Decía Joaquín Sabina que hay que ser un auténtico pervertido para que después de 25 años durmiendo con la misma mujer te siga gustando hacer el amor con ella. Creo que hay cierto paralelismo con lo que a muchos nos sucede con Amorphis; es cierto, te puedes saber todos sus trucos, y aun así nos sigue encantando que les hagan, puede que en parte, precisamente, porque juegan con nuestra anticipación, sabemos lo que va a venir después y nos encanta.
Siempre ha existido un equilibrio peligroso y difícil de alcanzar a ese respecto, son trece álbumes de estudio y Amorphis hace tiempo que consiguieron algo con lo que cualquier banda sueña, tener un sello, ser reconocibles a la primera. Sin embargo, la otra cara de la moneda es el peligro a hacerse completamente predecible y por tanto aburridos, especialmente en una banda tan prolífica y que se toma tan poco tiempo de descanso entre álbum y álbum. Tengo que reconocer que desde la incorporación de Tomi Joutsen (ojo, van siete discos con él) hasta ahora he tenido, a veces, la sensación de que habían descubierto la rueda y ya sólo tenían que limitarse a hacerla girar. Para ser justos, hay que decir que todos estos discos han tenido su propia marca y personalidad, pero también es verdad que las señas de identidad son tan potentes que en ocasiones nos hemos encogido de hombros y hemos dicho “Sí, son Amorphis… Otra vez”. Es por eso que Queen of Time es para mí un disco tan celebrado, no han bajado ni por un segundo la guardia en cuanto a calidad en toda su carrera, pero les percibo ahora con nuevas ganas de búsqueda, como si se hubiesen decidido a poner la casa patas arriba y con los mismos muebles reorganizar todas las habitaciones.
Queen of Time es uno de sus esfuerzos más claramente progresivos. Han echado la vista atrás y han traido elementos de la época del Elegy y el Tales, pero además de forma clárisima se han reubicado a la altura del Tuonela (Se han vuelto a traer hasta a Olli-Pekka Laine como bajista, después de 17 años fuera de la banda), incluso con un guiño al saxofón en “Daughter of Hate”. Pero a la vez, han querido romper la previsibilidad, como demuestra la estructura de “Heart of the Giant” (Frase Amorphis, desarrollo del tema, aquí estamos de nuevo con nuestros riffs folk en bucle), o el desarrollo prog del single “Wrong Direction”. Como elemento sorpresivo nos encontramos con más orquestaciones y algún momento muy oriental como “The Golden Elk”, o la resaca de aquella noche con amigos en Helsinki en forma de colaboración de Anneke en “Amongst Stars”.
Queen of Time es un disco que va a satisfacer a viejos y nuevos fans, en los primeros puede provocar una sonrisa cómplice al identificar cada carta del juego y la reverencia emocionada ante su forma magistral de jugarle. En los segundos simplemente puede ser un disco apabullante, con tal cantidad de buenas ideas y tanto buen gusto a la hora de conjugar melodía y agresividad, que necesitarán tiempo para digerirle y seguramente también les provoque unas ganas irrefrenables de devorar su discografía anterior. Hacedlo con calma, merece la pena tomarse el tiempo… y bienvenidos!