La vida y obra de Vincent Furnier (Alice Cooper) podría calificarse de milagrosa y digna de estudio a muchos niveles. Que un tipo poco agraciado y con escasas capacidades como vocalista cambiase el panorama del rock de los sesenta para siempre después de dar infinidad de tumbos con diversas formaciones musicales y comenzar su carrera con varios discos infumables que hubiesen sepultado la carrera y minado la moral de cualquier artista, es todo un mérito y toda una osadía.
Alice Cooper no encontraron su identidad, su sonido y mucho menos un hit hasta su tercer álbum. Pero el viejo Vincent es un tipo muy muy paciente y sobre todo muy talentoso y muy diplomático. En 1971 llegó “I´m Eighteen” y la banda comenzó a subir como la espuma. El álbum “Love it to Death” lo cambió todo para la banda y, después, llegaron “Killers”, “School Out”, “Muscle of Love” y, por fin, “Billion Dollar Babies”.
Para cuando Alice Cooper crearon su álbum de mayor éxito, la banda se encontraba completamente quemada y Vincet arrastraba un alcoholismo crónico que le tenía enganchado desde que se levantaba hasta que se acostaba. Pero la maquina estaba tan engrasada y Vincent tan metido en su personaje que grabaron uno de sus mejores trabajos justo antes de ir desmoronándose poco a poco y sin remedio.
“Billion Dollar Babies” es un álbum magistral. Rebosa imaginación, cinismo, musicalidad y está plagado de momentazos musicales para el recuerdo. La elegante melancolía de “Hello Hooray” da paso a “Raped and Freezin”, un pegadizo hard rock que te engancha desde la primera escucha. Le siguen “Elected” y “ Billion Dollar Babies” , dos canciones redondas donde el líder de la banda emplea todo su venenoso arte como letrista para destripar a los políticos y desmitificar el sueño americano.
“Todo el mundo quiere ser rico, pero no todos podemos conseguirlo. Y en la mayoría de los casos, los que llegan a meta, lo consiguen ilegalmente y pagando un alto precio por sus privilegios”.
El disco llega a su punto culminante en el momento en el que arrancan los primeros riffs de “No More Mr Nice Guy”, uno de los temas más redondos, pegadizos e inteligentes de la antigua banda de Alice Cooper.
El álbum entra en su recta final con pegadizas tonadas envenenadas del calibre de “Generation Landslide” y “Sick Things” para dar un bajón considerable en “Mary Ann” y “I Love the Dead”, dos canciones que auguran algunos de los peores momentos que estaban por venir. Sinceramente, muchos de los experimentos sonoros de “Welcome to The Nightmare”, su siguiente álbum, me resultan infumables y dejan ver de manera muy clara el errático estado de la banda y el deplorable estado de salud de Vincent Furnier. Pero esa es otra historia.
Dejaros llevar por “No More Mr Nice Guy”, “Raped and Freezin” y “ Billion Dollar Babies” una vez más y engancharos directamente a los mejores momentos de Alice Cooper en los años ochenta, una época en la que Vincent volvió a reinar por todo lo alto a través de sus espectáculos y su música bajo el nombre de Alice Cooper.
Nacho García Álvarez