Siguen cayendo hojas del calendario, y sin darnos cuenta una vez más casi llegamos a la recta final de un nuevo año. Poco a poco toca recopilar y hacer balance. Habíamos dejado atrás la pandemia, pero asomó la sombra de la guerra, una sombra demasiado alargada, perdida entre juegos políticos e hipocresía, que puede precipitarnos al vacío.
En lo personal, ha sido un año difícil ante la pérdida de mi padre, te hace poner en valor lo que haces con tu vida. “Lo menos frecuente en esta vida es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo” decía Oscar Wilde. Y es que pasamos un montón de tiempo en mirar a futuro, dejando pasar el presente, el momento que estás viviendo frente a tus narices, míralo bien, quizás sea el último. Tras maltratarte un poco frente al espejo, intentando abrir los ojos y te consuelas, “No se tome la vida demasiado en serio, nunca saldrá vivo de ella”, aconsejaba Elbert Hubbard. Para ello, como he comentado en varias ocasiones, nuestras aficiones, están ahí para ayudarnos, en mi caso el anime y la música, siempre están ahí, como un gran salvavidas al que agarrarte, cuando todo parece derrumbarse. Por ese motivo, siempre que puedo acudir a buen concierto, es la mejor de las medicinas. Por desgracia, tras lo de mi padre, hubo que re-ordenar nuestras vidas en casa y eso hace que tenga que reducir las incursiones. Por lo que en estos momentos, en los que también ha habido una eclosión espectacular de conciertos, solapándose muchas veces los eventos, toca poner encima de la balanza, aquellas bandas que aun no he podido ver. Y esta noche sería una de ellas, con los míticos TIERRA SANTA, banda que tengo especial cariño, con muchos de sus temas incorporados en mi bso personal.
Para disfrutar del evento, nos trasladamos a tierras astures, a la ciudad de Gijón, a la Sala Acapulco, una de las instalaciones incluidas en bonito edificio del Casino de Asturias, si no me falla la memoria, creo que era la primera vez que iba a esta sala, situada en las catacumbas del edificio, tras bajar unas escaleras, una vez pasas la elegante entrada principal. Sala bastante grande para unas 700 personas, y con buena visión del escenario. Cuando llegué sobre las 21:15h no había mucho público, pero posteriormente si tuvo una muy buena ocupación. Con una buena mezcla de veteranos y algunos jóvenes, se ve que la semilla de una banda mítica como Tierra Santa aun perdura. Como suele ocurrirme, en las incursiones a tierras astures, me suelo encontrar con parte de su armada de incondicionales del mundillo de las crónicas, en este caso con el grande del objetivo Nacho GS, y también a Jose Miguel “Lago” (Piratas de Libertalia), que tampoco quiso perderse el evento, a los que envío un abrazo desde aquí, siempre poniendo su granito de arena para que la escena se mantenga.
Pasarían las 21:35h cuando Tierra Santa ocuparía el escenario, de la Sala Acapulco, tras una intro caeríamos en la tentación y seríamos desterrados de los cielos con “Pecado de Ángel”, uno de los grandes temas que se incluyen en el último trabajo de los riojanos titulado «Destino», que hace el número 12 en su carrera, la cual se iniciaría en 1997, por la tanto también estaban celebrando sus 25 años de andadura. El tema tiene un potente vídeo, en el que nuestra música representa la oscuridad, en forma de guitarra suspendida en el cielo, esa tentación a la que se aferra y condena al protagonista, el Ángel Caído, junto a la humanidad. Ya escuchando estos primeros momentos surgiría la magia, gracias a Ángel San Juan y su personal voz, sin duda clave de la identidad de la banda, que te retrotrae a sus comienzos, ese sonido que le convirtió en una de las grandes bandas del metal en castellano. Una auténtica gozada.
