Dos mil once fue un año interesante para My Dying Bride, dos décadas de existencia de la banda tenían que ser celebradas y las conmemoraron con un triple disco-libro que recuperaba algunas de sus mejores composiciones trasladadas a un lenguaje neoclásico y ambiental, un poco de la misma manera que sus colegas Anathema han hecho con The Silent Enigma también este mismo año. Evinta se convirtió a la vez en una joya de coleccionista para seguidores de MDB y en un disco muy incomprendido por el resto, ya que no había en él ni rastro de metal si no orquestaciones lúgubres y tenebrosas.
Tras el disco y el cierre de etapa, la pregunta que quedaba en la cabeza de todos era como iban a continuar el camino en lo sucesivo. Nosotros creemos que The Barghest o’ Whitby, no va a quedar como un EP aislado, si no que nos esté dando buenas pistas de hacia donde apunta su rumbo.
Se trata de un disco con un sólo tema de casi media hora de duración, que en lo musical parece recuperar algunos de los elementos clave en la primera etapa de MDB. El violin que reincorporaran para For Lies I Sire, toma más protagonismo, pero no es sólo eso, la producción vuelve a ser más cruda y la voz de Aaron retoma caminos más agresivos en algunos momentos. Tendremos que esperar a ver que sucede con el próximo largo, pero todo apunta a que el disco gustará a algunos viejos fans que perdieron por el camino, osea apostamos a que les veremos jugar la carta de la “vuelta a los orígenes”.
En la faceta lírica My Dying demuestran ser más ingleses que nunca, aferrandose a la larga tradición de las Ghost Stories como buenos victorianos depresivos que son. Un Barghest es un perro maldito, o fantasma. Como siempre en estos temas hay diferentes versiones de la historia, pero suelen presagiar la muerte o estar poseidos por algún espíritu maligno. Las historias sobre Barghest son conocidas sobre todo en norte de Inglaterra y en el condado de Yorkshire el más famoso es el de Whitby, una pequeña ciudad costera de algo más de diez mil habitantes en la que el folklore se mantiene especialmente vivo. La más famosa novela de Bram Stoker ya utiliza esta localización para la llegada del barco vacío que transporta el ataúd de Dracula que, si recordais, podría pata en la ciudad transformado precisamente en un perro.
Pues bien, My Dying Bride se hunden en la tradición de su pais para elaborar una obra magnífica y redonda en la que lo músical y lo lírico van intrínsecamente unidos. Según ellos mismos definen el “Doom” no es sólo un estilo de música, si no un estado de la mente. Doom viene a significar maldito o condenado, y en este trabajo no sólo se limitan a contar una leyenda, si no que vuelven a utilizar la metáfora para explicar el malditismo, de aquellos que no pertenecen a su época, quienes repudian al mundo y son incomprendidos por este.
My Dying Bride nunca han sido un grupo para todos los oidos, pero es en momentos como este, en los que se hunden hasta el cuello en el lodo, en el que la conexión con sus oyentes es más fina. O sintonizas con su forma de sentir y expresar o su música no te dice nada. Con The Barghest O’ Whitby nos vuelven a regalar esa extraña sensación con la que uno no sabe si es afortunado o desgraciado por poder implicarse emocionalmente en músicas tan lóbregas y sombrías.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por MY DYING BRIDE