Recuerdo que hace tiempo escribí que un evento como La Semana Negra, que conjugase música, libros y ocio en un mismo punto era impensable en Cantabria. Gijón siempre ha sido uno de mis grandes referentes en ese aspecto. El flujo entre el fan hardcore de los libros que va a las charlas con libreta para tomar apuntes, la pequeña asociación que monta un concierto en una minicarpa y el que pasaba por allí a tomar un pincho y acaba en uno u otro stand comprando un libro me parece interesantísimo. En los últimos años el crecimiento de Semana Negra ha sido tan grande que las piezas se han desconectado entre sí, aunque sigue habiendo de todo, cada vez es menos probable que quien va a subir al niño a la noria acabe sentado en A Quemarropa. Me sigue encantado pasar por allí, pero echo de menos esa convivencia.
Sin embargo, y para mi sorpresa, Felisa ha conseguido este año un ambiente recogido con casi cincuenta autores, conciertos a diario y participación activa de las librerías… todo ello entre los muros de la porticada, que a duras penas han contenido la gran afluencia de público. Velarde se ha transformado en La Plaza de la Palabra y la organización ha demostrado que hay un Santander con ganas de cultura, y que además está dispuesto a alzar la voz por el progreso y la justicia social.
Para el día del cierre madrugamos mucho, porque mi hija es muy fan de Susana Isern y no quería perderse el taller de Animales Mágicos. Finalmente el taller se convirtió en una presentación abierta y nos podríamos haber levantado más tarde, pero a quién le importa, para eso de las once ya estábamos Izaguirre en mano escuchando a Yves de Villegas presentar La Salamandra Desnuda, y un par de horas más tarde las bolsas de libros nuevos no nos entraban en las manos.
El broche final lo puso Toño Gutierrez con su sexteto: Ojo a la movida, Toño al bajo, Javi Escudero a la guitarra, Chus Gancedo al Bajo y Rafa Santana al teclado. A la sección de viento Saxo y Trompeta no la controlo tanto, eran Chisco Villanueva y Johannes Nosequé-en-Alemán, mancos los dos también.
Presentaron los temas de Maestro Carpintero, composiciones de Toño. Les acompañaba la Banda Municipal de Santander, dando un contrapunto de Big Band al Jazz de toño que va jugando entre las diversas variantes, incluyendo también elementos de Funk e incluso alguna pincelada de latin. Se vivieron momentos emocionantes cuando Toño recordó a Marcos al interpretar Rvbicón o al retitular Tributo a Jaco para recordar a Dani Simons.
Tuve la suerte de encontrar un hueco en el suelo, en primera fila frente a los músicos y fue una hora y pico inolvidable. Con las sobradas de estos seis y la presión de tener a la banda a pocos metros. Aunque por la hora de cierre de la feria nos quedamos sin el bis, que probablemente era mi favorita “Carahuevo”, creo que Felisa no pudo encontrar mejor cierre. Espectacular.