Hablar de Gramophone Man es hablar de una de las formaciones más longevas de Cantabria. Son uno de esos grupos que se toman su tiempo para hacer las cosas, pero consiguen oro puro cada vez que publican. Han pasado ocho años desde Fairy Tales, y nos encontramos con una banda igual, pero distinta. El Ep de aperitivo que editaron a finales del curso pasado ya nos daba buenas pistas, siguen enraizados firmemente en el rock, no sólo como lugar de nacimiento, si no como destino en el que morir, pero ese rock que ya conocíamos se ha ido impregnando de una esencia más progresiva, a la manera en que podría entenderse que progresaba Purple. Siguen sonando esencialmente rock, y aunque en cierta medida son un trallazo directo en otra han aumentado ese peso lisérgico que ya traían en la mochila. Casi todos los temas superan los cinco minutos de duración, y los encargados de abrir la cara A y cerrar la B están a su vez subdivididos en partes como empezó a estilarse en las corrientes más sinfónicas setenteras.
Sin alardes virtuosos, sin largos interludios instrumentales, pero con estructuras complejas que hacen que su música sea muy rica y a la vez muy enérgica. Como si hubiesen sabido conjugar algunas de las mejores virtudes de Yes y de AC/DC, quiero decir, que aunque no dejas de mover el pie durante todo el disco, se alejan de las estructuras sencillas y en ocasiones proponen largos viajes sin retorno.
No quiero cerrar otra reseña hablando de justicias posibles y de éxitos merecidos, pero sin duda Ghosts Paradise sitúa a Gramophone Man en un techo muy apetecible, mucho más alto que el que alcanzan otras bandas que son frecuentemente laureadas. Esperemos que la próxima gira de presentación amplíe de manera clara la popularidad de la banda y que mucho más público llegue a conocerles. Sin duda, tanto el disco como su manera de defenderle en directo son propicios para ello.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por GRAMOPHONE MAN