Llevamos hablando de Txarly desde los tiempos de la Casa Usher. Por aquel entonces ya era una referencia para almas atormentadas, y desde entonces no ha hecho más que acrecentar su leyenda, bien en solitario, acompañado de los carniceros, con Opium Tea o al frente de Radiocrimen. Su enfermiza creatividad apura la vida a cada segundo, dejando tras de si un rastro viscoso de discos oscuros, con la cruda aspereza del underground y la elegancia de la escena oscura.
Cualquier siniestro de esta parte del mundo tiene en corazón un altar erigido a Eduardo Benavente, y Txarly encontró la oportunidad de pagar las dos monedas a Parálisis, en este choque de trenes con Rafa Balmaseda. Una amistad forjada desde antes de conocerse. Ambos expresaron muchas veces la suerte de haberse conocido.
Cuervo, Corazón y Cuchillo, Soma, Baudelaire y Dentro de Nuestras Tinieblas. Cuatro trabajos en dos años, corriendo como quien es perseguido por la muerte. Darlo todo en cada concierto, estallar fuerte y dejarlo todo perdido de sangre.
En estos diez cortes de cuchilla, un recorrido por todas las influencias. Afterpunk melódico, canciones opresivas, ritmos bailables al filo de la nueva ola y algunos toques de Psychobilly. Una banda en estado de gracia, al borde del colapso.
Repudiando la felicidad forzada de las redes sociales, mejor solo con mis gatos, que mal acompañado. Otra muesca en el revolver, ni una mirada atrás. Telarañas.