Sin tiempo para enfriarnos, dispararon con el primer clásico de la noche, “Indomable”, título homónimo de su 5º álbum de 2003. Guitarras a mil por hora, caña y caña sin parar, que en directo sonó como un auténtico cañón, algo que sería la tónica durante todo el concierto. Con este tema, se alzarían los primeros puños al cielo de la noche de Gijón. «(…) Corazón indomable; Morirás por la libertad; Luchador implacable; Con alma inmortal; Corazón indomable; Morirás por la libertad; Luchador implacable; Con alma inmortal (…)». Tras saludarnos, volveríamos a su último trabajo, con el tema que abre el disco “Por el Valle de las sombras”, sumergidos en la perdición de un pacto con el diablo. Tema lleno de épica, que nos llevó en volandas coma así hicieron durante la hora y cuarenta y cinco minutos de bolazo que se marcaron, con unos 21 temas, salteados de grandes himnos de su repertorio, con temas de su último trabajo. Temazos como “Sangre de Reyes” te sumerge en los mares de la desesperación, con un Ángel sonando espectacular, junto a las grandes guitarras. Visitaríamos “Tierras de leyenda” con el espíritu Maiden característico, con una velocidad endiablada en las guitarras. A más de uno seguro que le caerían algunos lagrimones, al reencontrarse con estos temas míticos.
Uno de los momentos más intensos de la noche sería el momento de arder en la hoguera junto a la Doncella de Orleans, “Juana de Arco”, sin duda uno de mis temas preferidos de su repertorio, que siempre me trae muchos recuerdos, tan lleno de épica. Con el trasfondo del personaje histórico, al que también me evoca al personaje que la representa en la serie de la franquicia Fate del anime Fate/Apocrypha. Muy coreado por todos, «(…) Arderás; En la hoguera; Por defender a tu dios; Y aunque las llamas te abrasen la piel; Nunca escucharan tu dolor; Y aunque su dios al final le falló (…)».
No abandonaríamos personajes históricos, con demonios en su interior, como “Nerón”, con una intro de teclados y un rollo a lo Raimbow o Purple, ochentero muy bueno. Buscaríamos romper la maldición, para superar la adversidad a bordo del “Holandés Errante”. Otro momento para el recuerdo sería ver surgir sobre el escenario al caballo halado “Pegaso”, que hizo que todos alzásemos los puños. Tema al que un fiel seguidor de los Caballeros de Zodiaco, siempre tiene una especial motivación. Con grandes desarrollos de guitarras. Su último larga duración, contiene grandes temas con la esencia de antaño, como “El Dorado”, una lección de vivir el momento, no consumir la vida en buscar imposibles que nunca llegarán. “Destino”, el tema que da nombre al disco, también destaca, con ese alma maiden, de su adn, que nos invita a alcanzar la eternidad, entre grandes guitarrazos.
Tras una breve ausencia, encararíamos el final de concierto con los bises, con otra dosis de temazos clásicos. Comenzando por “Alas de Fuego”, otro de mis temas preferidos, «(…) Alas de fuego; De tus cenizas resurgirás; Arriba en el cielo; Vuela tu llama inmortal; Alas de fuego; Dueño del viento y la tempestad; Y aunque la noche te atrape; Tu fuego siempre arderá (…)». A continuación, nos perderíamos por las arenas del desierto atrapados en una maldición “La Momia”. Dejaríamos salir nuestros demonios interiores “La Sombra de la Bestia”. Seguiríamos los pasos del Cid, alzando la espada de la reconquista con “Legendario” , otra gran temazo de su repertorio, para concluir con tal vez, su himno más conocido “La Canción de Pirata”, que nunca puede faltar, por su puesto muy coreada por toda la sala, un auténtico colofón a un gran bolazo, cargado de nostalgia, el que se marcaron los riojanos. Tierra Santa, ha sido objeto de controversia desde sus comienzos, por salirse de los cánones del heavy clásico, con una voz no aguda, algo que personalmente, también no supe poner en valor en su momento, y que en en la actualidad, he sabido apreciar, con muchas bandas de Jmetal, la música transmite de muchas maneras y se puede ser tan power como los temas más clásicos de antaño, pero con un registro de voz diferente.
Gran noche para el recuerdo, jugando con la nostalgia, cargándonos las pilas para una buena temporada y es que Tierra Santa, ha sabido poner su sello personal, en el metal de este país y en muchos otros, ayudando a evadirnos por un instante de nuestras preocupaciones. Volveríamos a casa, tras pasar por el puesto de merchan y adquirir su trabajo más reciente, y es que Tierra Santa, estará en nuestro «Destino» siempre.
Texto y fotos: John Man.