Si hay algo que ha definido la carrera de Robe es hacer lo que se le ha puesto de los cojones. Y punto. Cualquier etiqueta que le hayamos querido colgar se le ha ido quedando pequeña, y a día de hoy sólo podríamos hablar de rock progresivo para intentar acercarnos. Sacar canciones de un cuarto de hora, pasarse por el arco del triunfo las radiofórmulas y aun así petar las listas de ventas en el S. XXI? Sí se puede.
Si hace dos décadas Robe ya dejaba claro a los medios que Extremoduro era él, ahora dice que Robe es más banda de lo que nunca fue Extremoduro. Extremoduro soy yo y con los que me junto. Esta gira ha hecho tanta convivencia, ha tocado tan alto y tantas veces (casi setenta!!) que funciona como una maquinaria de reloj. Compositivamente, y en directo. Lejos queda la época del descontrol, la madurez ha llegado para dar el mayor brillo a aquel diamante en bruto que tenía mucho más que decir de lo que las primeras pobres producciones mostraban. (Aunque también nos encanten).
Las estructuras compositivas de Robe se han ido complicando cada vez más, siguiendo la línea impuesta por la métrica libre de Robe. Además el particular sonido de este septeto hace que la música que arropa a la voz sea hoy en día difícilmente equiparable a la de otras bandas. La presencia del violín, el piano y el órgano hammond hacen que las referencias a la música clásica no estén sólo en las estructuras, si no que toda la composición se pueda seguir como una obra sinfónica en la que batería, bajo y guitarra no son la base exclusiva, si no un elemento más en el conjunto.
Mayéutica o método filosófico Socrático es el uso del diálogo para encontrar la verdad. Formular las preguntas adecuadas para que el interpelado alcance las respuestas por si mismo. Como una matrona que pone los medios para facilitar el parto.
La portada de Mayéutica muestra una abstracción que podría representar precisamente a una vagina, aunque tal y como vemos estos días en la página oficial de Robe podría más bien estar inspirada en una microfotografía de un estoma del fruto del Azotalenguas tomada por Isabel Sánchez Almazo del centro de instrumentación científica de la Universidad de Granada. No parece que la confusión sea involuntaria, si no provocada. Nos sugiere esa vieja reflexión que ve similitudes entre una pupila y una nebulosa, entre las células cerebrales y las galaxias, entre el nacimiento de una célula y la muerte de una estrella. Lo infinitamente pequeño y lo descomunalmente grande, la teoría del todo.
No es raro que Mayéutica crezca en direcciones insospechadas, porque plantea preguntas y no da respuestas. Comienza caminando en círculos por una casa vacía tras un abandono. No es una introducción, es un interludio. Hubo un antes y habrá un después. De hecho todo este trabajo puede entenderse como una continuación de La Ley Innata, incluso con motivos recurrentes que dialogan entre ambos discos, lo que lo hace aun más largo de masticar y digerir si lo entendemos como un conceptual doble, ¿o triple?.
Bien podría Robe haber esperado a la gira de Extremoduro. Vivir de un pasado que nunca hubiese dejado de dar réditos, arrastrar por los escenarios la sombra de lo que fue, cantando palabras que ya no siente ante un público que sólo quiere aplaudir a su propia nostalgia. Sin embargo su valentía nos entrega canciones difíciles de digerir. Sigue triunfando, con todo su carisma y con su verdad por delante, y al que no le guste… ya sabes lo que decía el título de aquel disco en directo.
Oskar Sánchez