SE CIERRA EL CÍRCULO: El disco adecuado, en el momento adecuado puede tener un efecto muy poderoso en la vida de una persona. Use Your Illusion desequilibraron la mia, la gira de reunión de GNR fue un buen momento para volver a rememorar aquellos momentos.
Mi muro de Facebook se ha partido en dos ayer. La mitad estaba viendo a Guns N’ Roses en San Mamés o bien recibían las fotos con likes, corazones y comentarios de sana envidia, la otra mitad postulaba desde el púlpito virtual sobre el underground y su esencia, sobre toda la gente que fue a esto y nunca asoma el morro en los conciertos pequeños. No hace falta, de verdad. Tenéis gran parte de la razón, pero me tomé la molestia de preguntar en persona a alguna de esa gente que nunca va a nada y terminé con la sensación de que tienen todo el derecho del mundo a ir a lo que les apetezca y cuando les apetezca, sea por desinterés o por desconocimiento. Tenemos mucho trabajo que hacer, eso es cierto, estaría guay conseguir que los bolos del día a día sean apetecibles para el público ocasional y de banda tributo, pero me da la impresión de que vamos a conseguir más enfocando el esfuerzo en visibilizar el trabajo de bandas pequeñas en lugar de señalar con el dedo a quienes no las conocen.
Cuando salieron las entradas de Guns tuve sentimientos encontrados, como casi todo el mundo que conozco. Me pareció una desfachatez el precio y me daba perezón meterme en un concierto tan masivo… en el otro lado de la balanza estaba la poderosa razón de poder ver junto al núcleo de la banda que (ya lo sabéis) hizo el click definitivo en mi historia musical y comenzó la reacción en cadena que cambió absolutamente todo en mi tránsito vital. El empujón definitivo para ir, me le dio un amigo que se comprometió a hacer por mi el engorroso trámite en internet cuando parecía que se iban a agotar en pocas horas (aunque vistas las calvas en los asientos del estadio, parece que algo de trampa había en aquel frenesí). Recordé una noche del 93 escuchando todas las cintas del tirón y muriéndome de rabia por no tener permiso ni ninguna posibilidad de acercarme a su concierto en Madrid, pensé que si tuviese un Delorean viajaría al pasado y le daría a aquel chaval la pasta para el viaje y la entrada y le animaría a desobedecer las instrucciones paternas… y eso hice en cierta medida, compensar a mi propio karma. Con ese pensamiento en mente la puñalada en la tarjeta de crédito me dolió un poco menos.
Dejamos el coche en el BEC y nos plantamos en el centro en metro, para acceder de forma sorprendentemente rápida y sin problema en los controles, pese a que todas las notas previas hablaban de que nos iban a quitar hasta la correa del pantalón. Nos colocamos en la grada, mi primera vez, no mi decisión. Desde allí tienes un poco la sensación de estar viendo un DVD en alta definición. Si me llego a ver en la grada hace veinticinco años me escupo a mi mismo con desprecio. Lo cierto es que durante el concierto, en parte envidié a los de abajo, y en otra parte me pareció buena idea estar arriba en un ambiente tan desahogado y con posibilidad de sentarse un rato en los solos. Lo agradecí, sobre todo, en los momentos en los que recordaba que era martes y al día siguiente había que madrugar para ir al curro. En los noventa estas cosas no pasaban.
Me quedé pensando que probablemente no me queden muchos más bolos de este tamaño que ver. Nunca me han gustado demasiado, y no quedan tantas bandas gigantescas en activo que me motiven lo suficiente como para pagar entradas caras. Bueno, en realidad, cada vez quedan menos bandas gigantescas. El bolo estuvo guay. Lo pasamos guay, luego entraré en eso, pero de vez en cuando fantaseaba con la idea de verles en el Black Bird, ahí, cara a cara, con tres amplis y una batería. Me peguntaba a mi mismo como sonaría aquello en esas circunstancias y no dejaba de contestarme “Más real”.
