A las doce y media de la noche, ya después de cenar en los camerinos y con todo recogido me dolían las piernas como si hubiese tocado yo. Casi sin fuerzas para la última cerveza comentábamos en el Leyendas la jugada. Nadie que no monte conciertos sabe como es este rush; los meses previos de contactos y cerrar detalles con la sala y las bandas, el goteo de anticipada que hace dudar si al final saldrá lo suficientemente bien como para poder intentar otro, diseño de carteles, corta y pega, apartamentos, compras, reservas, pruebas de sonido, en momento ya es la hora de abrir puertas y se viene todo encima.
Entramos en contacto con Helevorn tras la publicación de Aamamata, a través de Blood Fire Death, que en ese momento les llevaba la promo. En pocas semanas el álbum estaba entre nuestros favoritos y decidimos que teníamos que verles en directo, con todo lo que conlleva intentar traer a una banda desde las Baleares. El Asubiadero Fest fue como sabéis la culminación de nuestro trabajo como asociación en Polanco, meses antes de que la pandemia echase todo abajo. También ese festival, también la formación de Helevorn.
Fast Foward hasta el 2024: Nosotros rearmados en Miengo, Helevorn con sangre fresca, publican Espectres que se destapa de nuevo como uno de los favoritos de todos nuestros medios amigos, y también de nuestra audiencia. Hay que traerles, y bueno, ahora es más fácil, porque ya nos conocemos unos a otros y sabemos que podemos remar en la misma dirección, aunque la mar se ponga brava.
Para travesías difíciles, lo mejor buscar buenos compañeros de viaje. Ítaca siempre nos da todo, un espacio que se adapta a nuestras necesidades de aforo, que mantiene precios populares en la barra y que tiene como principal objetivo crear tejido social y cultural en nuestra ciudad tan deprimida. Ítaca está en la calle en la que yo jugaba de pequeño, y representa el sueño y el ideal hacia el que llevamos caminando desde entonces. Avanzaremos poco, si es que no retrocedemos, pero vamos juntas.
A Opposer les queremos porque siempre están ahí cuando les llamamos, sin preguntas ni condiciones. Creo que el sentimiento es mutuo, y aunque intentamos no medir la calidad de las bandas por lo majos o no que sean sus miembros, también tenemos claro que ya no trabajamos con cualquiera, y que Opposer se merecen todo lo bueno que les pase.
Ya está liada. Son las siete de la tarde. Nosotros tenemos claro que el concierto empieza a las ocho y media, pero al parecer en una red de cuyo nombre no quiero acordarme, hemos puesto que a las siete, así que ya mucha gente se arremolina en la puerta. Han venido desde Asturias, del País Vasco, de Galicia, de Alicante… flipa. Aprovechan el tiempo muerto para tomar unas de calentamiento y saludarse unos a otros. Comenzamos a tener verdadera conciencia de que hemos hecho una fecha clave de una banda que no se deja ver mucho, y vamos entendiendo que muchos de ellos están aprovechando para sacarse la espina y ver de una vez a los que para nosotros son de casa y para ellos “una banda cojonuda de Cantabria”. Lo que para nosotros es dentro, para ellos es fuera, claro.
Vienen como bestias. Han aplastado la Utopía de Zaragoza y no piensan dejar títere con cabeza aquí. Se les suma Jesús, ex guitarrista, en apoyo de voces en una versión bicéfala de Opposer que nos pasa por encima. Son treinta años desde su primer concierto, y doce en esta última etapa tras el parón, en los que de forma sorprendente han ido adaptándose a las dificultades y cambios sin tomarse mucho respiro y funcionando cada vez más engrasados. Cincuenta minutos de repertorio en los que repasaron sus tres álbumes y que como digo pusieron patas arriba al centenar de personas que se había reunido a verles.
Tuve que estar entrando y saliendo a la taquilla, pero los ratos que pude estar más atento me pareció que el lío estaba siendo memorable. Os dejo un vídeo.
Tras escuchar Espectres nos quedaban pocas dudas sobre cómo se habían incorporado los nuevos músicos a Helevorn, pero incluso esas pocas, quedaron despejadas en minutos. Tienen el mojo maldito y han sabido contagiar a los nuevos en su sonido tan particular. Dice Jiménez que son como Paradise Lost, pero sin canciones alegres, pero es que además de ese espíritu caminan en todas las direcciones que el Doom ofrece y en otras casi inexploradas, haciendo de ellos una de las bandas más interesantes de todo ese panorama, que pueden medirse de tú a tú con cualquiera de las consideradas totémicas.
Como el concierto celebraba además su primer cuarto de siglo como banda aprovecharon para repasar también sus primeros trabajos, quedando un repertorio con un gran abanico estilístico dentro de su horquilla. Desde la más bailable con ecos del Gothic Rock tardonoventero Signals hasta la profunda y reflexiva When Nothing Shudders, en la que todos volvimos la vista a la gran bandera de Palestina junto a la balconada de Ítaca, recordando el sufrimiento del pueblo palestino ante el genocidio por parte del estado de Israel.
Doce y media de la noche. Nos miramos unos a otros con cara de satisfacción y un poco de incredulidad: Pues la hemos liado bastante gorda, parece. Mis amigos de toda la vida dicen que siempre he estado ahí, intentando deprimirles, y mira, parece que al final voy consiguiendo que se apunten a mis fiestas tristes. En realidad, como decía Josep en la entrevista que hace unos días hacía para El Faradio, esta melancolía nos trae mucha felicidad.
Fotos Helevorn: Sonia Toledano
Fotos Opposer: Oskar Sánchez
Resto de fotos por colaboradores varios