Tras la grabación en directo del programa “El trastero” por parte de David Bárcena, con entrevistas a los miembros de la banda y a Toño, dueño de El Varuko, abrieron la noche Bifrost. Pronunciaron los primeros acordes cuando todavía brillaba el sol por Vioño.
Melodías trabajadas, dinámicas, de estilo clásico que a momentos recuerdan a los grandes del heavy, con riffs potentes y solos que detienen el tiempo, marcando el ritmo una batería aplastante en contraposición con la voz heavy y limpia de la noche, y el bajo siempre poniendo el punto ecléctico y demandante de la siguiente nota.
A medida que los minutos avanzaban en el reloj, las guitarras se hicieron mas rápidas y pesadas, al igual que los quejidos de la batería, a momentos rítmica y a otros atronadora que penetraba en la garganta y quebraba la voz.
Aunque no soy de voces limpias, me gustaron y me sorprendieron.
Destacar su canción Faceless, la más completa, con cambios, juegos de voz, distintos ritmos. Y la version de Crazy Train de Ozzy Osbourne, con la que cerraron la noche.
A las 22:25 comenzaron los graznidos de los cuervos llegando el turno de KARONTE. No importan el cansancio ni las dolencias, nunca defraudan, y nos mostraron su último disco: Nacer-Sufrir-Morir, repletos de energía y trabajo impecable.
Fueron el inicio de los ritmos pesados y las voces guturales de la noche con el “Ultimo de los creyentes”. «Un mártir vivo, un siervo infiel, caes en silencio, noche en tu fe».
El trio formado por Kini, Isma y Rochar demuestran que son una banda muy engrasada después de tantos años juntos, que se entienden a la perfección y solo con mirarse se dicen muchas cosas, y que se bastan y se sobran para hacer temblar Vioño y destruirlo.
Avanzaron en su repertorio con “Rey de muertos”, una pieza que nos recuerda que por mucho hambre de vida que podamos tener, siempre nos rodea un reino de fuego, cenizas y sangre, y que es inevitable.
Continuaron con “Víctima” para después regalarnos un choque con la realidad en su pieza: “Cuando eras eterno”, «Nadie piensa en el fin si no cesa la calma, … trazo que se borra, no escucho lamentos, ¿es el último verso? Bien entrada la noche llegaba el turno de la canción El Ocaso (presente en el Split quw grabaron junto a la banda Bloody Brotherhood de País Vasco), para volver a su último álbum con “Viajero” y “Canto en la cruz”.
Después de una pausa y hablar de gusanitos, llegó el turno a “Alimento de mil moscas” que estilísticamente es la más distinta de todos los cortes del álbum. Regresaron al pasado con “Gris”, la última canción de Paraíso sin Fe, con breves parones de las baquetas de Rochar que se entremezclan con el llanto de la guitarra en manos de Kini, que la convierte en una balada perfecta para arrimarse a la pareja «Voz rota, ansiedad, seca es la tierra que riego al sangrar» donde siempre hay hueco para los gritos que anhelan soledad entre tanto sufrimiento.
Gris en un conjunto de versos tristes, que con sus cambios de tempo, solos eléctricos en contraposición de notas sucias, un bajo siempre enérgico y la batería de Rochar que va cobrando rapidez al final de la pieza para dar paso al cierre de guitarra que se pierde entre los huecos del aire, junto a su letra, la convierten en una de mis piezas preferidas de todos sus álbumes.
Vuelven al split “Alliance for death domination” nos regalan: Dominación.
Nos recordaron que el show estaba a punto de finalizar con Nacer-sufrir-morir, a la que siguió una antigua: Repta humano, de su Paraíso sin Fe.
Tras una pausa y cambios de instrumentos, llegó el turno de Mordor. En directo no había podido verles nunca, y me fui para casa con una sonrisa de oreja a oreja.
¿Sabéis cuando la caña en un concierto va de menos a más? ¿Y tu cuerpo al día lo nota? Pues eso.
MORDOR son melodías de riffs rápidos y machacones, con solos más melódicos y momentos para el palm mute, acordes de bajo que retumban en el aire marcando un compás destructor y una batería totalmente aniquiladora. Me encantó.
Las voces guturales de Kini esta vez más sucias con algunas pinceladas de black, dualismo y cambios de tono que rompen con el registro al que nos tiene acostumbrados con Karonte, que es más oscuro y monótono, sin tanta variación; me sorprendieron un montón.
No dieron tregua a nuestros cuellos y pusieron el broche de oro a una gran noche de metal extremo.
Abrieron el show con el corte “Enterrado Vivo” presente en su disco “Hogar, dulce hogar”, caracterizado desde el primer segundo por un ritmo acelerado mezclado con parones que dan paso a más destrucción.
Continuaron la noche de manera ágil y sin estarse a descansar ni darnos un respiro con “Libérame”, “Loco”, “Veredicto”, “Imagina que eres dios”, “Canción de odio” de su disco: “¿Evolución?.
Las piezas, conjunto de un perfecto puzzle devastador, se sucedieron una detrás de otra, sin apenas pausa, para deleitarnos con “Frágil” antes de regalarnos la alucinante versión de los de Belo Horizonte, titulada: Desperate Cry, donde quiero destacar la espectacular maestría del batería.
Tras llevar al publico a su nivel máximo de locura, continuaron con “Gritos Ahogados” y “Voy a volar” para culminar una noche perfecta con “Sherezade”.
Veladas como la del sábado 15 en el Varuko no solo quedan grabadas en la retina y dan aliento al corazón en días grises, sino que demuestran que en nuestra tierra hay bandas veteranas con mucha calidad que siempre merecen el apoyo y el reconocimiento. Gracias a las personas que siguen haciendo posible noches como la vivida.
Texto y fotos: Rebeca Bañuelos.
Crónica Sábado 15 en el Varuko de Vioño de Piélagos.