Son ya treinta años de Bad Religion, los que Greg Graffin lleva a sus espaldas. Cualquiera podría esperar que el grupo estuviese arrastrándose por los escenarios, recomponiendo malas versiones de sus mayores éxitos y poniendo el cazo para recoger la pasta. Sin embargo, desde el segundo número uno de The Dissent of Man nos volvemos a encontrar a la irreductible banda de siempre. Graffin cuenta con la formación más estable que haya tenido nunca y tal vez eso ayude a que se sigan conservando jóvenes, activos y con ganas de pelear.
Sin embargo, aunque el sonido es puramente Bad Religion, si que encontramos en este disco algunos escarceos hacia el power-pop en temas como The Devil in Stitches o Cyanide. Won’t somebody, que ya fuera incluida anteriormente como bonus-track acústico de New Maps of Hell se ha reconstruido en un tema eléctrico con bastante peso pop. También parece que Bad Religion siguen teniendo ganas de enredar con el formato acústico, tal y como demuestra el corte que cierra el disco, I Won’t say Anything.
En definitiva, sorpresas pocas, a pesar de que últimamente se declinan por incluir mayor número de temas pausados siguen manteniendo su sonido, pero es que, como se suele decir en estos casos, nadie las espera de ellos. Lo que si puedes esperar es una colección más de buenas canciones, que pueden codearse tranquilamente con composiciones de cualquiera de sus otros albumes.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por BAD RELIGION