Abría el festival Cantabria Infinita, en su primera entrega el día de las instituciones y a apenas 30 metros de la mismísima Casa de Juntas donde se perpetró todo, Casapalma con una propuesta muy atrevida que mezcla sonidos tradicionales montañeses con instrumentos más modernos y técnicas de la música electrónica. Casapalma lo forman: Joel Molina a la parte instrumental, manejando a la par la guitarra eléctrica, el teclado y los samplers cargados con sonidos de la tierruca; y a la voz Irene Atienza, cantante experimentada no solo en folklore cántabro, pues ha triunfado cantando fados brasileños como pudimos comprobar recientemente en el ciclo Música en la Plaza de Santander (este es el enlace al concierto de Casapalma en dicho ciclo: https://youtu.be/W9t052l1fko).
Durante el concierto pudimos disfrutar de todo tipo de canciones típicas transformadas en hits contemporáneos, pues el toque que le imprimen las haría “dignas” de cualquier discoteca. De hecho, la plaza del parque fue tímidamente convirtiéndose en una pista de baile en la que los que no temían salir de la sombra de los árboles se lanzaban al paso de las jotas ligeras o al estilo libre de los niños, pues el público era bastante familiar como se puede esperar de unas fiestas, y todavía no había transicionado hacia la media de edad amante de la música de los 70s de Gwendal. Un aspecto muy enriquecedor del concierto fue el papel didáctico que desempeñó Irene al introducir cada canción, destacando también la parte sentimental de letras que tocan a todo un pueblu, pero sobre todo dando mérito al trabajo casi antropológico que han realizado para rescatar estos sonidos y textos en sus canciones. Incluso llega el extremo de combinar lo sentimental con lo antropológico cuando pinchan la voz de su propio abuelo, capturada en una cinta guardada con celo durante décadas, y canta sobre ella, sin duda uno de los momentos estelares de la noche.
A la hora, casi, señalada, entraban en escena Nel Tardíu, para su cita en el Parque de la Robleda de Puente San Miguel. En la festividad de las Instituciones. Tras la actuación de CasaPalma, llegaron los del diablillo para marcarse una buena jorra y hacer que los presentes se rompieran a bailar antes de la llegada de Gwendal. Comenzaron la noche de folk, rock y ska con “Treboleska”.
“Dama” comenzó con la voz del guitarrista, Carlos, rasgando el silencio para pronunciar: “Ni por la gracia de un dios, ni por la dama del lago, no queremos ningún rey, ni ningún jefe de estado”. Las palabras se mezclan con los primeros trastes de guitarra y la primera línea de bajo. La gaita a manos de Pin cobra vida completando la melodía con ese toque folk que es inconfundible y que les caracteriza desde hace algo más de 25 años. “La Dama” es una declaración de intenciones, desde los primeros minutos del show. Nel Tardiu dejan clara su ideología, por lo que nadie se puede asombrar de lo que se encontrará a lo largo del concierto.
Si gustan a la gente es precisamente porque son perfectamente imperfectos, gente sencilla, tienen voz y un mensaje claro, pero también mucha personalidad. Para muestra su guitarrista, Carlos, con el pantalón tributo a Van Halen, su batería, Andoni, que siempre estrena calcetines molones para cada show, Marcos, que completa su voz con las camisetas repletas de mensajes con mucho significado, Pin el gaiteru loco y sus looks Rage Against The Machine, y su bajista, Bertuco, que llevaba una falda similar a la pasiega de romería con la camiseta del Lábaru bordado. Un guiño a las tradiciones, a las raíces y un paso hacia la libertad de expresión y el respeto a la diversidad, dentro de esta sociedad, que tanta falta nos hace. Como sociedad necesitamos más pasos hacia delante y menos censura.
