Al menos tres músicos me dijeron durante la semana anterior que iban a ir a ver el espectáculo tributo a Queen poniendo cara de “I’ve killed a man”. Yo me encojo de hombros, cada uno tenemos nuestro rasero y nuestros principios, pero tampoco es para ponerse en plan “Te han visto en el McDonalds tomándote una Pepsi”. Es una fiesta. Es un concierto. Es una celebración de una banda que nos gusta. Y ante todo, lo pasamos bien. Eso también importa.
Es cierto, la música local sigue arrinconada el resto del año, es raro ver ochomil personas agrupándose para ver una banda tributo. Es cierto, ¿Dónde coño se mete toda esa puta peña el resto del año, cuando hay bandas nuevas presentando repertorios nuevos?. ¿Son los tributos una forma de aprovecharse del trabajo de otros, o cómo dice un amigo “recibir unas caricias que no eran para ti”, o una forma de mantener vivo un legado musical? Hay decenas de preguntas y debates en paralelo que siempre salen cuando un Tributo nos visita.
Mi opinión es algo moderada en este sentido. Conozco muy buenos músicos con sus propias bandas que utilizan los tributos como trabajo alimenticio, pero también me confiesan que es apasionante ponerte en la piel de otro, estudiar en profundidad un repertorio, tocar las cosas como se compusieron sin poder utilizar “tu estilo” como puerta de escape. Como me decían en cierta ocasión Trallery, hablando de sus tiempos como tributo a Metallica, cuando tocas las canciones de otro sabes cómo tiene que ser el resultado, y si no suena como debe… algo estás haciendo mal.
En ciertas ciudades los grupos Tributo están copando las salas, pero si la gente quiere consumir una y otra, y otra vez las mismas canciones… ¿De quién es la culpa? ¿Por qué tienen tanto éxito las radios que siempre pinchan las canciones que ya conoces? Qué de preguntas… ¿no?
Mis hijos son fans de Queen. A Freddie no vamos a poder verle nunca en directo, porque está muerto. Cuando salió Bohemian Rhapsody la disfrutamos mucho. Ahí es donde pongo yo espectáculos como este. A medio camino entre lo que es un concierto y una obra de teatro. Como si fueses a ver un texto de Shakespeare, o una sinfonía de Mozart. ¿Sabes? Había tanta gente, y se les veía tan pequeños, que a ratos podías soñar con que estabas viviendo en otro tiempo.
Conseguimos las entradas comprando atún. ¡Qué concierto tan bonito! Como es la marca que usamos en casa, digamos que nos salieron gratis. Esa fue una de las claves del éxito de la jornada. Hace unos años un tributo similar vino a Torre y no había tanta gente ni de palo, pero aquí las entradas tenían un precio, pero luego te las regalaban si eras de una peña, si comías atún en bote, o si conocías a alguien que tuviese de más y te llamaba para regalarte dos… el fenómeno de “Eh, tengo entradas” siempre empuja hacia adelante. Da igual, porque había tanta peña que al final tuvimos que dejarnos la pasta en el parking.
Entramos de forma más rápida el otro día en Murcia a ver a los Maiden. Así que la primera parte de la actuación de Maneras de Vivir la escuchamos desde la cola. Son gente de aquí y la verdad es que lo hacen muy guay. El tema del Saxo le da un toque muy especial, y la banda suena que espatarra. Andan tocando bastante últimamente así que seguro que en otra nos tropezamos.
El repertorio tira a la patata de los cuarentones y cincuentones desenganchados de la actualidad. Alaska, Tequila, Leño, Los Refrescos, Extremoduro, Héroes del Silencio un Medley de MClan y el Vals del Obrero de S-Kap. Un tipo con cara de jefe a mi derecha miraba con excepticismo a lo de resistencia y desobediencia. ¡Ay madre! ¿Dónde quedó la revolución?
El escenario quedó listo para la actuación de God Save the Queen en unos quince minutos, pero allí estuvo todo parado alrededor de una hora, probablemente para fomentar el consumo en barra y en los puestos de comida, ojo, Kebab, Pizzería y toda la mosca, una infraestructura que ya quisieran algunos festis.
Bycicle Race, Radio Gaga, We Will Rock You, We Are the Champions, Don’t Stop Me Now, Another One Bites the Dust, I Want to Break Free, Bohemian Rhapsody, Living on My On… ¿Cómo no triunfar con este repertorio? La banda sabe lo que hace, la producción lleva más de dos décadas en escena y recorriendo el mundo. Aquí puedes hacer una comparación con los musicales de Broadway, si quieres. Vale, el tipo que canta no es Simba, pero ves El Rey León y te cagas encima. Todo está cuidadísimo, los gestos, las poses, el sonido de los instrumentos, las luces del escenario, con el concepto clásico de la época… La voz siempre es lo más complicado, porque Freddie sólo hubo uno y está muerto, pero incluso ahí no fue difícil dejarse llevar… Cantamos, nos reímos, sentimos la potencia de miles de palmas sonando a la vez, y durante un rato no había preguntas. Sólo Queen.
Show Must go on.
Texto: Oskar Sánchez
Fotos: El Rey Lagartón