La bebida muy cara, claro. La anécdota de los dos pavos y medio, que ya habréis leído, me pareció, sin embargo, una idea acertada, aunque pareciese más propia de un parque temático que de un concierto de Rock. Cobraban eso por un vaso de plástico con su logo, que podías reutilizar y si retornabas al final te devolvían la pasta; así se aseguraban que no quedaba todo regado de mierda… Aunque la mayoría nos lo llevamos para casa como único recuerdo, ya que el merchan también estaba desorbitado, sobre todo teniendo en cuenta el sablazo que ya llevábamos encima. La cazadora GN’R por 400 pavos nos mató del todo.
Si en la mayoría de los conciertos la media de edad es cada vez más alta, esta inflación rockera no ayudó en absoluto a atraer a la chavalería, está claro que hay que ser un puto burgués abotargado (me incluyo) para soltar ciento y pico pavos para tres horas de música, los de los palcos de la ópera ya no pueden mirarnos por encima del hombro.
Nos perdimos a Tyler Bryant, la “joven promesa americana de la guitarra” que venía como primer acto y me dio un poco de pena, porque tenía curiosidad y me habían hablado bien. No conozco a nadie que lo viese, así que no os puedo decir nada. Sí que llegamos a ver a Mark Lanegan y lo siento porque se que muchxs de lxs que me leéis sois muy fans. Me hubiese gustado poder contar con vuestra opinión ya que yo no le he seguido nunca lo suficiente. Mi sensación fue la de un concierto absolutamente fuera de lugar, ni a la gente parecía importarle un pepino Mark Lanegan, ni Mark Lanegan podía con su show llamar la atención de una audiencia tan gigantesca y falta de interés. El concierto fue muy correcto, ahí tenéis un vídeo que os he grabado para que lo veáis y juzguéis, pero sin duda hubiese funcionado mucho mejor en una sala mediana y con sus seguidores involucrados. Mi sensación fue que llevar a Mark Lanegan ahí era desaprovecharle, y que el hueco hubiese sido mejor utilizado por otro telonero más rockero, como Alice in Chains o Wolfmother, por ejemplo, que vienen acompañándoles en otra parte de la gira.
El sonido con Lanegan fue pésimo, por cierto, llenísimo de rebotes hasta lo insoportable. Con Guns mejoró desde el minuto uno, y fue puliéndose durante el desarrollo del concierto. El repertorio tuvo canciones de todas las épocas, incluyendo su disco de 2007, dejando claro del todo que la marca GN’R pertenece a AXL y que por tanto estas canciones sí tienen un hueco en esta gira de reunión, mientras que las que Slash publicó en paralelo no. Pensáis que esto fue un concierto de reunión, pero desde su perspectiva GN’R nunca ha desaparecido y sencillamente algunos miembros se han marchado y han vuelto. Alguna gente se sorprendió de ver a los clásicos tocando temas del Chinese, pero hay que tener en cuenta que algunos se estrenaron en directo en el año 2001, con lo que entra dentro de lo probable, sabiendo lo lento que cocinan, que en algún momento del pasado hubiesen trabajado ya juntos en ellas, aunque terminasen siendo firmadas por “los nuevos”.
Empezó a las 21:30 puntual, haciéndonos pensar que o bien la banda es ahora más profesional, o tal vez, los promotores aquí han aprendido la lección y les han puesto alguna cláusula al respecto. La estructura general fue bastante similar a lo que viene siendo GN’R desde los Use Your Illusion, esto es; tres horas de bolo, mucho temazo, pero también intercalados solos, interludios y versiones. No faltaron los números clásicos desde El Padrino, hasta el Attitude de Duff, pasando por algunos nuevos, renovados o rescatados de la etapa Democracy, como el Wish You Were Here de Pink Floyd o The Seeker de The Who. En un concierto más corto podrían ir a matar, como hacían en los ochenta, pero lo cierto es que este “Gran Formato” funcionó muy bien, y mucho más continuo, por cierto, que en la época del Chinese (fueron pese a todo buenos shows), aunque claro Slash sólo en el escenario llena mucho más que Bumblefoot, Buckethead y DJ Ashba juntos, por muy bien que estos últimos toquen la guitarra.
