Teníamos anotada la fecha del 10 con un punto azul en el calendario desde hace semanas. La visita de Bridge to Nowhere nos apetecía mucho, echar unas charladas con nuestro viejo amigo Jimy (bajista ex-Nö Frïlls), y volver a ver a Granada. El plan de doblete siempre es mi favorito, porque es rápido y fácil de conciliar con el resto de la vida. Pero a última hora se complicó un poco; Ana, la cantante de Bridge sufre estos días una laringitis que no la permite desempeñar adecuadamente su parte. Prometen re-intentarlo pronto.
Con mi gozo en un pozo, bastante cansancio y un frío que pela estuvieron a punto de dejarme en el sofá, pero la jugada maestra entre Los Bancos de Atrás y el Espacio Creativo Illera uniendo sus dos eventos en un sólo intento me pareció apetecible. Salió muy bien, porque pese a todo hubo una buena cantidad de público y nos fuimos muy contentos habiendo descubierto a dos bandas que no teníamos previsto ir a ver.
En ese momento en el que estás empezando a reencontrarte con amigos y tu actitud comienza a pasar de “Quién me manda a mi salir de casa con este puto frío” a “Como molan estas noches” se escuchó el inicio del primer tema de Humo. Iba a ciegas con ellos, con un nombre tan común no es fácil localizares en redes. Luego me he ido enterando, de que allá por 2009 fueron teloneros de Cult of Luna y tuvieron bastante respaldo y respuesta con su primer disco de 2015 el último hasta el momento, y que ahora mismo tengo pinchado mientras escribo. En estos casi diez años la banda no ha desaparecido, pero si ha pasado periodos de inactividad motivados por distintos asuntos personales. Los temas que tocaron en directo son en su mayoría de una nueva etapa que modifica ligeramente su dirección desde mi punto de vista. Mientras en el disco encuentras un camino más cercano al post-rock y post metal, a la corriente de bandas instrumentales de la década pasada, ahora destacan los arreglos de teclas que dan al conjunto un sonido más progresivo en el sentido clásico de la palabra. Además han añadido algunas líneas de voz, bastante ensoñadoras y, fuera de las estructuras clásicas. Preguntando entre mis amigos salieron nombres como Pink Floyd, King Crimson o Camel, incluso Opeth, así englobando. No se si estas bandas están en su punto de mira, pero a nosotros nos las recordaban. Concierto muy intenso, muy bien ejecutado, con muchísima dinámica y un buen globo para viajar al espacio exterior y cruzar la frontera hacia otras realidades. El último golpe en la mesa, para desconcierto general, fue una versión de los Melvins.
Compartiendo un guitarrista y con un par de colaboraciones de Mora a la voz (Teclista de Humo y también en Mad Rovers, Tottengot…) salieron a las tablas Narwhale. Una banda que tiene influencias más metálicas, con un pie en el Sludge Doom, el Post Metal y fragmentos que también pueden traer a la mente el stoner más prog de Mastodon o Baroness o la parte más oscura del grunge a lo Alice in Chains, al menos en cuanto a sensaciones. Tienen dos discos, de 2019 y 2022, su lírica me transmite el agobio y la insignificancia humana ante la inmensidad del océano, a medio camino entre Herman Meville, el Verne más depresivo y H.P. Lovecraft, las fosas abisales contienen secretos de los que es mejor huir, entiendo que también como metáfora del alma humana. Musicalmente son muy interesantes, la voz tiene momentos en los que encarrila pasajes muy potentes, especialmente cuando juega con sus registros más agresivos y cuando se arropa en los coros de Mora. Luego también hay otros fragmentos de búsqueda melódica o casi hablada en los que el ambiente se cae un poco. Tuvieron un pequeño percance con el bajo (ojo, la cuerda gorda se puede romper) que solucionaron con ayuda de Luís de Voltaje Cadáver que les prestó el suyo, ventajas de estar tocando rodeado de locales de ensayo. De cualquier manera, Narwhale es una banda muy original, y con mucha personalidad, me da la sensación de que están al borde de dar un gran paso adelante. Les seguiremos la pista.
Finalmente y tras tanta densidad llegó la hora de un poco de juerga y desenfado con nuestros Granada Goblin. Como ya he dicho otras veces han conseguido lo más difícil de todo, que la gente les quiera, la peña conoce sus canciones, se canta los estribillos y disfruta un paso más allá de ser el espectador de lo que otros hacen. La química entre Toro, Fran y Dani cada vez es más fuerte en los cambios entre canciones, ofreciendo momentos dignos del club de la comedia, mientras Gabo y Tillo les miran impertérritos desde el otro margen del escenario. El set va formado por temas de todos sus discos y un avance con ¿Perros del Espacio Exterior? que me soplan por el pinganillo que es una versión castellanizada de un tema de Red Fang – Granada Goblin en directo, un 25% más rápido y un 25% más punkis, pero ojo, siempre hay más donde escarbar, quién se ha puesto a digerir las letras lo sabe, y quien mínimamente se ha fijado en la construcción de las estructuras y riffs de los temas también. Lo más guay de pasarte la máquina es hacerlo como si nada.
Pequeña charla a la salida con unos y con otros, felicitándonos por tener un espacio como este y por la cantidad de trabajo autogestionado, valorando la posibilidad de intentar exportarlo como modelo a otras localidades, y planeando las estrategias de presión para conseguir de una vez que suceda la ampliación de locales que prometieron hace un par de años. Hay grupos en cola para una tercera. Conseguir que el espacio tenga el doble de actividad significará también más gente vinculada, más posibilidad de programar actividades y más concurrencia de público. Hay que hacer palanca para no dejar morir esta ciudad.