No es este un disco facil para los fans de Opeth. No hablo a lo tonto, he comprobado hablando con muchos de los seguidores del grupo como algunos lo han clasificado de disco flojo y luego han ido cambiando la opinión, mientras que los más prudentes arqueaban la ceja y decían… aun no se, tengo que escucharlo más veces.
Despues de Deliverance/Damnation uno no sabía muy bien que esperar, en realidad es normal que una banda de Death Metal liderada por un apasionado del rock sinfónico de los setenta descoloque continuamente a la audiencia. Personalmente me ha costado muchas escuchas conseguir que el disco me vaya sonando conocido, y quitarme esa sensación de que lo estaba escuchando por primera vez. Han tirado menos que de costumbre de estribillos y ciertamente es un disco un poco dificil de agarrar.
Las principales novedades pueden ser una mayor combinación entre voces extremas con ritmos más rockeros y partes cañeras con voces melódicas. (Aunque también tenemos ritmos extremos con voces extremas y ritmos melódicos y rockeros con voces melódicas) y por otro lado una mayor presencia de teclados con una onda bastante añeja e incluso psicodelica por parte de Per Wiberg. De otro lado también encontramos los habituales ritmos endemoniadamente retorcidos, pero cada vez más magistralmente colocados al servicio de temazos como Ghost of Perdition, Reverie/Harlequin Forest o The Grand Conjuration.
Resumiendo, se trata de un gran disco que no decepcionará a los que les hayan gustado los anteriores trabajos de la banda si consiguen no crear unas expectativas muy predeterminadas sobre lo que van a encontrar y si consiguen darse el tiempo necesario para hacer las escuchas suficientes.
Comentario por Oskar
Fotografía por OPETH