El viernes fue plan en el pueblo: ¿ruta por el monte, una partida de bolos, mirar a las vacas pastar? No, un concierto, y además de un nombre bastante reconocido en el panorama musical e incluso cinematográfico. El bueno de Jimmy se venía con su fiel secuaz Sergio González (guitarra y coros) presentando su macro gira cantábrica veraniega de más conciertos de los que caben en un cartel normal. El lugar elegido, La Casuca de Tarriba.
Así que tuve a bien visitar la casa donde me crie una vez más para luego acercarnos al recinto del concierto. No era la más agradable de las tardes (incluso se pronosticaba tormenta eléctrica… lejos del set acústico y muy agradable que se nos proponía). Eso sumado a que la promoción del evento no fue de las mejores: un post en el Facebook del ayunta por el que nos enteramos unos pocos; dio como resultado una velada más bien íntima y de contacto muy directo con los músicos. Además, se dio para colmo la típica situación del “corro de la vergüenza”, con el que defino a esa forma de disponerse los asistentes en forma de medialuna dejando una distancia de seguridad con los músicos, como si fuesen animales peligrosos. En este caso era un comedor con mesas y sillas, así que se me hizo más raro aún.
Lo importante es que el dúo dio lo mejor de sí, generando un ambiente divertido mientras que nos deleitaban con su música blusera/rocanrolera, nostálgica, pero a la vez fresca y atrevida. El bueno de Jimmy tiene un torrente (no hay que renunciar a los orígenes) de voz impresionante y unos recursos estilísticos muy interesantes. Sergio metió solos en todas las canciones, demostrando unas aptitudes para el guitarreo dignas de mayores escenarios. Hubo un hilo conductor a las presentaciones de los temas, e incluso se dejó notar en uno de los últimos: el debate electoral norteamericano entre Trump y Kamala Harris y la notable mención a las costumbres de ciertas gentes de Springfield. Estos toques un poco histriónicos realmente le daban mucho rollazo y personalidad a la actuación. Tocaron temas suyos de largo recorrido y versiones, pero también 3 temas que venían presentando en formato físico… pero un formato un tanto novedoso y curioso: les patrocina la gira la marca de licores Siderit, así que han sacado una botella de whisky (esto no es tan novedoso últimamente), pero es que además incluye los nuevos temas en descarga digital y con las letras.
Regresamos a nuestra propia casuca al terminar el concierto con la sensación de haber presenciado algo insólito y que solo pasa el año del cometa o similares: música en vivo en un local de hostelería cerca de casa y fuera del periodo de fiestas… Así que es digno de agradecerle a Jimmy y compañía que se estén pegando la pechada de llevar esta propuesta a cabo, un poco (por cerrar el círculo) como yo que vuelvo al pueblo a por tuppers, él vuelve a la tierruca para saldar esa deuda musical con sus paisanos.
Por todo lo arriba expuesto, le doy 102 mateítos, como 102 conciertos tiene esta gira.
Mateo D. Merino.