La primera vez que supe de Rosalía fue a través de Palacios. ¿Os acordáis? Antiguo colaborador del programa, ahora en el exilio. A lo mejor había escuchado nombrarla antes, pero no tenía ninguna intención de hacerle caso. Pero ahí va el Palace, y me dice que es un disco conceptual basado en un romancero gitano medieval. Y claro, me pica la curiosidad. Me lo pongo y no entiendo nada, yo pensaba que esta tía hacía música de mierda. ¿O qué?
El fino análisis de Altozano me ayuda a prestarle atención de forma más profunda y cuando sale Motomami ya me tiene a sus pies. Se forma en boom en las redes y una buena parte de mi entorno ya ha preparado la cruz y los clavos, en cuanto salen los primeros cinco minutos de canción. Rosalía vacila recitando en Tik Tok la letra de Hentai y veo a mi alrededor teas ardiendo y horcas para lincharla. Me acuerdo de esos predicadores de los cincuenta que decían que el Rock and Roll era solo ritmo repetitivo y letras obscenas. Y decido que no quiero colocarme en ese lado de la historia. No quiero ser el padre que le dice a sus hijos que la música de ahora es una mierda. A lo mejor no lo entiendo, a lo mejor ni me gusta, pero a lo mejor me callo un rato en lugar de dar la tabarra gritándole a las nubes que el mundo era mejor de antes, cuando a mi no me dolía la espalda. No seré yo quién critique a los chavales por camelar con la mandanga.
El debate llega al programa con posturas muy enfrentadas durante semanas. Acaba siendo una pregunta recurrente sobre la que opinan casi todos los invitados en una u otra dirección. Acaba 2022, recopilamos los discos favoritos de la audiencia y sorpresa. Rosalía se cuela entre 20 de arriba. Kapasao?
Jose Luís Montón es uno de los guitarristas de flamenco más reconocidos en el mundo. Me lo presentó Gorka Hermosa en Miengo, por el proyecto de fusión que tienen juntos. Él fue uno de los descubridores del talento de Rosalía. Entre risas celebraba que ella lo estuviese pasando tan bien en esta nueva etapa. ¿La habéis oído cantar con él? Por si acaso queda alguien por ahí que duda de su talento. Cantar, canta mucho, lo que quiere.
La primera carrera de Rosalía discurría por ahí, al parecer en alguna de sus primeras hojas de promo la describían como sucesora de Morente. Pues mira no ha sido así, y yo siempre estaré al lado de los que no recorren en línea recta el camino que se les presenta ante los pies. Eso sí, cualquiera que haya escuchado los tres discos del tirón sabe que hay algo de Bowie en su forma de entender las cosas. La apuesta por el movimiento a veces da discos flojos, pero al menos mantiene viva la curiosidad del oyente. No me sorprendería verla haciendo electrónica, jazz, flamenco o un concierto con sinfónica. Se mueve con soltura entre mundos, no tiene complejos en cruzar fronteras, se rodea de los mejores, y siempre se queda algo para su yo futuro.
Motomami comienza una declaración de intenciones. Es un salto al vacío tras un disco de éxito. Podría haber sido continuista, pero prefiere morir por la boca, como el pez, porque ni la fama ni la vida son para siempre. Se la escucha reír ante el miedo y el vértigo, “A ver si se vende algo“. Soy mariposa, yo me transformo.
Me puse Hentai en la tele y quedé inmóvil. Los preciosos acordes son de Pharrell Williams. Ella se desliza con melismas alcanzando notas agudísimas frágiles como el cristal. El sensual vídeo y la letra casi pornográfica, insinúa pero no enseña. Confrontando la voz más dulce con el contenido más explícito. Si algo bueno trajo el reggetón para las mujeres es el derecho a perrear si se las pone del coño.
La clave del disco es confrontar conceptos. Como la niña que canta en Bizcochito, jugando con total libertad. Hacer música como si no hubiese nadie mirando. Una vez escuché que poesía es poner juntas dos palabras que nunca lo habían estado antes y que de repente tenga todo el sentido.
Los 16 cortes son un viaje de emociones y sensaciones, un continuo ejercicio de estilos, una montaña rusa con más sorpresas que ninguno de los discos que he escuchado en la última década. Mientras líricamente reflexiona sobre el Carpe Diem, los aplausos efímeros, la raíz de la música y su evolución moderna, el contenido y el envoltorio, la lejanía con la familia, la religión, la pérdida de lo íntimo para sacar adelante un proyecto artístico. Además, pone todo esto sobre la mesa con un lenguaje propio de las canciones que casi nunca dicen nada. Como la bruja de Hansel y Gretel, la casa por fuera parece de gominolas, pero dentro hay un infierno.
