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El cinco de abril de 2002 Layne Staley parecía poner con su muerte el temido punto y final a una banda que llevaba agonizando más de un lustro. Ya a mediados de los noventa habían anunciado que no girarían más porque no estaban en condiciones de hacerlo y tras la edición de su homónimo Alice in Chains habían sobrevivido a base de la edición de recopilaciones, directos y unpluggeds. Paradójimente el peor momento de las adicciones de Layne les había hecho firmar su mejor trabajo en 1992 y aunque el siguiente no era tan brillante mantenía un nivel muy óptimo. Un nuevo disco de Alice in Chains hubiese salido alrededor de 1998 de no tener Layne las fuerzas justas para grabar un directo para la MTV y poco más. Al final ese disco que nunca publicó Alice in Chains fue el primero en solitario de Jerry Cantrell, Boogy Depot, con la colaboración de Sean Kinney y Mike Inez. Tanto público como crítica coincidieron en calificarle como 100% Alice in Chains. Sin embargo, a pesar de que Jerry dejaba claro que el peso de la composición y todos los elementos definitorios de Alice in Chains (en especial las armonias vocales) eran en gran parte suyos, parecía que ese algo que separa los discos brillantes de las obras maestras no estaba allí. Tal vez la angustia que sólo Layne podía transmitir en sus peores momentos.
En 2005 Jerry Cantrell decide que no puede engañar a nadie. Todo lo que compone suena a Alice in Chains, sus discos en solitario son Alice in Chains, y para colmo ha encontrado un cantante cuyo timbre es tan similar al de Layne que asusta. Se reunen para una gira en la que tocan todos los clásicos de la banda y el público comprende y respeta la decisión, con la pesadumbre y resignación de quien no puede hacer nada ante la muerte. Jerry Cantrell debía seguir adelante y cualquier otra salida hubiese sido tan similar a Alice in Chains que hubiese parecido una mala copia.
Por tanto y con estas premisas podríamos considerar los discos en solitario de Jerry Cantrell como una transición para aceptar que Layne ya no estaba en Alice in Chains. Y este Black Gives Way to Blue como un “echar a andar” definitivamente sin él.
Cierto es que el disco no es una obra maestra si lo comparamos con Dirt, pero si mezclamos los temas que contiene en un random con el resto de la discografía de Alice in Chains y Jerry Cantrell ninguno de ellos queda por debajo. Es un trabajo muy digno, con grandes canciones y que nos ofrece mucho más de lo que podríamos haber esperado, tal vez no tan angustioso como otros discos suyos, pero a un gran nivel en todos los sentidos.
Además Black Gives Way to Blue nos trae buenas noticias, Alice in Chains están de vuelta, habrá más discos y nuevas giras. La muerte de Layne fue un golpe muy duro, y nos robó el futuro de la (en mi opinión) banda más brillante del grunge. No sería justo que además nos hubiese robado todo lo que el resto de sus componenses pueden hacer sin él. Ya que la carrera de Alice in Chains se vio quebrada tan abruptamente y que es obvio que Alice in Chains nunca volverán a ser como eran, este disco nos acerca un noventaytantos por ciento a ese presente imposible. Quien sabe, si las cosas de otra manera hubiesen dado mejor o peor resultado.
Comentario por Oskar Sánchez
Fotografía por ALICE IN CHAINS