“Al albiar”, nos promete fiesta hasta el amanecer. Y eso es lo que son Nel Tardiu, fiesta, ritmos bailables de los que incitan a mover el cuerpo y dejar que el sonido te lleve. (Hasta la gente mayor con problemas de cadera lo da todo en su concierto). “Galopar”, la más, aparentemente, tranquila de todas, donde la melodía parece deslizarse, es recordar a Rafael Alberti y su conocido poema. Siempre que la escucho me trae recuerdos de un viejo póster de mi niñez.
“Mdm”, Montañesas de Mordor, se abre con la gaita para deleitarnos con una montañesa. Pronto todos los instrumentos se acoplan a la perfección. La guitarra de Carlos destaca sobre el resto para dar entrada a la voz de Marcos en la que para mí es la canción sonrisas porque habla de cómo a veces hay que dejar la tierruca para buscar trabajo y que siempre soñamos con volver, pero también describe como nos sentimos la mayoría de los cántabros con la llegada del turismo que no entiende nuestra forma de vida, nuestra fauna y nuestra naturaleza. “Santander Kalimotxera” es el hit por excelencia. Aunque no forme parte del nuevo disco, es la canción que más vitorea y baila la gente porque se siente identificada con ella. ¿Quién no se ha ido de litros alguna vez?. Rockera, con gancho, cazallera, y dándole un derroche de personalidad a la vieja habanera. “JuentiKachu” es una versión de la tradicional, mucho más actual y con un toque feminista. La voz de la que escribe como respuesta a Markitos, es una señal más de lo comprometida que está la banda con la sociedad, con la igualdad de oportunidades y con el feminismo. Gracias, chicos, por pelear junto a nosotras.
“Chivuloku”, el rock del desenfreno. Marcado por las baquetas de Andoni, donde Marcos se disfraza para vivir dentro de la piel de un personaje de los infiernos con alma de gaitero del metal, y convertirse en todo un rock star. “Obdc”, otro tema reivindicativo donde los haya. “Nou puei ser ke mos digan jasta kumu hay que churrar. Nou puei ser empongan la su jorma de pensar”, donde los coros de Andoni le dan rebeldía a la voz más clara de Marcos. Otro rock que deja huella donde Carlos que nos deleita con un par de solos impresionantes que dejan a los presentes con la boca abierta. Los viejos rockeros tienen mucho que decir y que aportar, algo que queda claro en este grupo de jovencitos. “20 pañuelucos” se podría decir que es la romántica, pero con esta banda nunca nada es lo que parece por lo que en dos estrofas la letra cambia por completo, y comienza la fiesta de la buena. Eché de menos que los pañuelos y el Lábaru volaran entre la gente como nos tienen acostumbrados.
“Trabaja negro trabaja, para engordar al patrón” si nos ponemos a analizar fríamente, cualquier persona con un sueldo normal se sentirá identificada. Nel Tardiu son reivindicación tras reivindicación y eso es lo que les hace diferentes al resto. Que lo hacen entre acordes de folk con tintes rockeros y pinceladas ska que animan a cualquiera.
¿Os cuento un secreto? El primer concierto de mi vida fue Gwendal con Luétiga en el 86 en La Lechera. En la peli de culto “El Gran Lebowsky” de los Coen en los 90, el personaje de John Goodman dice a una vuelta: “Si, yo también tuve una época que fuí Hippie, pero después se me pasó”. Bueno, pues yo también tuve una época que fui Folkie. En donde, semana tras semana cogíamos nuestra tienda de campaña (Vintage ya) para seguir los sones celtas a lugares mágicos como Castañeda, Iguña, Borleña, Colindres, Cabuerniga , San Vicente y demás pueblos con encanto de esta Cantabria Infinita. El festival también incluía la participación de Casa Palma y Nel Tardiu, pero nosotros veníamos con la hora pegada, porque llegábamos de orillas del Deva de un concierto de Punk. (Sí, sí, Punk) a cargo de T22 desde Torrelavega y The Shit Talkers desde Canadá. Así que llegamos a Puente San Miguel, aparcamos, fuimos hasta La Robleda y nos plantamos allí a las 22:25 hrs. Gwendal empezó a las 22:30 hrs., con puntualidad “Bretona”. La prestigiosa banda celta de la Bretaña francesa formaba esa noche con Yoven Leberre, miembro histórico de Gwendal, a la Flauta, Whistle, Bombarda y demás vientos, Vincen Leutreau al violín, Jerome Gueguen al teclado y David Rouseuen a la batería. En la presentación posterior echaron en falta al Guitarrista Jean Marie Renard del que excusaron su ausencia por enfermedad. Comenzaron con “Pilo Rosso” pieza con la que también abren su directo “Live in Getxo”” de 2016, último trabajo publicado hasta la fecha. Durante las tres primeras canciones tuvieron graves problemas de sonido. Y es que la petaca y el monitor del violín exploto en la primera canción y no se le escucho durante “Gave Hot” “Stone Erl” y “Stone Jigg”.
