Esta es una crónica que tenía pendiente desde hace unas cuantas semanas, ya que aún hoy tengo que pararme y pensar ¿Habré vivido realmente algo así? ¿Habrá sido todo producto de mi imaginación?. Al final, tengo que aferrarme a las emociones, que es lo único que la da visos de realidad a todo aquello.
Pero vayamos por partes, comencemos por el principio, aquella tarde de noviembre, mi mente estaba sumergida en el más absoluto letargo, cuando comencé a sentir como el viento golpeaba suavemente mi mejilla, aquella ráfaga, era una mezcla de frío y humedad que te llegaba hasta los huesos. Abrí lentamente los ojos, parecía que había estado durmiendo una semana, y en realidad apenas deberían haber pasado unas horas desde que me había quedado traspuesto en el sofá de casa tras la comida. Con los ojos abiertos completamente, recibí el primer impacto de esta extraña historia. Me encontraba sobre un banco, rodeado por una noche fría y cerrada, con un tiempo bastante desapacible, hasta con niebla baja. Me incorpore bastante desorientado, ¿dónde narices estaba?, ¿cómo había llegado hasta allí? Comencé a caminar por una acera angosta, por la que apenas cabían dos personas a la vez. Tras unos minutos caminando casi sin rumbo, me vi sobresaltado por un grupo de críos que pasaron corriendo delante de mí, dirigiéndose hacía un local, gritando entre ellos –¡¡Esta vez te voy a ganar!!- ; -¡Ese Mortal Kombat II está genial!-;-¡Me va a durar la paga en el bolsillo un suspiro!- . Al girar la cabeza y ver su cartel luminoso, no puede salir de mi asombro: “Recreativos Miami”. ¿Pero cómo era posible?, ¿me estaría jugando una mala pasada la mente?, ¿qué me había fumado aquella noche?
Seguí caminando calle abajo como alma que lleva el diablo, todo aquello era muy raro, al pasar cerca de un piso bajo, me pareció oír una risa muy familiar. Entre los visillos, pude ver una tele de aquellas que abultaban como un camión y en su pantalla estaban ellos, “Beavis and Butt-Head”.
-¡Esto no es posible!- A pocos metros, al fin, la calle se tornó más conocida, esa entrada era inconfundible, el Rock Beer The New estaba frente a mí. Un gran cartel presidía la entrada titulado: «Back To The Mosh Days». Aquello prometía. Abrí la puerta y fue como si me bajara de un Deloren y hubiera dejado a Doc fuera. Las guitarras rugían, la sala estaba hasta los topes, llena de jóvenes melenudos. Tras la barra había unos rejuvenecidos Juan y Lucy, como sacados de Cuéntame. Me acerqué al frente del escenario y allí estaban descargando Karonte, con el tema “Carne” del «Paraíso si fe», guitarras contundentes directas a la base del cráneo que te rematan a base de baquetazos de la mano de Rochar, con Kini con una fuerza vocal impresionante. Grandes desarrollos te dejan con los sentidos a flor de piel. No sabía cómo aquello era posible, pero no quería salir de allí. En un momento dado, me fijé en la gente que tenía al lado, y si allí estaba él, Txuxty con un aspecto tan joven como el actual, luego tiene la fama Jordi Hurtado, pero estoy seguro que la música y Txutxy existen desde el comienzo de los tiempos, y uno no puede vivir sin el otro.
Retomando la atención en el escenario, continuaron con “Cobaya” de la demo de 1998 «Bendita Hipocresía», directamente parecía la época en que estábamos, un temazo con multitud de capas de desarrollos espectaculares. Un trabajo que se lanzó en formato k7 en unas 500 copias. Siendo una de las marcas de identidad de esta banda, no solo se trata de guturales, tienen una calidad musical tremenda, en sus desarrollos, que nada tenían que envidiar a los Metallica de la época.
Continuamos moviéndonos en el tiempo en el Life of Mars particular de aquella noche, con temas como “Paraíso sin fe”, título homónimo del disco de 2012, con una base de bajo y batería impresionantes. No olvidarían “No hay vida sin dolor” uno de sus mejores temas, incluido en el split junto a Bloody brotherhood de 2017 titulado «Alliance for death domination», tema oscuro cercano al sludge , en el que nuevamente los desarrollos de guitarras son de otra galaxia, junto a la fuerza del bajo y la batería, comenzaban a comprometer los cimientos de la sala.
También hubo tiempo para la calma a su manera. -ahí va la balada para bailar agarrao-, que daría paso al tema “Falaris”, una ametralladora que no cesa en ningún momento. En la recta final nos darían un poco de tecno, con “Repta humano”, sin duda otro de los temazos que dejarían sentados a los mismísimos K-Tulu. Agradeciéndonos la presencia, terminarían con “El ocaso” incluido en el split, sonando espectacular. Gran concierto como nos tenía acostumbrados Karonte, todos nos sentimos rejuvenecidos al instante. El último concierto que les vi en La Tribu de Maliaño en 2017 junto a Hate In Vains. Sin duda si hay alguien que tiene el elixir de la eterna juventud esos son ellos. Esperemos que podamos verles de nuevo en nuestra época, más a menudo, ya que el metal les necesita.
