Resulta sorprendente y envidiable que el Teatro Concha Espina sito una ciudad de provincias como Torrelavega de clara raigambre obrera, congregue a un público tan selecto y ávido de entretenimiento, arte y cultura. Sin duda alguna es fruto del interés de los torrelaveguenses por preservar y difundir desde su ciudad los valores que atesoran que son muchos y en especial el gusto por la cultura en sus múltiples facetas. Es todo un lujo disponer de un teatro apto para cualquier manifestación artística y que responde maravillosamente a todo lo que se ofrece.
Por otro lado, en lo que a cultura musical se refiere, la labor ejercida durante tanto tiempo por la asociación cultural “Diamantes musicales” merece todo nuestro reconocimiento. Su afán por comunicar y poner en valor del legado musical de cientos de artistas y músicos españoles que de una manera u otra están además vinculados con la ciudad de Torrelavega es muy meritorio. Además en esta ocasión en un evento solidario a favor de la lucha contra el cáncer.
Sin embargo, la propuesta musical que se presentó anoche fue muy diferente a lo habitual y como siempre el público respondió casi llenando todo el recinto. Un público confiado y fiel que acude religiosamente a todos los eventos que se programen. Estoy seguro de que un gran número de asistentes no sabían quiénes eran la banda Storm, pero sabían que era algo especial. No esperaban escuchar a un grupo parecido a Los Diablos, Formula 5 o Los Sírex pero casi. Era fantástico ver a un público incluso mayor que los dos miembros originales de la banda, Ángel y Diego, guitarra y batería respectivamente atentos al concierto que les precedía, esperando pacientemente su turno para saltar a las tablas.
La velada la abrió Víctor Teira, habitual en los eventos de Diamantes musicales y que nos deleitó con algún tema propio intercalando su habitual selección de versiones principalmente basadas en los grupos y cantautores de los sesenta y setenta, aunque tuvo algún guiño más moderno con grupos como Oasis, a petición popular a través de sus redes sociales. Durante su actuación se proyectaron bonitas ilustraciones, al parecer realizadas por su hermano.
Tras su actuación salieron al escenario los míticos Storm, o The Storm, como figuraba en la carpeta de su primer trabajo. Se puede decir que Sansón perdió su fuerza al perder su larga cabellera, pero es algo que no ocurre con los hermanos Ángel y Diego. Más calvos, pero con Rock en sus venas.
Su puesta en escena es sobria pero eficaz. Los acompañan un bajista y un organista que dispone de un órgano Hammond reducido a la mitad y que se puede llevar debajo del brazo. Unos cuantos amplificadores, incluyendo el mítico Orange y batería. Un proyector difunde imágenes de tiempos pasados del grupo que se alterna con descargas de humo seco y una eficaz iluminación. Este grupo andaluz entra en escena para desmostar que tienen muchas tablas y que su profesionalidad está fuera de duda. Efectivamente, en seguida se desgranan las primeras notas y el público aún sabe cómo reaccionar. Salvo contadas excepciones, probablemente la mayoría no ha escuchado nada de esta banda, pero aplauden con respeto. A medida que transcurre la velada se va notando que el público se implica más, así como la banda que, aunque sigue a lo suyo va notando que el público disfruta. Las canciones se alternan entre clásicos del primer álbum y los trabajos mas recientes. Los más coreados son sin duda los clásicos que son interpretados con energía y precisión. Ya no son aquellos mozalbetes que tenían 20 años cuando grabaron su primer LP pero anoche sonaron con el mismo descaro y solvencia de antaño. Su cantante Ángel no estaba sobrado en sus cuerdas vocales, pero es que él canta cuando toca la guitarra. Qué maravilla oírle tocar, que expresividad, técnica y gusto. Su hermano replicaba de forma telepática con una energía arrolladora, parecía un pulpo. Los otros dos componentes se mostraban más sobrios hasta que les tocaba intervenir. El bajista lo hacía cantando, dando un respiro a Ángel y sobre todo su organista que se dejaba oír con sus fantásticos solos con toques jazzísticos y emulando al antiguo componente ya fallecido Luis Genil.
Sus trabajos más recientes muestran un estilo más depurado y convencional fruto de la experiencia y años de trabajo pero tan honestos y dignos como las canciones de su álbum clásico.
Resulta raro escucharlos hablar mientras presentaban las canciones con ese duende y gracia andaluza que no tocaran unas sevillanas o lo que todos esperaban como algo parecido a Triana, Cai, Imán, Vega, Smash, Guadalquivir, Alameda…Lo que ocurre es que Storm es un grupo de rock con poca influencia andaluza y sí mucha influencia anglosajona. Sus raíces están en The Jimi Hendrix Experience, Cream, Led Zeppelin, Uriah Heep y sobre todo Deep Purple.
Entre los temas que destacaría están por su puesto los temas que forman su primer álbum como I don´t Know, Un señor llamado Fernández de Córdoba y sobre todo la monumental Crazy Machine donde se alternaban solos de los cuatro componentes.
Para cerrar y rindiendo homenaje a sus padrinos musicales interpretaron de manera muy convincente el Highway Star de Deep Purple.
Después de su concierto un magnífico fin de fiesta con la banda Tributo a la Creedence, formada por músicos locales de bandas como Cantaebria o King Size Co. Aunque yo me lo perdí en parte porque salí al backstage a conseguir firmas de mis admirados Storm. De cualquier forma una buena cantidad de gente se quedó disfrutándoles y siempre es un gusto ver a los músicos de una ciudad disfrutar de sus propios escenarios. Muchos vítores al final con el teatro puesto en pie, lo que vi no es para menos, fidedigna recreación de los temas de los Fogerty y compañía.
Sergio Gómez
Fotos y Vídeos Álex Kennedy