estuvo una versión del clásico de Depeche Mode, Enjoy the Silence. El tiempo no daba para más y el primer concierto se daba por terminado.
En el “cigarrito de después”, nos juntamos algunos medios, y los temas más comentados, aparte de los privados que aquí no voy a contar (si no se perciben primas), fueron las dificultades de fotografiar en esas condiciones lumínicas, derivado de lo mismo, la sosería de escenario que quedaba sin luz, más negro que el sobaco de un grillo y la poca afluencia de público. En total, aproximadamente 60 personas. Quita acreditaciones… ¡Echad cuentas! Una pena, porque la propuesta era más que atractiva, estaba muy bien de precio y era viernes ¿Qué mejor manera de comenzar un finde metalero? Vaaaale, es agosto, pero aún así…
Con los pulmones cargaditos y después de haber cacareado un rato fuera, volvemos al frente y es el turno de Vanagloria. Ya lo de la oscuridad no nos sorprende. Podríamos buscarle el lado positivo y ver lo romántico que podría ser, pero las circunstancias sentimentales, creedme, no eran las más adecuadas y además, el colega que me acompañaba en las labores propias de nuestras crónicas, era un tío grande y con barba. Definitivamente, no era mi tipo.
Los Vanagloria son unos viejos conocidos de la afición madrileña “metalcoreña”. Una banda seria, profesional, resolutiva y bregada en estas lides, en la que destacaría a su guitarrista, Ivan Roca, que se salió como siempre y a Luis Miguel Merino, su vocalista y front que ejerció, con autoridad, como tal. No paró de agitar al público bajando a la pista junto con Ivan y extremando la cercanía con su público. Son un valor seguro y como decía al principio, no defraudan. Lo tuvieron duro. No entraba público y ya se manifestaba la escasa venta de entradas. Los Vanagloria, a lo suyo que es darnos lo que nos gusta con temas comprometidos como siempre han hecho. Desgranaron un set plagado de nuevos temas para finalizar con Sigue Lloviendo de su cuarto álbum Decadencia y La Dinámica del Miedo de su tercer “larga duración”, al que daba nombre. ¡Un clásico!
Nueva parada para comentar la jugada, pero corta porque acabando Vanagloria ya veíamos a Victor Bucur detrás de nosotros con el arma cargada, me refiero a su “V”. No tardaron en subir, en la penumbra ya comentada. Krista Shipperbottom se hizo esperar. Subió la última, creando más expectación si cabe. Había ganas de que llegara este momento ¡Ver a los Lutharo en Madrid!
Desarrollaron el mismo set que vienen defendiendo en los últimos conciertos en esta gira, arrancando con To Kill or to Crave, con su intro muy melódica y evocadora que rompen la batería de Cory Hofing y la tremenda voz de Krista con un grito estremecedor y… ¡Ya está el lío armado! Con los coros de Victor y toda la banda rebosando poder, en este tema con aires “powermetaleros”, “épicos” al que añaden la mezcla de voces melódicas, screaming y guturales que tanto nos pone. Y nos gusta por la fuerza que añade a las interpretaciones.
Continuando con temas de su último trabajo, entregaron Phantom. Su riff pegadizo no se nos despega ni con agua caliente y, un adelanto… Va a ser así toda la noche, porque estos chicos saben cómo llegar. Son sus composiciones, sus interpretaciones, su encanto y su actitud. Ya son grandes aunque estén en camino de consagrarse.
Es el momento de volver al pasado, a su primer y muy interesante EP y escuchar Unleash the Beast, de título homónimo. Aquí comenzó todo y se fue forjando el ascenso de esta banda, con todo merecimiento. Las armonías “guitarriles” (lo que pudimos escuchar) y la labor de Victor Bucur y John Raposo, alternándose en perfecta coordinación fueron para recordar.
Damos un salto en el tiempo y en su discografía. Nos situamos en su segundo EP, Wings of Agony. Los primeros acordes de Diamond Back comienzan a sonar, teniendo cierto aire familiar con What Sleeps in Your Mind (siguiente hito en el set) resulta más agresiva. Me gustó especialmente. En todo momento, el ritmo frenético de un batería de excepción como Cory Hofing es inestimable ¡Qué grande!
Hablando de What Sleeps in Your Mind… Éste ya del nuevo álbum Hiraeth (2021) que vienen a presentar en esta gira. A mí me recuerda mucho a otros canadienses de renombre y calidad contrastada a los que Lutharo ya ha teloneado antes, Unleash the archers. Una de las que tiene una melodía más pegadiza y una letra que habla de superación y confianza en uno mismo que resulta bonita y estimulante. Al menos, a mí me tocó, pero eso ya son apreciaciones subjetivas y coyunturales, lo que no quita mérito al tema, que es un temazo.
Un pasito hacia atrás, para ubicarnos en 2020 y en su EP Wings of agony, redondo y potente por todas partes que se mire. Se arrancan con el tema que da nombre al EP. Comienzo en limpio de las guitarras para desencadenar la tormenta con los gritos de Krista Shipperbottom, superlativa en las voces, tanto melódicas como guturales en las que ayuda Victor Bucur. El tema es de los más aplaudidos y más poderosos.
Ya no vamos a abandonar Hiraeth hasta el bis. Son los elegidos para este tramo del concierto Hopeless Abandonment, Worship y Lost in a Soul. Se hizo corto. Queríamos más y siempre queda la esperanza de que nos sorprendan con algún bis más. Creo hablar por casi todos que hubiéramos quedado como “estaca en cerca” si los bises se prolongan, pero no hubo suerte, tampoco esta vez. Era hora de acabar y el colofón final estaba reservado para el bis Blood Lightning, de nuevo de Wings of agony. Quizá el más espectacular de sus previos EPs.
Con pena por el fin del concierto y las condiciones en que se desarrolló, pero a la vez felices por haber disfrutado de la profesionalidad, simpatía y cercanía de tres bandas “como tres soles”, damos el bolo como finiquitado. Abajo, preguntaba Victor Bucur, pidiendo confirmación, si se había llegado a escuchar su guitarra. Lo cierto es que fue, vino, pero en general NO. La batería por su propia naturaleza acústica y los mandobles que le metía Cory Hofing se percibía omnipresente. Algo parecido sucedía con Krista Shipperbottom y su prodigiosa voz, que se escuchaba sin necesidad de micro ¡y menos mal! Hubo un momento en que, sinceramente, creí que se rompía. El duro curro de las cuerdas se vió muy perjudicado por el sonido.
Para cerrar, me gustaría destacar el trabajo profesional de las tres bandas, su proximidad, afabilidad, aún en circunstancias adversas, la disposición de todos y en especial, me quedo con las palabras y la actitud de un Victor Bucur que siempre con una sonrisa y mucho sentido del humor, enterándose de que no se le había escuchado, al final nos decía, algo así como: “Si se ha escuchado a Krista, está bien. La próxima vez será”.
Texto y fotografías: Juan Carlos López Aguilar.