Sin apenas tiempo para reaccionar una niebla espesa cubrió nuestros pensamientos, tal vez provocada por alguno de los elixires de Juan. Estábamos atrapados en el universo de otra banda mítica, desde Bilbao, Dormanth ocuparían el escenario del New, encabezados por el gran Oscar del Val (voces y guitarra), como curiosidad contaban con Isma Fernández al bajo, haciendo doblete también con Karonte. Banda formada en 1993, con de death metal melódico en la sangre. Comenzaron su actuación sumergiéndonos en un bosque muy particular con el tema “Sea of trees” perteneciente a su último trabajo titulado «Abyss» un EP de 7 canciones publicado el pasado 2019 y que nos presentarían esa noche.
El tema se centra en el bosque Aokigahra situado en el Monte Fuji de Japón, famoso por ser un lugar donde la gente va a suicidarse. Tiene una contundencia en la voz, que te arrastra hasta el fondo, rodeado de lamentos donde ni siquiera, la luz se atreve a llegar. La Luna también estaría cubierta de oscuridad, con el tema “Black Moon” que aparecía originariamente en su EP «Voice the Soul …Under the Tears of Sun» publicado en 2015, que sería la reaparición de la banda tras un parón desde 1996, que a su vez, ha sido recuperado para el último EP. Un temazo, de los mejores de su repertorio que enlaza con el death metal melódico de bandas como Amon Amarth, que sonó espectacular, mezclando oscuras melodías muy envolventes con los guturales de Oscar y guitarrazos tremendos.
Volvería a crecernos el pelo, en otro golpe de la máquina del tiempo que nos gobernaba esa noche, al parar en 1995 con el tema “Lost in the sky” , de su primer larga duración «Valley of dreams», una auténtica joya con desarrollos muy buenos, que alternan calma y velocidad. Continuamos así un viaje de unas 10 paradas en sus diferentes épocas destacando “Silent Room” del último EP, con una melodía en las guitarras que te sumerge de nuevo en la desesperación de la oscuridad de tus sueños, una auténtica maravilla que me gustó mucho, con la voz de Óscar sobresaliendo especialmente. Nos acercaríamos a su anterior larga duración «XI Sins» con el tema “Like Ice” , en el que sobresale la melodía y los guitarrazos, dejándote totalmente helado, con unos solos de guitarra maravillosos.
Terminaríamos el bolazo arrastrados por una ola temoral, al interior de su océano de oscuridad, con el tema que abre su último EP “Wave”, una joya que me gustó especialmente, que se acerca a los sonidos doom, con un trasfondo de angustia y desesperación cautivadores. Poniendo la guinda con una versión de Hypocrisy.
Enorme calidad la que tiene Dormanth, creo que era la segundo o tercera vez que los veía en directo, y son de esas bandas que te dejan clavados en el suelo tras sus actuaciones, cuando te ves sobrepasado por su tremenda calidad y una vez más, demostrando que este país tiene unas bandas muy buenas, que por desgracia, tal vez por existir en el país equivocado, no han tenido el impacto que merecen, como es el caso de Dormanth, no tienen nada que envidiar a cualquier banda de primer nivel extranjera. Una suerte haber podido ser testigo, una vez más, de su bolazo.
Así como el que no quiere la cosa, Juan y Lucy le darían un nuevo empujón a la Tardis, en que se había convertido el New esa noche, y acabaríamos frente a otra banda clásica, en este caso desde Logroño Aposento, banda formada a finales de 1990 con el Death metal más rudo y clásico en su escudo. De los integrantes originales al parecer, solo permanece Manolo a la guitarra, junto a él están: Mark (voz), Gabri (batería), Manu (bajo) y Edu (ex Ethos) a la otra guitarra. Tienen varias demos y mini CDs publicados, con un parón en 1995, que se reanuda en 2012 con el mini CD «Retorno a la Muerte», con el cual nos darían la bienvenida con el tema “La Mano de la Muerte”, la que tomamos sin rechistar, entrando de lleno en la oscuridad más absoluta, con una contundente línea de bajo y batería, con la voz de Mark rugiéndonos al oído, con el torso desnudo a lo Iggy Pop, lleno de tatuajes, presidido por un imponente carnero satánico en el pecho, no dejaría de arengarnos para que despertáramos del letargo y nos moviéramos un poco, saliendo del escenario en varias ocasiones.
