Si prescindiesemos de la etiqueta que ha marcado a Alcest, seguramente, cualquier polémica con respecto a este grupo estaría resuelta. Cuando hablamos de Post-Black Metal, nos metemos en terrenos farragosos, porque cualquiera esperaría escuchar alguna de las subdivisiones del estilo, cuando en realidad nos enontramos aquí con un grupo que nacio allí y ha evolucionado hacia otra cosa que poco o nada, según quien lo escuche, tiene que ver. El término POST tiene ya entidad propia como nombre, y en Alcest nos encontramos más POST que Metal, y por supuesto que black.
Con todo ello no queremos negar la raiz de su música, si no aclarar que, seguramente el juego de las espectativas, no ha actuado a su favor y por eso se han encontrado con algunas voces críticas que, si hubiesen estado etiquetados de otro modo, tal vez símplemente no se hubiesen fijado en la banda.
Alcest tiene a estas alturas más de Sigur Rós que de Immortal, y aunque en ciertos momentos del disco se intuye de donde proceden, aclarar este punto va a ayudar a entenderles por lo que son.
Dejando, por tanto, toda esta discusión metafísica de lado, nos encontramos ante un disco, intimo y preciosista, con bastante desnudez y lleno de melancolía y soledad.
Neige ha hecho un trabajo impecable y ha puesto a Francia en el punto de mira de una tendencia que viene algún tiempo tomando forma entre algunas bandas, pero que no acababa de encontrar su referente.
Francamente no me extraña que hayan surgido muchas voces colocando Écailles de Lune como uno de los discos más importantes de 2010, porque sobre todo quienes no estuviesen al tanto del trabajo de Neige en Amesours, o símplemente no atendiesen a la llamada de Souvenir d’un Autre Monde (que con cierta insistencia recomendamos en su dia en el programa), no han podido hacer otra cosa que llevarse una grata sorpresa ante la cantidad y la riqueza de matices de su música.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por ALCEST