Cuenta la leyenda que en 1920 el bluesman negro Robert Johnson vendió su alma al diablo en un cruce de caminos del estado de Missisippi para convertirse en el mejor guitarrista de todos los tiempos. De la noche a la mañana pasó de ser un músico modesto a una leyenda del blues. Murió 8 años más tarde en extrañas circunstancias… 75 años después la historia se repite. Con otro joven guitarrista, en otro cruce de caminos… en mitad de los Monegros.
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