Dando paso al tema “Portrait of a Killer” , de su último larga duración «Bleed To Death» de 2017, en el que parece que se pasan al inglés, a diferencia de sus predecesores donde el castellano era la tónica. Sonido machacón clásico, con guitarras aceleradas que te sumergen en la mugre y no te dejan salir. Con el cuello aguantando a duras penas, continuaron descargando su munición con temas como “Aliens, seres del más allá” , “Disgorging blood”; premiándonos con un nuevo tema “Liber al vel legis T2”, adelanto de lo que será su próximo disco, del que ya sabemos que se titulará «Conjuring the new Apocalyse» que saldrá en Abril, de la mano de su actual sello Xtreem Music.
En multitud de ocasiones Mark incitaba a que la gente se moviera, pero hasta casi al final la gente no se animó a hacer algún pogo, llegando al culmen, con el último tema “Partially Decaesed Syndrome“, en la que Mark acabó dentro de un circle pit , como un volcán en erupción, rodeado por los asistentes más fervorosos.
Gran bolazo de esta banda que no conocía, dando un sonoro golpe encima de la pista del New, descargando una actuación redonda. Habrá que estar pendiente de su próximo disco y ver que tal les sienta entrar en una nueva década con su oscuridad como pasaporte.
Nuevo golpe de timón en nuestro viaje old school, y aparecerían sobre el escenario los míticos Mordor creados en Santander en 1991. Desde su primeras demo «Entombed alive» que vendió 500 copias y «Sin Lechuga» con 7000 copias entre los años 1991 a 1993, la bando supuso una auténtica revolución del metal extremo de esta región, con resonancia en todo el estado. Tras varios años con la motivación alta, al final acaban bastante desencantados con la industria musical, por lo que verles en directo es todo un acontecimiento. Tras varios cambios en la formación, desde hace unos 15 años cuenta en la voz con Kini Karonte, por lo que la bestia está más desbocada que nunca, con un sonido aplastante como pudimos comprobar esa noche.
Comenzarían su descarga con fuerza con el tema “Imagina que eres Dios” continuando con la mítica “Enterrado Vivo” de su disco «Holgar, dulce hogar» (1994), con una de las portadas más icónicas del metal de esta región, con esa imagen de la Tierra en forma de baza en órbita por el universo. Kini impregna de una fuerza tremenda los temas, siendo sin duda una de nuestras mejores voces guturales. Prosiguieron así repasado sus dos grandes discos, parándose en el último publicado «¿Evolución? …» (1997), con temas como “Canción de odio”.
Con la gente muy entregada en esta ocasión, pudimos ver más pogos y variantes, todos estábamos viviendo una noche épica, aderezada por los continuos chascarrillos de Kini. La calidad musical de la banda es espectacular, contando entre sus filas a dos master como son Javi Prieto y Afonso Serrano a las guitarras, que se marcaron un auténtico bolazo, junto a Jose (bajo) y Víctor (batería). En la recta final del concierto sobresaldrían “¡Voy a volar” que aparece en su demo «Sin Lechuga» y en su disco de 1994 «Hogar, dulce hogar», siendo una de sus temas más coreados y famosos. Terminando con el mismo disco con el tema “Sherezade”, con un sonido añejo y potente, que te golpea en el pecho sin piedad.
-Ahora la pastillita y a dormir-, nos decía Kini entre risas, no hubo mucho tiempo para más, ya que a los pocos instantes, comencé a notar algo húmedo sobre la cara, saliendo como de un sueño. Abrí los ojos y tenía a mi perra dándome unos buenos lametones. Me incorporé sobresaltado, miré a mí alrededor, volvía a estar sentado en el sofá de casa. ¿Es que todo aquello había sido un sueño? ¿Habrá sido producto de mi imaginación? Aún hoy me cuesta asegurarlo, sólo sé que fue una experiencia irrepetible y única. Viendo un New hasta la bandera como hacía mucho tiempo que no ocurría, rodeado de tantos y tantos buenos recuerdos impregnados en las canciones que nos acompañan en nuestro camino. Por eventos así, es por lo que siento que nuestro rollo es tan especial y no hay nada que se le parezca. También por otro lado, te hace reflexionar, por la música de hoy y los conciertos, como es la sociedad de consumo de hoy y la de antes. Ahora nos pasan por delante tantas y tantas imágenes y sonidos, que apenas nos paramos a reflexionar sobre ellos, es por ello, que esas canciones de antaño nos hacen estar por un instante contemplando el universo como es en realidad, sintiendo esas emociones en primera persona de una manera única, al remover ese pasado que si vivimos con más atención. Creo que ahí está el secreto de la proliferación de las bandas tributo de bandas clásicas de aquella época, o series de tv como Strangers Things, juegan con esas emociones del pasado, que ahora en una sociedad tan acelerada es casi un triunfo volver a construirlas.
Espero que en breve nos volvamos a perder en su bosque de guitarras, ese bosque que nos conecta con lo más profundo de nuestras emociones interiores.
Crónica: John Man.
Fotos y vídeos: Álex Kennedy.