JOY DIVISION – Unknown Pleasures
Bajo la intrigante y célebre portada diseñada por Peter Saville (sobre una foto del diagrama de 100 ondas del primer Púlsar descubierto), y editado por el mítico sello de Tony Wilson: “Factory Records”; nos encontramos con el álbum definitivo, en el que la banda de Manchester confirmaba que el cambio de nombre de Warsaw para pasar a convertirse en Joy Division iba a ir acompañado también de un gran salto en la evolución del sonido del grupo, pasando de su inicial punk básico y agresivo a un estilo musical más profundo, con predominio de tonos graves. Todo ello conservando la formación inicial, exceptuando algunos cambios de baterista, labor de la que se ocupó definitivamente Stephen Morris.
El estilo personal de tocar de Stephen Morris es indudable, tanto como la “voz de barítono” y la forma de cantar del indiscutible líder del grupo, Ian Curtis. También llama la atención la gran presencia del bajo a cargo de Peter Hook. Por supueto, a todos ellos habría que sumar a su guitarrista Bernard Summer. A la hora de hablar del sonido de este álbum, sería injusto dejar de lado al productor del mismo: Martin Hannett, cuya influencia parece que fue determinante, a la hora de reconducir todas estas personalidades hacia un estilo nuevo, experimentando con diversos sonidos.
El resultado es una música en muchas ocasiones pausada, de tono sombrío, con un ritmo solemne, voz grave y gran presencia del bajo. Origen del movimiento postpunk. Su posterior influencia en bandas oscuras fue patente y aún hoy en día resulta de actualidad, constituyendo una de las primeras referencias para grupos de pop alternativos.
Desde el frenetismo de She´s Lost Control, a la cadencia propia de un desfile procesión de Day of The Lords, hasta la también desgarradora Disorder o la más accesible Shadowplay; todas son fiel reflejo de los diversos estados de ánimo que atravesaba su autor.
Por último, añadir que las letras opresivas y deprimentes de sus temas, contribuyeron -junto a su prematuro fallecimiento- a la consolidación como mito de Ian Curtis.
Comentario por Enrique Salesa