(…) Creo que cualquier persona con sensibilidad musical “de amplio espectro” no puede decir que el disco sea una mierda. Por supuesto no tiene que gustar, pero sí que creo que se tiene que respetar por muchos motivos. Entre ellos, es innegable lo bien que canta Rosalía, pero también creo que la producción es muy original (lo cual para mí tiene mucho mérito), extremadamente minimalista y a mí personalmente me encanta. (…) Como anécdota, en la canción que digo que me emociona sobre las demás, G3n15, desde el primer momento me quedé flipado con el órgano Hammond y la sensibilidad con la que está tocado. Sé que Rosalía toca el piano desde niña y me pregunté si lo tocaría ella. Total que mirando los créditos, resulta que lo toca Cory Henry, uno de los teclistas de Snarky Puppy, y entonces me encajó perfectamente. (…)
Javier Prieto
En el otro lado, algunos de mis amigos ponen al Motomami a la altura del Pikipiki. Es muy comprensible que a cualquiera de vosotros no os entre de primeras por la oreja y decidáis no hacerle ningún caso, dejarlo al margen de vuestras escuchas. Para escuchar de verdad un disco hace falta un poco de curiosidad y un poco de cariño. Si antes de darle al play estás ya enfurruñado es imposible que funcione. Pero hay una cantidad grande de talento en este disco, que mucha gente nunca va a encontrar por no haberle dedicado atención, hacer un juicio superficial y basado en fragmentos, mimetizando opiniones leídas en twitter. Sobre los gustos no se puede decir nada. No te gusta, punto. End of Story. Tengo un amigo que aborrece a Verdi. Rosalía ni siquiera es Verdi. Puedes odiar su música sin necesidad de que su música sea mala. Hay por ahí peña que le pones a Cannibal Corpse y sólo escuchan ruido. Pero ojo, que artistas de la altura de Bjork está entusiasmada con ella. Claro, que a lo mejor una de las más revolucionarias creadoras de las últimas décadas tampoco tiene ni puta idea de lo que habla y sólo nos quiere vender la moto.
Siempre se arriesga. Hemos visto cómo Rosalía seguía guiándose por su propio instinto, y su público crece más allá de estos cambios de estilo. Su fórmula para triunfar ha sido sincera y fiel a sí misma.
Rick Rubin en una entrevista con Dazed Magazine
Para mi Rosalía es como un restaurante Irani; no es lo que como todos los días. No es a lo que he acostumbrado mi paladar, pero me intriga, me divierte probar, y me reta intentar comprenderlo. Por el camino y en el ejercicio he encontrado mucha satisfacción, porque Motomami es de esos que aguantan el centenar de escuchas y a cada vuelta ves algo nuevo. A estas alturas de la vida, ya no tantas cosas te dan sorpresas.
Pienso en cómo resumir todo lo que encuentro ahí para hacer una reseña y siento que me supera (y por eso no he pedido escribir nada sobre el disco para la web: veo que me viene grandísimo). No hay ni un detalle en el disco por mínimo que sea que parezca simple, evidente o previsible. Pilla cosas de estilos tradicionales (flamenco, soul, copla, bachata…), las canta con todo el respeto del mundo, y de repente ves que las ha encajado en esquemas de electrónica de vanguardia, de hip hop o de reggaeton cafre. En cada corte salta de un estilo a otro varias veces sin despeinarse. Junta si ninguna vergüenza ideas de conservatorio con música de los coches de choque, y lo suelta todo a la velocidad del bombardeo de estímulos inconexos del TikTok. Y todo englobado en un discurso temático sorprendentemente coherente en el que expone sus sentimientos sobre el amor, la familia, la religión, sus pasiones musicales y su afición por la ropa cara, las motos o los videojuegos.
Caneda
Lo dicho, podrá gustar más o menos… pero no tengo noticia de otro disco en 2022 (ni de momento en 2023) que pueda dar pie a tantas reescuchas y relecturas, y menos que al mismo tiempo haya puesto banda sonora a tantos fiestones de tan distinto pelaje. Supongo que ya por eso se merece un hueco como disco de la semana, aunque sea solo para poder luego preguntar Mientras Rosalía ponía todo patas arriba, ¿qué hacían los demás?