Halloween es una de las fechas más importantes de nuestro ciclo anual desde que tenemos uso de razón. Las memorables fiestas de fin de verano se remontan a nuestra post adolescencia y primera juventud. En la oscuridad siempre nos hemos sentido a gusto. Los monstruos, el metal, todos los exiliados tienen espacio en Midian.
Este año Álex Kennedy hizo un triple salto mortal, encajando su fiesta de cumpleaños con el Samhain, e invitándonos a todos al funeral por Ítaca. Dos bandas, dos, dispuestas para que el sepelio permanezca imborrable. Sandra se hace cada vez más vieja, un espacio imprescindible en la ciudad desaparece, todo se pudre. Vamos a celebrar.
Pizzería Moloch son la gran promesa del siniestreo en Cantabria. Su primer disco “Último Tren para Cobardes y Condenados” es un clásico inmediato del Post Punk que estoy seguro será reivindicado como disco de culto en un futuro post apocalíptico. Es posible que muchos no hubieseis tenido noticias de ellos, porque sus rutinas de trabajo en la aburrida vida normal no les han permitido darle al grupo la actividad de directo que merece, pero me cuentan que van a echar toda la carne al asador y es bastante probable que eso cambie a partir de ahora. El pollo que montan en directo está al alcance sólo de ese tipo de gente con un fuego interno que arde por salir. Olor a carne quemada. Su grotesca colección de himnos oscuros se te clavan como un cuchillo, pero no sale sangre de la herida.
Si un concierto termina con un grupo en shorts de cuero, con mordazas de boca y tirando pizza al público, el siguiente grupo puede agachar la cabeza o sacar pecho… y claro, al Vito no le retes. Cantaebria siempre ha sido nuestra apuesta para montar el cirio. Salieron con gasolina y antorchas desde el segundo cero. Solo un grupo muy valiente se arriesgaría a publicar un directo como segundo disco, saben que lo tienen. Lo que tienen lo dan todo. Además balones, confeti, tijeras afiladas y pantalones imposibles traídos de vuelta de cuando el rock and roll era peligroso. Creo que ahí la cerveza, el vino y la ginebra también se estaban marchando de madre. Hay un Rubicón que separa los conciertos de las fiestas y otra vez lo hemos vuelto a cruzar juntos. Dicen que en noches como esta, es fino el velo que separa a los vivos de los muertos.
Vídeos por Omar Sánchez