En mi casa sobre Mecano no se discute. Supongo y entiendo que para muchos está más allá de la frontera de la música aborrecible, pero en mi historia personal y musical estaban ahí más o menos a la par que Espinete. Se que no soy el único en mi generación, porque me he encontrado a las tantas cantando en Karaokes el Cruz de Navajas a la gente más variopinta e insospechada. Hay músicas que ahí están, formando parte del inconsciente colectivo. Uno de mis primeros recuerdos musicales es un vinilo de color azul del Descanso Dominical, y creo que eso lo condiciona todo, al igual que la mirada de otra persona puede estar condicionada por haber escuchado a Mecano después de saberse de memoria los ocho primeros discos de Judas, claro, no puede ser lo mismo. Yo ya me sabía todas las de Mecano años antes de empezar a descubrir a Depeche Mode. El orden de los factores siempre altera tu forma de apreciar el producto.
Nos habíamos acercado a Santillana para ver el videomapeo sobre las torres de Don Borja y del Merino, muy bonito y navideño. Una visita a Santillana siempre cunde. Nos pilló de sorpresa el inicio de Boda en Londres, y algo despertó como un resorte, como sucede siempre cuando suena una canción que hace mucho tiempo que no escuchas. Ahí nos quedamos clavados un buen rato, disfrutando del show y muy contentos de ver que era Piloshka la que lo encabezaba, una tía con iguales dosis de talento y capacidad de trabajo en las duras y en las maduras. Repertorio de todos los clásicos de la baraja, temas muy bien interpretados y adaptados, y sobre todo, disfrutar de la plaza del ayuntamiento absolutamente llena de gente feliz. No es tan fácil de conseguir.