Hubo momentos en mi adolescencia en los que hubiese colgado a Slash la medalla de “Mejor guitarrista del mundo”, ahora mi juicio es más reposado y menos emocional (no digo que eso sea bueno) y tengo claro que no es así ni de lejos. Objetivamente, Richard Fortus tiene mejor técnica y es igual de rockero, sin embargo Slash es Slash y en carisma no le gana nadie. Parecido pasa con Axl, es un puñetero portento de potencia y en ocasiones puede ser un desastre entrando y saliendo del falsete en los sitios más insospechados, probablemente porque no se guarda nada y nunca ha jugado a asegurar. Un cantante con más estrategia y con una evolución discográfica más prolífica hubiese ido componiendo canciones ligeramente más graves y menos demandantes… pero aquí tienes a Axl partiéndose la cara contra un repertorio formado en su mayoría por temas por los que han pasado tres décadas. Va corto de aire y le quita segundos a los gritos de los finales de los temas, pero es que ya se acerca a los sesenta años coño, seamos serios. Además, hay que remarcar que, contra todo pronóstico, está mucho más en forma de lo que lo estaba en la gira anterior.
Además de Duff cerrando el triunvirato, el resto de la banda está actualmente formada por Frank Ferrer (batería desde 2006), Richard Fortus (guitarra desde 2002), Dizzy Reed (Teclista desde los Use) y Melissa Reese como segunda teclista y acertada nueva incorporación, con buen apoyo en los coros para que no echemos de menos a las míticas Tracy y Roberta en “Knocking on Heaven’s Door. Un tema, del que desde mi punto de vista podrían ir prescindiendo, al menos en su versión tan alargada, si no fuese porque es el único momento de interacción entre la banda y el respetable.
Entre ellos tampoco es que interaccionen mucho, la verdad. Más bien nada. Os dejo buscar en Youtube el único momento en el que Axl se acerca a Duff y bromea poniéndole un sombrero en la cabeza. La cara de Duff es un poema, en plan “las cosas que hago por la pasta”. Axl y Slash parecen estar actuando en escenarios diferentes, como un concierto grabado por pistas, y ni siquiera se juntan en momentos tan inevitables como el solo de November Rain. Aun así hubo pasajes emocionantes, puede que por pura nostalgia. El homenaje a Cornell con Black Hole Sun no nos pilló desprevenidos porque en estos tiempos de internet todo se sabe de antemano, pero aun así se nos formó un pequeño nudo en la garganta al ver que la unían con Coma, canción en la que Axl narra su sobredosis y paseo más allá de la frontera de la muerte a finales de los ochenta.
Me gustaría ser inocente y pensar que estas cosas les siguen surgiendo en una Jam post concierto, pero me acaba enfriando la sensación de que, en realidad lo que sucede es que los abogados de Axl contactan a los de Slash para decirle que tiene que sacarse determinado riff para el siguiente concierto.
Tras Paradise City, confeti, fuegos de artificio, saludos y un nuevo guiño a Cornell en la música para abandonar ordenadamente San Mamés, nos marchamos bromeando un poco con el hecho de que de antes los conciertos de GN’R terminaban en disturbios y ahora lo hacen con una fila de cuarentones pagando el ticket del parking. El paso de la vida es deprimente, pero aquí estamos y aquí seguimos resistiéndonos un poco, de vez en cuando. Algunas cosas acertadas habremos hecho en este tiempo, probablemente hayamos generado un pequeño impacto en la vida de alguien, a veces hemos explotado haciendo ruido… ayer fue un buen momento para dar las gracias, para reír, para cantar y bailar y para recordar que nuestra mecha la encendieron ellos.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Oskar Sánchez.