El problema ya era sangrante, sumado además al hecho de que este instrumento es clave para entender la música de Gwendal. Afortunadamente los técnicos consiguieron recuperarse para “Skai Reel”. Esta primera mitad con “Camaleón”, “Noces de Granit”, “Joke”, “Steren” o “Date Prisa” sirvió para adentrarnos en el sonido de Gwendal, que aúna la música tradicional Bretona, aliñada con ritmos irlandeses, todo esto fuertemente influenciado por el Jazz y el Progresivo, como bien pudimos comprobar esa noche en Puente en este tramo del concierto. Yoven Leberre se dirigía constantemente al público en un español fluido, mucho más que correcto.
En la parte final de la velada fueron girando poco a poco a sonidos más reconocibles de música celta, recuperando jigas y Reels, como “Reel Legends”, donde comenzaron a formarse corros de danzantes. Parecían terminar con “Suite D’arres” y “Stand All” con las que se retiraron saludando. Pero estos descendientes de Asterix y Obelix no podían abandonar Cantabria sin tocarnos “Shannon Reel” con la que Leberre presento a la banda, excusando al guitarrista por un ingreso hospitalario. Para terminar, “Irish Jig”, esa jiga irlandesa que registraron en su primer disco del mismo nombre allá por el 1972. Si, habéis oído bien, 50 años. Están defendiendo la gira de su 50 aniversario. Tras emocionarme con esta intensa interpretación del “Irish Jig”, que para mí contenía una fuerte carga de romanticismo como ya explique al principio, dieron la velada por finalizada. Nos encontramos con muchas caras amigas, Txen y Maya, que me sorprendió verles en un fregao de estos de prao. Esteban Bolado de Gatu Malu y Míkel de Atlántica, que si es más normal su presencia. Diego y Míkel de Septiembre. Bueno, Mikel de Septiembre y de 137 bandas más. (Panojos, Volquetes, ADN, Altos Cargos, etc…) y la gran Paula de DMusica, a los que saludamos.
Agradecer a los organizadores del evento por seguir apostando por este festival. En tiempos el Cantabria Infinita fue un Mega Festival Celta que por momentos consiguió rivalizar con Ortigueira y hoy en día es una escena mucho más modesta, pero esencial, auspiciada por la Consejería de Turismo, que está haciendo por la cultura mucho más que otros actores más principales de los que se podría esperar más. Veremos qué pasa ahora con el cambio de papeles. En definitiva, Quinta vez que veíamos a los Galos y que sirvió para recordarme que aun ahora, y siempre, la música celta tendrá una parcela infinita en mi corazón. Nos vemos en los Festivales de Prao de esta parte del mundo en el que la tierra se llama Cantabria.
Texto: Mateo Domingo, Rebeca Bañuelos y Manuel Quintana.
Fotos: Mateo Domingo, Rebeca Bañuelos, Manuel Quintana, Gonzalo Cántabro y Vicente Borrella.