Parece como si hubiera una regla no escrita según la cual los grupos que alcanzan la primera línea de la caña estatal rápidamente tienen que apoltronarse. Como si se les terminaran las nuevas ideas y solo se pudieran dedicar a vivir de las rentas, independientemente de los méritos conseguidos hasta la fecha. En las filas del underground siempre hay movimiento, pero una vez que las bandas trascienden los círculos minoritarios sus inquietudes creativas parece que pierden fuerza y su máxima aspiración se queda estancada en llegar a encabezar festivales nacionales al estilo del Viña Rock, el Envivo o, glups, el Rock in Río. En un panorama tan poco ambicioso no extraña que apenas se encuentren grupos grandes cuyo trabajo no empequeñezca cuando se les compara con lo que hace cualquier banda internacional.
Pero a Berri Txarrak esta regla se la debe de traer al pairo, porque “Haria” (“El hilo”), su último LP, no solo es el mejor de su carrera sino que también debería marcar un hito en su género, porque hace recordar que aquí también se puede hacer con dignidad música dura pero accesible, que se dirija al gran público pero sin renunciar al compromiso artístico.
La receta con la que se ha cocinado este disco no parece llevar ingredientes muy distintos a los que estos navarros han empleado hasta la fecha: batidora de metal y hardcore y una voz casi teenager, casi pop. Pero sí que se aprecia un cambio de enfoque, que se hace muy evidente si lo comparamos con “Payola” (2009). La crudeza desnuda de su anterior disco ha dado paso la producción rica en matices y arreglos de la mano de Ross Robinson. En “Payola” imperaba un hardcore a piñón fijo, y aquí el abanico de posibilidades se abre: la tiza conserva protagonismo (ahí está el ritmo hardcore de “Guda” o el metálico de “Lepokoak” o “Makuluak”) pero las melodías tienen mayor cabida (“Iraila”, “Albo kalteak”, “Non Bestela”, “Soilik Agur”). Además, se aprecia el esfuerzo por lograr composiciones mas elaboradas, algo que llevan al límite en la atmosférica “Lehortzen”, una pieza extraña y excitante basada en un diálogo de la serie “The Wire”, en la que el bestia de Galder Izaguirre (Dut, Kuraia) exhibe las dimensiones de su genio tras la batería.
En las letras sigue presente la inquietud política (“Albo Kalteak”, “Guda”) pero la protesta cada vez se dirige más al interior del individuo hasta convertirse en autocrítica (“FAQ”, “Haria”, “Non bestela”). Algo natural porque, al fin y al cabo, las muletas de las que habla “Makuluak” (adaptación de un poema de Bertolt Brecht), que no se sabe si nos ayudan a movernos o nos lo impiden, nos han servido de apoyo en el camino hacia el actual estado de libertades recortadas, pero son las mismas que hacen que nos mostremos torpes al afrontar la vida y las relaciones con las personas que nos rodean.
Eso sí, ni en el libreto del CD ni en la carpeta del vinilo han incluido la traducción de los textos. Aunque, por otro lado, en la portada tampoco figura el nombre del grupo ni el título del LP. ¿Son decisiones conscientes que demuestran la encomiable fe del grupo en su propio trabajo? Que cada uno lo interprete como mejor le parezca.
El resultado es un disco que duele, pero que se muestra optimista al confiar en que el ser humano puede ser capaz de sacar lo mejor de sí mismo. Y, sobre todo, es un disco que contiene muchas grandes canciones. Porque si “Payola”, su primer trabajo para una multinacional, dejaba un regusto a oportunidad desaprovechada, con “Haria” Berri Txarrak han llegado más lejos de lo que muchos esperaban. De momento no podemos saber si este trabajo les va a consolidar en el olimpo de los grupos estatales o si les permitirá dar el salto definitivo al mercado internacional. Pero desde luego que han hecho méritos para que sea así, ahora que se han dado cuenta de que a veces es necesario reinventarse para reencontrar la esencia. Porque ya lo cantan en “Suge Sugea”, “seré uno más entre los reptiles / a saber cuál será mañana mi nuevo caparazón / lo importante es el interior/es el mudar de piel lo que hace que / una serpiente sea una serpiente”.
Comentario por David Boring
Fotografía por BERRI TXARRAK