Dylan Leblanc (Luisiana, 1990) llegó a Santander y nos enamoró, ya había tocado en el Almacen del Little Bobby en 2018, él solo con su guitarra.
Esta vez vino con banda completa y a un aforo bastante más grande como es el Escenario Santander. Habia dudas si sería un sitio demasiado grande para él, en cuanto a asistencia, seríamos 150 personas, si se quedo algo grande, pero en tema de llenar escenario fue muy sobrado.
El de Luisiana, residente en Nashville, comenzó con temas suaves de su último trabajo, Coyote, un disco autobiográfico y conceptual, a Leblanc se le veía muy sumergido en sus sus canciones y significado. Luego ya fue alternando partes tranquilas e íntimas, country y folk, con momentos más post-rock cuando el espíritu de los crazy horse poseía a la banda.
Cosas que me gustaron el concierto eran por ejemplo los coros del bajista (que es su padre) y ver al teclista como disfrutaba y a la vez se le veía que estaba en saturno.
Obviamente se le notaba esa influencia Neil Young y las partes más folk de Pink Floyd, incluso a veces me recuerda Leblanc a una banda que me gusta mucho, Roadkill Ghost Choir.
Lo que creo que está claro, es el bonito sabor de boca q se nos quedó a todo el público y que cuando vuelva, seremos más público xq los que hemos ido, se lo recomendaremos a amigos y conocidos.
El concierto fue organizado por la promotora local Los Huesos de Portobello, quienes llevan más de 25 años programando y produciendo a un altísimo nivel, mil gracias Mara, Nacho y David.
Texto: El Mono que Chilla
Fotos: Paloma Pamacor